Autor: Nora Ruano
El 24 de enero la Iglesia Católica hace Memoria del santo Francisco de Sales, alguien de quién tenemos un hermoso ejemplo de amabilidad. Tanto el trato con las demás personas; a quienes siempre vio como hermanos Cristo, como en sus escritos vemos un lenguaje amable. Dice las verdades con la amabilidad que te atrapa a escucharle al leerle. Una de sus frases más conocidas por el contenido de su sabiduría en una combinación de amabilidad es sin duda “ La medida del amor es amar sin medida” Algo que nos pide Dios hacer amar, sin medida a toda persona, sin importar, incluso que se ame a quien nos haga daño. Jesús dijo en la montaña que no busquemos pleito que cedamos ante el malvado pues así quedaremos bien ante Dios. (Mt 5, 39-41), nos evitaremos ir al infierno y ganaremos el boleto de entrada a los cielos. Esto que Jesús nos pide fue lo que hicieron quienes alcanzaron la santificación, perfeccionaron su carácter a la Luz de Cristo, según sus enseñanzas y se santificaron. Cada santo tiene alguna gracia que sobresale, y en Francisco de Sales conocemos como ser verdaderamente amables. Cómo hablar y actuar con amabilidad hacia el hermano.
Los santos son ejemplos de santidad a imitar, y nunca debemos caer en la idolatría de una imagen de alguno de ellos. Toda imagen de santos, de la Virgen, de Jesús o de Dios Padre son solo imágenes que debemos tomar como fotografías solo para recordar esa gracia que debemos desarrollar y para no olvidarnos de Dios.
Aprendamos de este santo a hablar con amabilidad y sabiduría para que la lengua no nos traicione y meta en líos. Seamos amables con todos, especialmente con aquellos que nos consideran enemigos y oremos por sus almas pidiendo a Dios su conversión. Al ser amables con los demás estaremos construyendo un mundo de paz e instalando el reino de Dios en este mundo terrenal.
Derramemos amabilidad con el amigo, los familiares, desconocidos, conocidos y con aquellos que nos han hecho algún daño para que podamos mostrarle el amor del cuál Dios nos creó y puedan aprender a amar al ser amado, perdonar, al ser perdonado y amable al ser tratado con amabilidad.
La amabilidad es una gracia concedida por Dios y es una Luz brillando desde nuestro interior hacia los demás.
Con esfuerzo y paciencia podemos lograr lo que nos proponemos: recorrer el camino de la santidad como nos indica este santo: sin mirar ni a la derecha ni a la izquierda para no distraernos, más bien caminemos recto hacia Dios evitando ir a parar al infierno. Recordemos una sabia frase de este mismo santo: “El infierno está lleno de buenas voluntades y deseos.” Así que a nuestra buena voluntad acompañémosla de hechos firmes para que nuestros deseos de santificarnos para ir con Dios sean hechos reales y no solo deseos o voluntades que nos lleven al infierno.
Pidamos a este santo nos conceda de Dios la gracia de la paciencia, la amabilidad y la rectitud para alcanzar la santidad.
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