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sábado, 23 de noviembre de 2013

Quinto Misterio: Cristo Rey en la Cruz

Autor: Fr. Carlos Lledó López O.P.

Meditamos el quinto misterio doloroso del Rosario: Cristo en la Cruz. El trono de la Cruz es la expresión suprema de la realeza de Cristo. Con María, adoramos a Cristo Rey del Universo.

PRIMERA LECTURA. Libro segundo de Samuel 5, 1-3.

La figura de David.

La lectura del segundo libro de Samuel presenta la figura de David ungido como rey por Samuel. Por virtud divina, el pastor de ovejas se convierte en pastor de pueblos. Las tribus de Israel salen al encuentro de David y le dijeron: Hueso y carne tuya somos. Tú diriges las entradas y salidas de Israel.

Se cumple la promesa del Señor cuando dice: Tú serás el pastor de mi pueblo, Israel, tú serás el jefe de Israel. El rey David hizo un pacto con su pueblo de paz.

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Preanuncio de la realeza de Cristo.

Las cualidades de la realeza de David preanuncian las de Cristo, Rey del universo. Cristo será el Ungido del Padre para ser Rey de lo visible e invisible. Cristo será constituido Pastor universal por encima del tiempo y de todas las generaciones. La promesa salvífica del Padre se cumple por medio del Hijo que firma un pacto con su pueblo: la Nueva Alianza en su sangre.

Nuestra actitud.

Nos acercamos a Cristo para reconocerlo como Rey y Dueño de nuestras personas y actividades. Él nos da, la fortaleza que necesitamos para ser fieles a nuestra vocación y misión. El guía nuestros pasos por el camino de la santificación. Somos de Cristo. Pertenecemos a Él porque nos ha conquistado al precio de su sangre en el trono de la Cruz.

Invocación mariana.

Santa María: eres Reina porque participas de la realeza de tu Hijo. Reina totalmente entregada a la misión redentora. Enséñanos a ser súbditos fieles de tu hijo y a vivir totalmente entregados a las exigencias del Reino.

SEGUNDA LECTURA. Colosenses 1, 12-20.

Cristo Rey eterno.

Siguiendo la enseñanza de San Pablo, adoramos a Cristo porque es nuestro Rey. Su realeza es eterna. No es comparable con la realeza de este mundo. Cristo es anterior a todo y todo se mantiene en Él, porque es Hijo del Padre desde toda la eternidad. Es Dios como el Padre. Todo ha sido hecho por Él.

Cristo Rey, cabeza de la Iglesia.

Cristo Rey es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Por eso, es Rey de la gracia y la santificación. Es el primero en todo, porque en Él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Es el Rey que reconcilia consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz".

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Participamos de la realeza de Cristo.

Nosotros participamos de la realeza de Cristo por la consagración bautismal y somos introducidos en la comunión con el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo. Somos de Dios porque somos de Cristo. Tratemos de comportarnos como súbditos fieles de Cristo.

Invocación mariana.

Santa María: te contemplamos coronada como Reina por Cristo tu Hijo en el quinto misterio glorioso del Rosario. Eres nuestra Reina. Queremos ser totalmente tuyos como la mejor manera de ser de Cristo y de la Iglesia.

TERCERA LECTURA. San Lucas 23, 35-43.

El trono del Rey.

El evangelista San Lucas nos conduce al Calvario, hasta Cristo clavado en la cruz. Paradójicamente, la cruz es el trono de Cristo. Su pasión y muerte, el acto supremo de su realeza. En el Calvarlo, se revela, en plenitud, que Cristo es nuestro Rey y Dueño de todas las cosas.

El mundo no entiende que la realeza de Cristo alcance su momento cumbre en la cruz. No lo entendían, por ignorancia, los que lo crucificaron burlándose de Él. Tampoco lo entendía uno de los malhechores crucificado junto a El. El otro, recibió el don de la conversi6n y la fe. Corregía al compañero y suplicaba a Jesús: Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús le respondió: Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

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Nuestra actitud.

Nosotros queremos aceptar a Cristo en el trono de la Cruz, como a nuestro Rey. Lo adoramos y nos comprometemos a vivir como súbditos suyos.

Invocación mariana.

La Virgen María participa privilegiadamente de la realeza de Cristo cuando está junto a la cruz (Cf. Jo. 19.25). Enséñanos, Madre, a ser totalmente de Cristo-Rey, fieles a su verdad, entregados a las exigencias de su amor, por medio de la Iglesia.

domingo, 17 de noviembre de 2013

ROSARIO DE LA MEDALLA MILAGROSA.

SANTO ROSARIO DE JACULATORIAS DE LA MEDALLA MILAGROSA.

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Por la señal de la Santa Cruz...

Felicitemos a la Santísima Virgen por el singular Privilegio de su Concepción Inmaculada

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea.
Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti celestial Princesa, Virgen sagrada María
Te ofrezco, en este día, alma, vida y corazón.
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

Atendiendo el deseo de la Virgen Santísima Milagrosa recemos con confianza y fervor las siguientes Oraciones...

1ª INVOCACIÓN: Madre mía amantísima, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, en todos los instantes de mi vida acuérdate de mí, miserable pecador.

Padre nuestro

Decir 10 jaculatorias:

GUÍA: ¡OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA

TODOS: RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI!

Gloria

2ª INVOCACIÓN: Acueducto de las divinas gracias, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, concededme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados.
3ª INVOCACION: Reina de cielos y tierra, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos.
4ª INVOCA CIÓN: Inmaculada, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación.
5ª INVOCACIÓN: Abogada y refugio de nosotros pobres pecadores, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, asistidme en el trance de la muerte y abridme las puertas del cielo.
PEDIDO DE GRACIA Y FINAL: Santísima Virgen  te agradecemos las gracias que hemos obtenido por tu misericordiosa intercesión y te suplicamos nos ayudemos a alcanzar de Tu Divino Hijo Jesús la gracia de...(petición)

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN
Señor nuestro Jesucristo, que quisisteis honrar con innumerables milagros a vuestra Madre la beatísima Virgen María, inmaculada desde el primer instante de su concepción, concédenos que, implorando siempre su patrocinio, consigamos los goces eternos. Por Jesucristo nuestro Señor. Así sea.

SÚPLICA DE SAN BERNARDO
Acudamos a la maternal protección y amparo de la Santísima Virgen con la siguiente súplica (de San Bernardo):

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, hayan sido abandonados de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen Madre de las vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh purísima Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y atendedlas favorablemente.

LA SALVE REZADA 0 CANTADA

Dios te salve Reina y Madre, Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve, a ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos y gimiendo en este valle de lágrimas. ¡Ea!, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, Fruto Bendito de tu vientre, ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce siempre Virgen María. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oh Virgen Inmaculada, sabemos que siempre y en todas partes estás dispuesta a escuchar las oraciones de tus hijos desterrados en este valle de lágrimas, pero sabemos también, que tienes días y horas en los que te complaces en esparcir más abundantemente los tesoros de tus gracias. Y bien, oh María, henos aquí postrados delante de Ti, justamente en este día y hora bendita, por Ti elegida para la manifestación de tu Medalla. Venimos a Ti, llenos de inmensa gratitud y de ilimitada confianza en esta hora por Ti tan querida, para agradecerte el gran don que nos has hecho dándonos tu imagen, a fin que sea para nosotros testimonio de afecto y prenda de protección. Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo, cuánto nos has amado, y lo que debemos hacer para que no sean inútiles tantos sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo. Sí, Tu Corazón traspasado, representado en la Medalla, se apoyará siempre sobre el nuestro y lo hará palpitar al unísono con el tuyo. Lo encenderá de amor a Jesús y lo fortificará para llevar cada día la cruz detrás de Él.

Ésta es tu hora, oh María, la hora de tu bondad inagotable, de tu misericordia triunfante, la hora en la cual hiciste brotar, por medio de tu Medalla, aquel torrente de gracias y de prodigios que inundó la tierra. Haz, oh Madre, que esta hora que te recuerda la dulce conmoción de Tu Corazón, que te movió a venirnos a visitar y a traernos el remedio de tantos males, haz que esta hora sea también nuestra hora, la hora de nuestra sincera conversión, y la hora en que sean escuchados plenamente nuestros votos.

Tú, que has prometido justamente en esta hora afortunada, que grandes serían las gracias para quienes las pidiesen con confianza: vuelve benigna tu mirada a nuestras súplicas.

Nosotros te confesamos no merecer tus gracias, pero, a quién recurriremos oh María, sino a Ti, que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus gracias? Ten entonces piedad de nosotros. Te lo pedimos por tu Inmaculada Concepción, y por el amor que te movió a darnos tu preciosa Medalla. Oh Consoladora de los afligidos, que ya te enterneciste por nuestras miserias, mira los males que nos oprimen.

Haz que tu Medalla derrame sobre nosotros y sobre todos nuestros seres queridos tus benéficos rayos: cure a nuestros enfermos, dé la paz a nuestras familias, nos libre de todo peligro. Lleve tu Medalla alivio al que sufre, consuelo al que llora, luz y fuerza a todos. Especialmente te pedimos por la conversión de los pecadores, particularmente de aquéllos que nos son más queridos. Recuerda que por ellos has sufrido, has rogado y has llorado. Sálvanos, oh Refugio de los pecadores, a fin de que después de haberte todos amado, invocado y servido en la tierra, podamos ir a agradecerte y alabarte eternamente en el Cielo. Amén

Gloria.

Se reza a las 5 de la tarde del 27 de Noviembre, Fiesta de la Medalla Milagrosa, y en las necesidades urgentes, cualquier día, a esa hora.

RECUERDA: Por no cumplir los deseos de Nuestra Madre María de que se rezara el rosario cuando lo pidió a los videntes de Fátima ahora nos dice que debemos hacerlo todos los días.

Cualquier rosario es muy prontamente escuchado por Nuestra Madre si es rezado por los niños y niñas. Si ellos lo hacen más pronto vendrá la paz y se instalará el reino de Dios.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Santa Catalina Labouré

Fiesta 28 de noviembre

La vidente de la Medalla Milagrosa

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Primera visión de la Santísima Virgen

En la víspera de la fiesta de San Vicente de 1830, la Maestra de Novicias había dictado una lección sobre la devoción a los santos, y especialmente a Nuestra Señora. Ello inflamó en la Hna. Catalina el deseo de ver a la Madre de Dios. Cuando fue a acostarse, tomó un pedacito de un sobrepelliz de San Vicente, que la Maestra había dado a las novicias como reliquia, y se lo tragó, juzgando así que San Vicente podría alcanzarle esa gracia

La Hna. Catalina distribuye medallas milagrosas entre los revolucionarios de la Comuna de París, en 1871

Cuando todo en el convento estaba tranquilo y todos dormían, a las once y media de la noche, la Hna. Catalina oyó la voz de un niño que la llamaba. Abrió la cortina del lecho y vio a un chico de unos cinco años de edad, que le dijo: “Venga a la capilla. La Santísima Virgen la espera”. Catalina se vistió rápidamente y siguió al niño hasta la capilla, que estaba iluminada como para la Misa de Navidad.

El pequeño, que era el Ángel de la Guarda de Catalina, la condujo al presbiterio, al lado de la silla de brazos del Padre Director. Ahí ella se arrodilló. Después de un tiempo que le pareció largo, oyó el ruido del frufrú de un vestido de seda y vio a la Santísima Virgen sentarse en la silla. Deslumbrada, Catalina nos cuenta: “Di un salto hacia ella, poniéndome de rodillas sobre los escalones del altar y con las manos apoyadas sobre las rodillas de la Santísima Virgen. Fue el momento más dulce de mi vida. Me sería imposible expresar todo lo que sentí”. Y agrega: “Ella me dijo cómo yo debía proceder con relación a mi director, como debía proceder en las horas de sufrimiento y muchas otras cosas que no puedo revelar”.3

Esas cosas que no podía contar en 1830, las reveló más tarde: “Las desgracias se precipitarán sobre Francia; el trono será derrocado; el mundo entero será trastornado por males de todo género”. Habló también de “grandes abusos” y “gran relajamiento” en las comunidades de sacerdotes y monjas vicentinas, y que debía alertar de ello a los superiores.

Volvió, en seguida, a hablar de otros terribles acontecimientos que ocurrirían en un futuro más distante, previendo con 40 años de antecedencia las agitaciones de la Comuna y el asesinato del Arzobispo de París; prometió su especial protección, en aquellas horas trágicas, a los hijos y a las hijas de San Vicente de Paul.

Revelación extraordinaria de la Medalla Milagrosa

El día 27 de noviembre de 1830, Catalina había terminado de hacer la lectura de su meditación en la capilla, cuando oyó el característico frufrú de un vestido de seda. Miró al costado y vio a la Santísima Virgen vestida de blanco, sobre una media esfera. Tenía en las manos una bola que representaba al globo terrestre, y miraba hacia el Cielo.

“De repente —narra Catalina— percibí anillos en sus dedos, engastados con piedras brillantes, unas más grandes y más bellas que las otras, que despedían rayos también unos más bellos que otros”. Nuestra Señora le explicó que tales rayos simbolizaban las gracias que derramaba sobre las personas que las pedían.

Continua Catalina: “Se formó un marco ovalado alrededor de la Santísima Virgen, en lo alto del cual estaban escritas con letras de oro estas palabras: ¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos!

Al mismo tempo, una voz le dijo que mandase acuñar una medalla según aquel modelo, con la promesa de que todas las personas que la lleven al cuello recibirían muchas gracias, pero “serán abundantes para los que la usen con confianza”.

Instantes después el cuadro giró sobre sí mismo, y Catalina vio el reverso de la medalla.

Difusión de la Medalla y gracias recibidas

Catalina preguntó a la Santísima Virgen a quien debía recurrir para la confección de la medalla. La Madre de Dios le respondió que debía buscar a su confesor, el Padre Juan María Aladel: “Él es mi servidor”. Al inicio, el P. Aladel no creyó en lo que Catalina decía; pero, después de dos años de insistencia, le expuso el caso al Arzobispo de París, quien ordenó el 20 de junio de 1832 que fuesen acuñadas dos mil medallas.

El modo cómo se difundieron las medallas fue tan prodigioso, junto al gran número de gracias operadas, que la medalla pasó a ser conocida como la Medalla Milagrosa. Por ejemplo, en marzo de 1832, cuando iban a ser confeccionadas las primeras medallas, una terrible epidemia de cólera, proveniente de Europa oriental, alcanzó a París. Más de dieciocho mil personas murieron en pocas semanas. En un solo día, llegaron a producirse 861 muertes.

A fines de junio, las primeras medallas quedaron listas y comenzaron a ser distribuidas entre los contagiados. En ese mismo instante la peste amainó, y se iniciaron, uno tras otro, los prodigios que en pocos años harían mundialmente célebre a la Medalla Milagrosa.

La misión de Catalina Labouré estaba cumplida. Los 46 años que le restaron de vida, los pasó como una humilde hermana, de la cual prácticamente nada habría que decir. Sólo cuando se aproximó su muerte, en 1876, su superiora supo que ella había sido la privilegiada hermana que recibiera aquella sublime misión.

imageEl cuerpo incorrupto de Santa Catalina Labouré que se conserva hasta el día de hoy, expuesto en una urna en la misma capilla en donde tuvieron lugar las apariciones

Fue beatificada por el Papa Pío XI en 1933 y canonizada el día 27 de julio de 1947 por el Papa Pío XII.

Cincuenta y seis años después de su muerte, el cuerpo de Catalina fue encontrado enteramente incorrupto, y es así como se encuentra hasta hoy en la capilla de las Hermanas de la Caridad, en la Rue du Bac, en París.

viernes, 1 de noviembre de 2013

LA MEDALLA MILAGROSA

LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA, UNA MADRE PARA TODOS.

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Todos necesitamos el cuidado solícito de una madre en lo espiritual y esta madre la tenemos por expreso deseo de Jesucristo Redentor, que nos la legó en firme testamento firmado y sellado con su Preciosa Sangre desde la Cruz Redentora.
La humilde esclava del Señor, que aceptó ser Madre del Salvador acepta ahora la maternidad corredentora que se le encomienda en favor de toda la humanidad. El día 27 de noviembre de 1830 la bondadosa, solícita y buena Madre del Cielo, le mostró a santa Catalina Labouré, con una visión, grabada con letras de oro, la jaculatoria ¡OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS!, que tú terminas de rezar cincuenta veces. Esta jaculatoria, junto con llevar colgada al cuello la Medalla Milagrosa que también se le mostró, te garantiza, es promesa de la Virgen vivir bien, morir en paz con Dios y salvarte. Como Nuestra Madre amorosa nos escucha pidiéndole: “no desoigas nuestras súplicas en nuestras necesidades”, ella con maternal cuidado nos envía a través de la vidente Santa Catalina, la Santa de la Humildad y el Silencio, un rosario con el que ella satisface nuestras necesidades. Nosotros pedimos, Ella nos responde, entonces hagamos las oraciones que nos da con todo su amor para nuestro bien y salvación.

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

24 de noviembre

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Fiesta de Cristo Rey del Universo. Esta es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.

Al celebrar la fiesta de Cristo Rey para cerrar el año litúrgico se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres. Es importante recordar que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía. En una de sus parábolas Jesús nos habla de la venida de Nuestro Rey: Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en el trono de gloria, que es suyo. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual que el pastor separa las ovejas de los cabritos. y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver. Entonces los justos dirán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? El Rey responderá: En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí. Dirá después a los que estén a la izquierda: ¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; era forastero y no me recibieron en su casa; estaba sin ropa y no me vistieron; estuve enfermo y encarcelado y no me visitaron. Estos preguntarán también: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos? El Rey les responderá: En verdad les digo: siempre que no lo hicieron con alguno de estos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí. Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna.» Mt. 25,31-46.

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos: cuando den de comer al hambriento, al necesitado, cuando calmen la sed de un sediento de agua y de la Palabra de Dios; cuando reciban al prójimo en su casa, cuando vistan a quien no tiene ropas, cuando ayuden al enfermo o visiten al encarcelado para llevarle la paz del Señor, cuando demos limosna generosa para las necesidades de nuestra Iglesia y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, en nuestros trabajos y en todas partes. Porque dando se recibe la entrada al reino de los cielos donde Cristo es Nuestro Rey.

Jesús nos dice que su reino “es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”; “es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”. “La buena semilla es la gente del Reino. La maleza es la gente del Maligno”. Mt, 13,38 Seamos entonces semilla buena. En las Parábolas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo. Que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz. La Iglesia tiene el encargo de Predicar y Extender el reinado de Jesucristo entre los hombres para alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres. Jesucristo es un Rey que ejerce su poder únicamente con la fuerza del amor, del perdón, de la humildad y de la mansedumbre. Un Rey que no atropella ni violenta a nadie, y que no impone su yugo o su ley por capricho. El que lo acepte como Rey, debe acogerlo libremente y abrazar su misma “lógica”, que es la del amor y del perdón.

Su soberanía es la del amor, de la justicia y de la paz. Su trono es una cruz; su cetro, una caña con la que le golpean la cabeza; su corona, una corona de espinas. Su reino es para los pobres y humildes de corazón, para los mansos, los pacíficos y los misericordiosos; para los perseguidos por la verdad y la justicia. Su programa de vida se resume n el Sermón de la montaña, en las bienaventuranzas y el mandamiento de la caridad. Sus súbditos y sus amigos predilectos son los pobres y pecadores; sus compañeros de destino, los malhechores, como el “buen ladrón” que fue crucificado junto a Jesús.

Es Rey del universo porque el mundo fue hecho por sus manos y la creación entera obedece dócilmente sus mandatos.

Su fuerza es el perdón, el amor y la misericordia. Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos:

Ø Conocer a Cristo a través de la lectura y reflexión del Evangelio (estudio de la Biblia),

Ø Hacer oración personal y los sacramentos. Oremos con profundidad y meditación escuchando a Cristo que nos habla. Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad.

Ø Imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. La mejor manera de imitarle es siguiendo los pasos del servicio que humilde y perfectamente nos enseño el mismo Rey del Universo.

Ø Cumplir el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. “Hay de mí si no evangelizare”. Dice San Pablo.

Durante el Año de la Fe defiende tu fe y evangeliza en nombre de “Cristo Rey!”.

¡Viva Cristo Rey! ¡Venga a nosotros tu Reino, Señor!

Oración a Cristo Rey.

¡Oh Cristo Jesús! Os reconozco por Rey universal. Todo lo que ha sido hecho, ha sido creado para Vos. Ejerced sobre mí todos vuestros derechos. Renuevo mis promesas del Bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Y muy en particular me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia. ¡Divino Corazón de Jesús! Os ofrezco mis pobres acciones para que todos los corazones reconozcan vuestra Sagrada Realeza, y que así el reinado de vuestra paz se establezca en el Universo entero. Amén.
Consagración de la humanidad para el día de Cristo Rey por el Papa Pío XI

¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Miradnos humildemente postrados; vuestros somos y vuestros queremos ser, y a fin de vivir más estrechamente unidos con vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón. Muchos, por desgracia, jamás, os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo. ¡Oh Señor! Sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, que no perezcan de hambre y miseria. Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos; devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino. Conceded, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino ésta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.

PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

21 de noviembre

Es en una antigua y piadosa tradición que encontramos los orígenes de esta fiesta mariana que surge en el escrito apócrifo llamado "Protoevangelio de Santiago". Este relato cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén y la recibió el sacerdote, quien la bendijo y exclamó: «El Señor ha engrandecido tu nombre por todas las generaciones, pues al fin de los tiempos manifestará en ti su redención a los hijos de Israel.» Y allá la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios.

Cuenta el relato que iba con un vestido blanco y una capa azul con bordadura de oro

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Este día se celebra la consagración que María hizo de sí misma a Dios, ya desde su infancia, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su concepción inmaculada. En esta fecha son muchas las personas que renuevan las promesas de consagración religiosa, recordando la oblación primordial que hizo María de sí misma.

“¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios es sagrado, y vosotros sois ese templo.” (1 Corintios 3, 16-17) Este Año de la Fe renueva tus promesas con Dios y ocúpate de ser Templo Vivo de Dios imitando las virtudes de María.

Consagración: "Oh, Señora mía, oh madre mía, yo te entrego todo/a ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón. En una palabra todo mi ser. Ya que soy tuyo, oh madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya. Amén"

San Martin de Porres

Fiesta 3 de noviembre

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Nació en la ciudad de Lima, Perú, el día 9 de diciembre del año 1579. Fue hijo de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava, y de Ana Velásquez, negra libre panameña. El Espíritu hizo el corazón de Martín, manso y humilde como el de su Madre.

A los doce Martín entró de aprendiz de peluquero, y asistente de un dentista. La fama de su santidad era conocida en Lima. Por incitación del Fraile Juan de Lorenzana entra al Convento de Nuestra Señora del Rosario como Donado, pero él se entrega a Dios y su vida está presidida por el servicio, la humildad, la obediencia y un amor sin medida.

En un sueño Dios le manifiesta: "Pasar desapercibido y ser el último". Su anhelo más profundo siempre es de seguir a Jesús. Se le confía la limpieza de la casa; por lo que la escoba será, con la cruz, la gran compañera de su vida. Sirve y atiende a todos. A los dos años Fray Martín se convierta en hermano cooperador.

El 2 de junio de 1603 se consagra a Dios por su profesión religiosa. Se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor. Martín solía repetir: "No hay gusto mayor que dar a los pobres". En una finca de su hermana, daba cobijo a enfermos y pobres. Y en su patio acoge a perros, gatos y ratones.

Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos religiosos dominicos. Incomprensión y envidias: camino de contradicciones que fue asemejando al mulato a su Reconciliador. Era un virtuoso dócil.

Cuando vio el momento de ir a gozar de la presencia de Dios, pidió a los religiosos que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios. Murió el 3 de noviembre de 1639. Fue Beatificado en 1837 y canonizado en 1962. Las devociones en que se había distinguido el nuevo Santo son: su profunda humildad que le hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos por atender a enfermos y necesitados, provocándole el apodo de"Martín de la caridad".

Martín de Porres es un ejemplo vivo de que “Todo el que se humilla será enaltecido”

IMITEMOS LAS VIRTUDES DE HUMILDAD, MANSEDUMBRE, CARIDAD, SERVICIO Y ALEGRÍA.

DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS

2 DE NOVIEMBRE

Fuente: Catholic net y Arciprensa

Oramos por la liberación de las almas que sufren en el Purgatorio

La fiesta de los Fieles Difuntos consiste en orar por aquellos hermanos difuntos que se encuentran en un estado de purificación llamado Purgatorio para poder alcanzar la perfecta y santa unión con Dios para toda la eternidad.

El libro 2º de los Macabeos en el Antiguo Testamento dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46); siguiendo esta tradición, la Iglesia tiene la costumbre de orar por los difuntos.

San Gregorio Magno decía que: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso".

En el pasado, esta fiesta se orientaba a la tarea de liberar a las "benditas almas del Purgatorio." Ellas eran la "Iglesia Sufriente," en espera de que la "Iglesia Militante", es decir nosotros, hiciéramos algo para reducir su sufrimiento y así unirse a los santos del cielo, la "Iglesia Triunfante."

Jesús dijo:"...quien vive y cree en mí nunca morirá." Si creemos en Cristo Jesús hagamos oraciones a nuestros difuntos y ofrezcamos una misa por ellos en este día.

La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.

Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.

Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.

A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos.
Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.

La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan llegar a ver a Dios. Nuestra oración por los muertos puede ayudarles y hacer eficaz su intercesión a nuestro favor.

Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.

Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”. (CEC 1479)

Costumbres y tradiciones.
El altar de muertos
Es una costumbre mexicana relacionada con el ciclo agrícola tradicional. Los indígenas hacían una gran fiesta en la primera luna llena del mes de noviembre, para celebrar la terminación de la cosecha del maíz. Ellos creían que ese día los difuntos tenían autorización para regresar a la tierra, a celebrar y compartir con sus parientes vivos, los frutos de la madre tierra.

Para los aztecas la muerte no era el final de la vida, sino simplemente una transformación. Creían que las personas muertas se convertirían en colibríes, para volar acompañando al Sol, cuando los dioses decidieran que habían alcanzado cierto grado de perfección.

Mientras esto sucedía, los dioses se llevaban a los muertos a un lugar al que llamaban Mictlán, que significa “lugar de la muerte” o “residencia de los muertos” para purificarse y seguir su camino.

Los aztecas no enterraban a los muertos sino que los incineraban.
La viuda, la hermana o la madre, preparaba tortillas, frijoles y bebidas. Un sacerdote debía comprobar que no faltara nada y al fin prendían fuego y mientras las llamas ardían, los familiares sentados aguardaban el fin, llorando y entonando tristes canciones. Las cenizas eran puestas en una urna junto con un jade que simbolizaba su corazón.

Cada año, en la primera noche de luna llena en noviembre, los familiares visitaban la urna donde estaban las cenizas del difunto y ponían alrededor el tipo de comida que le gustaba en vida para atraerlo, pues ese día tenían permiso los difuntos para visitar a sus parientes que habían quedado en la tierra.

El difunto ese día se convertía en el "huésped ilustre" a quien había de festejarse y agasajarse de la forma más atenta. Ponían también flores de Cempazúchitl, que son de color anaranjado brillante, y las deshojaban formando con los pétalos un camino hasta el templo para guiar al difunto en su camino de regreso a Mictlán.

Los misioneros españoles al llegar a México aprovecharon esta costumbre, para comenzar la tarea de la evangelización a través de la oración por los difuntos.

La costumbre azteca la dejaron prácticamente intacta, pero le dieron un sentido cristiano: El día 2 de noviembre, se dedica a la oración por las almas de los difuntos. Se visita el cementerio y junto a la tumba se pone un altar en memoria del difunto, sobre el cual se ponen objetos que le pertenecían, con el objetivo de recordar al difunto con todas sus virtudes y defectos y hacer mejor la oración.

El altar se adorna con papel de colores picado con motivos alusivos a la muerte, con el sentido religioso de ver la muerte sin tristeza, pues es sólo el paso a una nueva vida.

Cada uno de los familiares lleva una ofrenda al difunto que se pone también sobre el altar. Estas ofrendas consisten en alimentos o cosas que le gustaban al difunto: dulce de calabaza, dulces de leche, pan, flores. Estas ofrendas simbolizan las oraciones y sacrificios que los parientes ofrecerán por la salvación del difunto.

Los aztecas fabricaban calaveras de barro o piedra y las ponían cerca del altar de muertos para tranquilizar al dios de la muerte. Los misioneros, en vez de prohibirles esta costumbre pagana, les enseñaron a fabricar calaveras de azúcar como símbolo de la dulzura de la muerte para el que ha sido fiel a Dios.

El camino de flores de cempazúchitl, ahora se dirige hacia una imágen de la Virgen María o de Jesucristo, con la finalidad de señalar al difunto el único camino para llegar al cielo.

El agua que se pone sobre el altar simboliza las oraciones que pueden calmar la sed de las ánimas del purgatorio y representa la fuente de la vida; la sal simboliza la resurrección de los cuerpos por ser un elemento que se utiliza para la conservación; el incienso tiene la función de alejar al demonio; las veladoras representan la fe, la esperanza y el amor eterno; el fuego simboliza la purificación.
Los primeros misioneros pedían a los indígenas que escribieran oraciones por los muertos en los que señalaran con claridad el tipo de gracias que ellos pedían para el muerto de acuerdo a los defectos o virtudes que hubiera demostrado a lo largo de su vida.
Estas oraciones se recitaban frente al altar y después se ponían encima de él. Con el tiempo esta costumbre fue cambiando y ahora se escriben versos llamados “calaveras” en los que, con ironía, picardía y gracia, hablan de la muerte.

La Ofrenda de Muertos contiene símbolos que representan los tres “estadios” de la Iglesia:
1) La Iglesia Purgante,
conformada por todas las almas que se encuentran en el purgatorio, es decir aquéllas personas que no murieron en pecado mortal, pero que están purgando penas por las faltas cometidas hasta que puedan llegar al cielo. Se representa con las fotos de los difuntos, a los que se acostumbra colocar las diferentes bebidas y comidas que disfrutaban en vida.
2) La Iglesia Triunfante, que son todas las almas que ya gozan de la presencia de Dios en el Cielo, representada por estampas y figuras de santos.
3) La Iglesia Militante, que somos todos los que aún estamos en la tierra, y somos los que ponemos la ofrenda.

En algunos lugares de México, la celebración de los fieles difuntos consta de tres días: el primer día para los niños y las niñas; el segundo para los adultos; y el tercero lo dedican a quitar el altar y comer todo lo que hay en éste. A los adultos y a los niños se les pone diferente tipo de comida.

Cuida tu fe

Halloween significa "All hallow's eve", palabra que proviene del inglés antiguo, y que significa "víspera de todos los santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Sin embargo, la antigua costumbre anglosajona le ha robado su estricto sentido religioso para celebrar en su lugar la noche del terror, de las brujas y los fantasmas. Halloween marca un retorno al antiguo paganismo, tendencia que se ha propagado también entre los pueblos hispanos.

Esta costumbre proviene de los celtas que vivieron en Francia, España y las Islas Británicas.

Ellos prendían hogueras la primera luna llena de Noviembre para ahuyentar a los espíritus e incluso algunos se disfrazaban de fantasmas o duendes para espantarlos haciéndoles creer que ellos también eran espíritus.

Cuídate de no caer en esta  práctica anticristiana (no agradable a Dios) que la tradición pagana del Halloween promueve.

LA VERDADERA PRACTICA CATÓLICA DE LOS FIELES DIFUNTOS.

  • La institución del Día de los Fieles Difuntos para  orar por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.
  • Ofrecer obras de penitencia, oraciones, limosnas e indulgencias para que los difuntos alcancen la salvación.
  • Confesar, comulgar y rezar el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre, podemos abreviar el estado de purificación en el purgatorio.
  • Hacer Oración para que las almas de los difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Así sea.

Novena de oración por nuestros difuntos

Novena por los Fieles Difuntos

Rogamos por todas las almas del purgatorio, especialmente por los padres, parientes y amigos, para que logren el descanso eterno.

Esta novena la rezamos por nuestros difuntos o almas del Purgatorio, para que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras les aprovechen y lleguen pronto a unirse con Dios en el cielo.
Rezar la oración del día que corresponda y terminar con la oración final y el responso:

Oración Final y Responso
Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.

Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio.

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis pasos.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
V. Dales, Señor, el descanso eterno y luzca para ellos la luz eterna.
R. Cuando vengas a purificar al mundo en fuego.
Padrenuestro.
V. De la puerta del infierno
R. Saca, Señor, sus almas.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
V. Señor, oye mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.

Oremos. Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.

DÍA PRIMERO
Por la señal,etc.
¡Señor mío, Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amen.

Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta: te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que por no haberla tenido se están purificando en el purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo pedimos por la intercesión de tu Madre purísima y de San José.
Terminar con la oración final y el responso

DÍA SEGUNDO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que eres cabeza de todos tus fieles cristianos que en ti nos unimos como miembros de un mismo cuerpo que es la Iglesia: te suplicamos nos unas más y más contigo y que nuestras oraciones y sufragios de buenas obras aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus hermanos del cielo.
Terminar con la oración final y el responso

DÍA TERCERO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que pecan castigas con justicia en esta vida o en la otra: concédenos la gracia de nunca pecar y ten misericordia de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y por amor del regalo, satisfacer en esta vida y están padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos llévalos pronto a su descanso.
Terminar con la oración final y el responso

DÍA CUARTO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que exiges la penitencia aun de los pecados veniales en este mundo o en el otro: danos temor santo de los pecados veniales y en misericordia de los que, por haberlos cometido, están ahora purificándose en el purgatorio y líbralos a ellos y a todos los pecadores de sus penas, llevándoles a la gloria eterna.
Terminar con la oración final y el responso
DÍA QUINTO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bastante caridad con el pobre, castigas en la otra con la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las virtudes de la mortificación y de la caridad y acepta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno.
Terminar con la oración final y el responso

DÍA SEXTO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que quisiste que honrásemos a nuestros padres y parientes y distinguiésemos a nuestros amigos: te rogamos por todas las ánimas del purgatorio, pero especialmente por los padres, parientes y amigos de cuantos hacemos está novena, para que logren el descanso eterno.
Terminar con la oración final y el responso

DÍA SÉPTIMO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que no se preparan a tiempo para la muerte, recibiendo bien los últimos sacramentos y purificándose de los residuos de la mala vida pasada, los purificas en el purgatorio con terribles tormentos: te suplicamos, Señor, por los que murieron sin prepararse y por todos los demás, rogándote que les concedas a todos ellos la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sacramentos.

Terminar con la oración final y el responso
DÍA OCTAVO

Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, que a los que vivieron en este mundo demasiado aficionados a los bienes terrenales y olvidados de la gloria, los retienes apartados del premio, para que se purifiquen de su negligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso, sus ansias y colma sus deseos, para que gocen pronto de tu presencia, y a nosotros concédenos amar de tal manera los bienes celestiales, que no deseemos desordenadamente los terrenos.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA NOVENO
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Señor mío Jesucristo, cuyos méritos son infinitos y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hijos que gimen en el purgatorio anhelando la hora de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a tu lado y; mirándolos, compadécete de sus penas y perdona lo que les falta para pagar por sus culpas. Nosotros te ofrecemos nuestras obras y sufragios, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reciban de tus manos su libertad y la gloria eterna.

Terminar con la oración final y el responso

DÍA DE TODOS LOS SANTOS

1º DE NOVIEMBRE

En la tradición católica, el Día de Todos Los Santos, fue instituido en honor de todos los santos, conocidos y desconocidos para conmemorar la santidad, la pureza y la alegría, virtudes que como iglesia estamos invitados a imitar de los santos.

E 1º de Noviembre fue dedicado para rezar a los santos invocando su intercesión por nosotros y por el mundo entero.

Este día Dios nos hace un llamado a todos a la santidad: a hacer las cosas bien, con amor y por amor a Dios. Esforzarnos para alcanzar la santidad, disponernos de corazón a una verdadera conversión y CREER verdaderamente en Dios. Para alcanzar la santidad:

- Identifica lo que te hace pecador e impuro ante Dios, libérate de todos los males y pecados que te esclavizan. Confiésate, pide perdón a Dios.

- Haz oración humildemente, implorando la misericordia de Dios.

-Busca el camino de la santidad en la vida de los santos. Imitando sus virtudes.

Pídele a cada santo te ayude para alcanzar las virtudes que los llevaron a la santidad.