“27 De manera que, cualquiera que comiere este pan ó bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Por tanto, pruébese cada uno á sí mismo, y coma así de aquel pan, y beba de aquella copa. 29 Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor. 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos han muerto”.
Quien come el pan y bebe la sangre de Cristo siendo indigno se convierte en reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Pues quien come y bebe sin distinguir que la Hostia Sagrada es verdadero Cuerpo y verdadera Sangre de Cristo, come y bebe su propio castigo. De tal manera que quien tiene maldad en su corazón come y bebe su castigo, quien profana el Sagrario para hurtar el cuerpo y sangre de Cristo para fines malévolos como hacer misas negras o para cualquier tipo de hechicería, se lleva su propio castigo, cualquier agente del mal, cualquier hechicero o hechicera que come el cuerpo y bebe la sangre de Cristo, bebe su propio veneno y le aplasta un gran castigo”
Hay personas que al recibir la hostia en su boca inmediatamente la saca y se la llevan. Otros más profanan el Sagrario y la hurtan y todo para darle un uso incorrecto.
El cuerpo y la Sangre de Cristo en la Hostia es para unirnos a Cristo nuestro Redentor. Quien come el pan y bebe la sangre de Cristo dignamente, con amor logra esa unión con Dios; y el que no lo hace de esta manera solo está bebiendo su propio veneno y solo abre su boca para que entre y lo consuma el castigo.
Recordemos cómo anunció Jesús la traición de Judas Iscariote en la última cena y como fue reo del cuerpo y de la sangre de Cristo siendo su castigo la muerte.
“¡ay de aquel que lo traiciona! Hubiera sido mejor para él no haber nacido.” (Mt 26:24)
Comamos el Cuerpo y bebamos la Sangre de Cristo con verdadero amor y con la clara convicción de que en la Hostia recibimos a Cristo mismo. Hagamos esto limpios de pecado.
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