12 de julio.
La hemorroisa de los evangelios, a la que el Señor curó de flujos de sangre (Mt 9, 20-22) Es la mujer compasiva que secó la sangre de Jesús, en su camino al Calvario en la sexta estación del Via Crucis. Le enjugó el rostro con su velo, en el que el Señor quiso dejar estampado su rostro: el Velo de la Verónica el mismo Rostro del Señor, presente en cada partícula de la Sagrada Eucaristía. ¿Cómo tratamos el Rostro de Jesús en el Santísimo Sacramento? ¿Le escupimos y abofeteamos con nuestros pecados? ¿Hacemos reparación adorándole debidamente? ¿Creemos que la Hostia Sagrada es verdaderamente el cuerpo y la sangre de Jesús? Dice el Señor: “…dichosos los que creen sin haber visto.” (Jn. 20, 29) y nos pregunta: ¿Dónde está la Verónica de estos tiempos? La que necesita Jesús le consuele. Dichoso si crees que necesita ser consolado por ti y lo consueles y no te portes como Santo Tomás que creyó en su resurrección hasta que metió sus dedos en la llaga del costado de nuestro Señor
Consuela a Jesucristo Agonizante haciendo las oraciones del Devocionario de la Sangre de Cristo en julio y especialmente haz la novena a la Santísima Trinidad los días 13. 14 y 15 de julio.
En las Oraciones de Reparación Jesucristo Agonizante nos dice nuestro Señor:
SEXTO LLAMADO ANGUSTIOSO
“Hijo Mío, acércate a Mí y escucha Mi angustioso llamado. Diariamente ando buscando quien Me consuele, y no encuentro a nadie. Mira Mi rostro Agonizante. ¿Dónde está la Verónica de estos tiempos? ¿Dónde está para que Me limpie el rostro y Me consuele? ¿Acaso se ha unido a la multitud gritando: ¡crucifícalo, crucifícalo!?
Se han olvidado que Yo Soy su Mesías, que los sacó de Egipto, que los alimentó con el maná celestial y los acogió bajo Sus alas en seco y ardiente desierto.
Me has rechazado y ya no hay nadie que me ayude. Hijo, así es como tú abandonas tu cruz, y te alejas del camino del Calvario, dejándome sufrir solo.
En verdad te digo, hijo Mío… NO HAY OTRO CAMINO QUE TE CONDUZCA A LA TIERRA PROMETIDA, QUE EL CAMINO DE LA SANTA CRUZ. CARGA CON TU CRUZ Y SÍGUEME TODOS LOS DÍAS DE TU VIDA.
Ayúdame a cargar todas estas cruces que han sido rechazadas, que Mi pueblo ha abandonado para que Yo las lleve. HIJO… VIVE TU VIDA DE CONSAGRACIÓN. Carga tu cruz y sígueme. ¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, que te llamo para que REGRESES!”
(Silencio) 29
ORACIÓN 1
Dios mío, Dios mío, yo creo firmemente con todo mi corazón, espero y confío sinceramente en Ti. Solamente a Ti adoraré por siempre. Con verdadero arrepentimiento y amor, me postro a Tus Pies; te pido perdón por aquellos que no creen y no quieren creer, por aquellos que no Te adoran y no quieren adorarte y por aquellos que Te crucificaron y Te están crucificando diariamente.
Querido Jesús, yo te consolaré durante toda mi vida. Amén.
Medita este llamado en tu corazón y decide hacer aquello que es realmente importante: escuchar al Señor y cumplir lo que nos pide.
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