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viernes, 1 de noviembre de 2013

San Martin de Porres

Fiesta 3 de noviembre

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Nació en la ciudad de Lima, Perú, el día 9 de diciembre del año 1579. Fue hijo de Juan de Porres, caballero español de la Orden de Calatrava, y de Ana Velásquez, negra libre panameña. El Espíritu hizo el corazón de Martín, manso y humilde como el de su Madre.

A los doce Martín entró de aprendiz de peluquero, y asistente de un dentista. La fama de su santidad era conocida en Lima. Por incitación del Fraile Juan de Lorenzana entra al Convento de Nuestra Señora del Rosario como Donado, pero él se entrega a Dios y su vida está presidida por el servicio, la humildad, la obediencia y un amor sin medida.

En un sueño Dios le manifiesta: "Pasar desapercibido y ser el último". Su anhelo más profundo siempre es de seguir a Jesús. Se le confía la limpieza de la casa; por lo que la escoba será, con la cruz, la gran compañera de su vida. Sirve y atiende a todos. A los dos años Fray Martín se convierta en hermano cooperador.

El 2 de junio de 1603 se consagra a Dios por su profesión religiosa. Se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor. Martín solía repetir: "No hay gusto mayor que dar a los pobres". En una finca de su hermana, daba cobijo a enfermos y pobres. Y en su patio acoge a perros, gatos y ratones.

Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos religiosos dominicos. Incomprensión y envidias: camino de contradicciones que fue asemejando al mulato a su Reconciliador. Era un virtuoso dócil.

Cuando vio el momento de ir a gozar de la presencia de Dios, pidió a los religiosos que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a Dios. Murió el 3 de noviembre de 1639. Fue Beatificado en 1837 y canonizado en 1962. Las devociones en que se había distinguido el nuevo Santo son: su profunda humildad que le hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos por atender a enfermos y necesitados, provocándole el apodo de"Martín de la caridad".

Martín de Porres es un ejemplo vivo de que “Todo el que se humilla será enaltecido”

IMITEMOS LAS VIRTUDES DE HUMILDAD, MANSEDUMBRE, CARIDAD, SERVICIO Y ALEGRÍA.

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