San Agustín, Ob. de Hipona y Dr. de la Iglesia. 28 de agosto
“Nos hiciste Señor para ti. Y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. “
Consagrado Doctor de la Iglesia, “Patrón de los que buscan a Dios”.
Murió el 28 de agosto de 430.
Este Santo nos invita a amar: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor.”
En todo momento debemos tener presente ese gran mandamiento que nos dejó Jesús: “Ámense los unos a los otros” “Ama al prójimo como a ti mismo” Si cumplimos este amor, a nuestros hijos les transmitiremos ese amor que solo viene de Dios y que da como fruto la paz entre nosotros.
No seamos soberbios y perdamos la gloria, San Agustín nos explica que “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano.” Por lo tanto nos enferma de desamor y nos impide la paz que es urgente y necesaria hoy para vivir en la luz y salir de esta oscuridad que nos mantiene ciegos.
Nos insiste este santo que: “Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas” Entonces con más razón e infinita confianza en Dios pidámosle el don del amor para poder amar como Él nos amó. De esta forma amaremos a nuestra iglesia católica para permanecer en ella y ser nosotros mismo esa Iglesia Unida Universal que dejó Jesús en Pedro.
Así que siguiendo los consejos de este Santo “busquemos lo suficiente, lo que basta.” y “demos lo que tenemos para merecer recibir lo que nos falta.” Pues “donde no hay caridad no puede haber justicia.” Practiquemos la caridad para “amar sin medida.” Y oremos para satisfacer esa sed de Dios de escucharnos y nuestra propia sed de ser escuchados y atendidos, pero sobre todo evitemos el pecado de pereza de conocernos a nosotros mismos y corregir nuestra propia vida. De tal manera que busquemos a Dios donde Él está, en nuestro interior como nos dice el santo:
"¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de tí aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti." San Agustín
Que no se nos haga tarde para encontrar y amar a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario