Fiesta: 12 de julio
Santa Verónica es la hemorroisa de los evangelios, a la que el Señor curó de una enfermedad de flujos de sangre (Mt 9, 20-22), la mujer compasiva que consoló a Jesús secándole la sangre de su golpeado rostro, camino al Calvario en la sexta estación del Vía Crucis. En premio a su compasión y amor, Él deja impreso su rostro en esa tela, a la que se le conoce como el Velo de la Verónica.
En él se describe “la efigie de un hombre de cabello largo, con la cara tumefacta, la frente ensangrentada, la nariz contusa (Mr 15:17 - Mt 27:29) y una mejilla hinchada (Jn 18:22).”
Observaciones bajo luz ultravioleta han confirmado que no hay pintura sobre el Velo. El estudio concluye que la imagen del Velo es la misma imagen de Cristo que se ve en la Sábana Santa de Turín.
En la acción de Verónica vemos como Dios prepara nuestros caminos: ella padeciendo de flujos de sangre fue curada por Jesús para después ser ella misma, la que padecía esos sangrados, la que se atrevió a ofrecer su velo para limpiar la sangre del rostro de Cristo para que pudiera ver mejor nuestro Señor y al mismo tiempo recibir la misericordia de uno de los presentes.
Jesús en la Sagrada Escritura nos dice que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, que lo que Dios dice se cumple. Si visitamos al enfermo y le ofrecemos nuestra ayuda, le estamos curando sus heridas, si le damos de comer al que no tiene, le damos de comer a Cristo. Es así como Él nos dice que lo consolamos. Si somos misericordiosos como Verónica entonces también se cumplirá en nosotros ser llamados “…benditos de Mi Padre” (Mt 25, 34)
Lo más importante de la acción de Verónica es justamente el consolar a Jesús, ella le ofrece agua y su velo. El Señor siente el amor fiel de su hermana que lo consuela. Y Jesús nos insiste con la estampación de su rostro en el velo de esta mujer: ¡Mírame cómo sufro por que te amo! ¡Consuélame Verónica de estos tiempos! ¡Mira mi rostro y no olvides nunca que estoy ofreciendo mi vida por ti! Lleva una vida santa para que me consueles. Consuélame y adora mi sangre vertida con amor por ti.
¿Cuántos adoran y consuelan al Señor? ¿Cuántos escuchan sus angustiosos llamados? ¿Cuántos acuden en julio ante el Sagrario a consolar y adorar a Jesús?
Jesús necesita a la Verónica de estos tiempos de perdición y no hay nadie que lo consuele. ¡Qué ingratos somos!
Santa Verónica nos invita a consolar y adorar a Jesucristo. No sigamos sordos ni ciegos que el mundo está en la perdición. La sexta copa se ha derramado. Cristo ya viene muy pronto, está en camino. y tú…¿estás preparado para recibirle y decirle por qué no lo consolaste, por qué no lo adoraste, por qué no valoraste el precio de tu salvación?.
Se la Verónica de estos tiempo: consuela y adora a tu Señor, que dio la vida por ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario