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sábado, 8 de junio de 2013

Consagración al Sagrado Corazón

Quien se consagra al Sagrado Corazón de Jesús con corazón sincero tiene la fortaleza para cumplir sus mandamientos y las leyes divinas, pero sobre todo, la seguridad de que solo pertenece a Dios y sólo Él puede mandar en su corazón y disponer de todos los actos de su vida y de su vida misma.

z_margarita_al_jesus2 El Sagrado Corazón de Jesús quiso seguir  dándonos más y a través de la vidente María Margarita de Alacoque, a quien se le apareció en varias ocasiones y le mostró su Sagrado Corazón nos dice que nos espera con los brazos abiertos para que vayamos a Él, aún cuando es sabedor de todos nuestros pecados y debilidades, nos insiste en en estar esperándonos. Volvamos a Él con el corazón ardiente y hagamos de nuestra vida y de nuestro ser una entrega diaria a ÉL que tanto nos ama.

Pídanosle por nuestros sacerdotes, pastores enviados por Él y para quienes Jesús Agonizante a través del vidente nigeriano Bernabé Nwoye nos pide orar por ellos diciéndonos que Él los puso ahí, como sacerdotes y Él sabe por qué los puso que nunca critiquemos a sus sacerdotes, nuestros pastores y oremos por ellos.

En razones más terrenales como fieles  y creyentes de Dios podemos pensar iluminados por el Espíritu Santo  que los sacerdotes como pastores enviados de Dios a evangelizar y guiar a su rebaño a Él están expuestos a muchas cosas que vienen del enemigo para entorpecer los planes del Señor y un ejemplo muy grande lo fue San Juan María Vianey quien tuvo que soportar las interferencias del mismo Maligno. ¿Cuántos sacerdotes han tenido que soportar esas interferencias y tentaciones del mal? Seguramente muchos y no es necesario saber quiénes y qué tanto. Lo necesario y urgente es hacer oración por ellos.  Hagamos la oración por voluntad propia que así agradaremos más al Señor y verá cumplidos sus deseos. Por estas razones el Sagrado Corazón me inspira pedir así:

Consagración de los sacerdotes al Sagrado Corazón de Jesús

Sagrado Corazón de Jesús, yo humilde sierva tuya

no tengo más deseo  que orar desde mi corazón,

cumplir tus santos deseos y tu sagrada voluntad,

suplicante te pido escuches mi oración:

Te consagro a los sacerdotes que Tú mismo elegiste

para ser los pastores de Tu pueblo,

tómalos como posesión Tuya y parte de Tu Ser,

habita en sus corazones para que latan unidos al Tuyo;

si en sus corazones hay frialdad o tibieza, hazlos ardiente como el Tuyo,

si en sus corazones hay aflicciones dales Tu confianza,

si en sus corazones hay desamor llénalos de Tu amor,

en sus corazones frágiles o débiles por Tu firmeza y fortaleza,

y que así como fueron unidos tus pies en la cruz

y por la sangre que manó de Tu pie derecho

une fuertemente a todos los sacerdotes con el Papa

para que caminen juntos en la humildad, la sencillez,

la caridad y el amor al prójimo con tierna dulzura.

Para que puedan cumplir fielmente la misión

De ir a evangelizar a tu pueblo

Tal como lo ordenaste a los apóstoles

guiados por Ti a través de San Pedro,

en quien edificaste Tu Iglesia e hiciste Primer Papa;

ponles Tu armadura.

Cubre sus cabezas con el yelmo de la salvación,

Ponles un corazón semejante al Tuyo,

Cíñelos con el cinto de la verdad,

Calza sus pies con el apresto del evangelio de paz,

Dales la coraza de justicia,

El escudo de la fe y la espada del Espíritu

Para que apaguen todos los dardos de fuego

Con que los ataca el maligno.

Si tomas como tuyos a todos los sacerdotes

Y les pones tu armadura se santificarán,

Tu pueblo se convertirá y seguirá a María,

Tu misericordiosa Madre,

Quien con maternal acompañamiento

Nos conducirá a Ti y entraremos a Tu reino.

Amén.

COPIA-~1LA CONSAGRACIÓN DIARIA AL SAGRADO CORAZÓN.

Acto de Consagración que hizo de sí Santa Margarita María al Divino Corazón de Jesús.

 

 

  Yo, me dedico y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo; le entrego mi persona y mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos, para no querer ya servirme de ninguna parte de mi ser sino para honrarle, amarle y glorificarle. Ésta es mi irrevocable voluntad: pertenecerle a Él enteramente y hacerlo todo por amor suyo, renunciando de todo mi corazón a cuanto pueda disgustarle.

Te tomo, pues, Corazón divino, como único objeto de mi amor, por protector de mi vida, seguridad de mi salvación, remedio de mi fragilidad y mi inconstancia, reparador de todas las faltas de mi vida, y mi asilo seguro en la hora de la muerte. Sé, pues, Corazón bondadoso, mi justificación para con Dios Padre, y desvía de mí los rayos de su justa indignación. Corazón amorosísimo, en ti pongo toda mi confianza, porque, aun temiéndolo todo de mi flaqueza, todo lo espero de tu bondad. Consume, pues, en mí todo cuanto pueda disgustarte o resistirte. Imprímase tu amor tan profundamente en mi corazón, que no pueda olvidarte jamás, ni verme separado de ti. Te ruego encarecidamente, por tu bondad que mi nombre esté escrito en ti. Ya que quiero constituir toda mi dicha y toda mi gloria en vivir y morir llevando las cadenas de tu esclavitud. Así sea.

MÁXIMAS DE SANTA MARGARITA

"Dios es mi todo, y todo, fuera de El, es nada para mí".

"El Corazón de Jesús tanto cuidado tendrá de vosotros cuanto os confiéis y abandonéis a El".

"Cuando no miramos más que a Dios, ni buscamos otra cosa que su divina gloria, no hay nada que temer".

"En la voluntad de Dios encuentra su paz nuestro corazón y el alma su alegría y su descanso".

"Todas las más amargas amarguras no son más que dulzura en este adorable Corazón, donde todo se trueca en amor".

"Es preciso darlo todo para tenerlo todo; el amor divino no sufre mezcla de cosa alguna".

"Es bueno caminar por la fuerza de su Amor en sentido contrario a nuestras inclinaciones, sin Otro placer ni contento sino el de no tener ninguno".

"Las cruces, desprecios, dolores y aflicciones son los verdaderos tesoros de los amantes de Jesucristo crucificado".

"El mayor bien que podemos tener en esta vida es la conformidad con Jesucristo en sus padecimientos".

"El Corazón de Jesús es un tesoro oculto e infinito que no desea más que manifestarse a nosotros".

SAN LUIS MARIA GRIGNIONCONSAGRACIÓN A JESUCRISTO, SABIDURÍA ENCARNADA  EN MARÍA,   POR SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT

¡Sabiduría eterna y encarnada!
¡Amabilísimo y adorable Jesús,
verdadero Dios y verdadero hombre,
Hijo único del Eterno Padre
y de María siempre Virgen!
Te adoro profundamente
en el seno y en los esplendores de tu Padre,
durante la eternidad,
y en el seno virginal de María,
tu dignísima Madre,
en el tiempo de tu encarnación.
Te doy gracias de que te has anonadado,
tomando la forma de un esclavo,
para sacarme de la cruel esclavitud del demonio.
Te alabo y te glorifico
porque has tenido la bondad
de someterte en todo a María,
tu Santa Madre,
con el fin de hacerme, por medio de Ella,
un fiel esclavo.
Pero, desgraciadamente,
¡ingrato e infiel como soy!,
no he observado los votos y las promesas
que con tanta solemnidad
te he hecho en mi Bautismo:
no he cumplido con mis obligaciones.
No merezco llamarme hijo tuyo, ni tu esclavo;
y, como no hay nadie en mí
que no merezca tus rechazos y tu cólera,
ya no me atrevo a acercarme por mí mismo
a tu santa y augusta Majestad.
Por eso he recurrido a la intercesión
y a la misericordia de tu Santísima Madre,
que me has dado como Medianera para contigo;
y es por medio de Ella que espero obtener de Ti
la contrición y el perdón de mis pecados,
la adquisición y la conservación de la Sabiduría.
Te saludo, pues, ¡María Inmaculada!,
vivo tabernáculo de la divinidad,
escondida en el cual, la eterna Sabiduría,
quiere ser adorada por los Ángeles
y por los hombres.
Te saludo, ¡Reina del Cielo y de la tierra!,
a cuyo imperio todo está sometido,
todo lo que está por debajo de Dios.
Te saludo, ¡seguro Refugio de los pecadores!,
cuya misericordia no faltó a nadie.
Escucha los deseos que tengo
de la divina Sabiduría,
y recibe para eso los votos y los dones
que mi bajeza te presenta.
Yo...infiel pecador,
renuevo y ratifico hoy en tus manos
los votos de mi Bautismo:
renuncio para siempre a Satanás,
a sus seducciones y a sus obras,
y me doy enteramente a Jesucristo,
la Sabiduría encarnada,
para llevar mi cruz tras Él
todos los días de mi vida,
y para que yo le sea más fiel
de como lo he sido hasta ahora.
Te escojo hoy,
en presencia de toda la Corte celestial,
como Madre y Señora mía.
Te entrego y consagro, en calidad de esclavo,
mi cuerpo y mi alma,
mis bienes interiores y exteriores,
y el valor mismo de mis buenas acciones
pasadas, presentes y futuras,
dejándote un entero y pleno derecho
de disponer de mí y de todo lo que me pertenece,
sin excepción, según tu agrado,
a la mayor gloria de Dios
en el tiempo y en la eternidad.
Recibe, ¡Virgen bondadosa!,
esta pequeña ofrenda de mi esclavitud,
en honor y en unión con la sumisión
que la eterna Sabiduría
gustosamente quiso observar
para con tu maternidad;
en homenaje al dominio que ustedes, los dos,
tienen sobre este pequeño gusano
y miserable pecador;
y en acción de gracias por los privilegios
con los que la Santísima Trinidad
te ha favorecido.
Proclamo que desde ahora
quiero, como verdadero esclavo tuyo,
procurar tu honor y obedecerte en todo.
¡Madre admirable!, preséntame
a tu querido Hijo,
en calidad de eterno esclavo,
para que Él, que por Ti me rescató,
por Ti me reciba.
¡Madre de misericordia!, hazme la gracia
de obtener la verdadera sabiduría de Dios
y de colocarme, para eso,
en el número de las personas
a las que amas, instruyes, guías,
alimentas y proteges
como a hijos y esclavos tuyos.
¡Virgen fiel!, vuélveme en todo
un perfecto discípulo, imitador y esclavo
de la Sabiduría encarnada,
Jesucristo, Hijo tuyo,
tanto que por tu intercesión y con tu ejemplo
yo llegue a la plenitud de su edad en la tierra
y de su gloria en los Cielos. Amén.

 SAN_CL~1Ofrecimiento de sí mismo y de todas sus cosas al Corazón de Jesús, de San Caludio de la Colombière

"Oh! Corazón de mi amantísimo Jesús! Corazón dignísimo de toda mi adoración y amor! Yo [N..] inflamado en el deseo de compensar y borrar tantas y tan graves injurias cometidas contra vos, y para huir cuanto está de mi parte el vicio de ingrato, os entrego y consagro del todo mi corazón con todos sus afectos, y a mí mismo con todo cuanto soy enteramente. Protesto que es mi deseo puro y sincero de olvidarme del todo desde esta hora y momento, de mí mismo y de todas mis cosas, para que, quitados todos los impedimentos, pueda entrar en vuestro Sacrosanto Corazón, que con singular misericordia me habéis abierto, y habitar en él vivo y muerto con vuestros fieles siervos.
Encendido, pues, todo en vuestro amor, ofrezco gustoso a este Divinísimo Corazón todo el mérito y satisfacción que puedo tener en los santos sacrificios de la Misa, oraciones, obras de penitencia, humildad, obediencia y de todas las demás virtudes que ejercitare por todo el tiempo de mi vida hasta el último aliento de ella. No sólo quiero hacer todo esto en alabanza y honra del Corazón de Jesús, sino que también le pido humilde e instantemente, se digne de admitir esta perfecta donación de todas mis cosas, que hago a este Santísimo Corazón: de suerte que pueda disponer de todas ellas a su arbitrio, aplicándolas a quien fuere servido, o destinándolas al fin que más le agradare. Y porque ya tengo cedida a las ánimas del Purgatorio toda la satisfacción que pueda tener en mis obras, deseo se les aplique, según el beneplácito del Corazón de Jesús.
Pero no debiendo impedir esta mi donación que yo pueda ofrecer las Misas y oraciones según lo pidieren algunas veces la obediencia y caridad, habiendo de valerme entonces de los bienes ajenos y que ya pertenecen al Corazón de Jesús, es mi intención que todas las obras de virtud que ejercitare entonces, queden dedicadas y consagradas al Corazón de Jesús, como bienes propios suyos.
¡Oh! Corazón Santísimo! Enseñadme, os ruego, el camino que debo tomar para que, olvidado enteramente de mí mismo, llegue a conseguir la pureza de vuestro amor, cuyo deseo me habéis infundido. Abrásome en vehementes deseos de agradaros; pero siento que de ningún modo podré llegar a conseguir lo que deseo sin aquel grande auxilio, que Vos solamente podéis darme.
Perfeccionad, pues, en mí, Oh! Corazón santísimo, todo lo que os es agradable y conforme a vuestra voluntad. Conozco ciertamente que yo repugno y resisto; pero, si no me engaño, no quisiera resistir: a Vos os toca dar y perfeccionarlo todo. A vos sólo, Oh! Corazón santísimo, se deberá toda la gloria de mi santidad, si mereciere finalmente el conseguirla: ni yo quiero aspirar en adelante a la misma santidad con otro fin, sino el de vuestra gloria y alabanza. Amén.

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