Páginas

domingo, 2 de agosto de 2015

San Juan Maria Vianney

 El Santo Cura de Ars.

Fiesta 4 de agosto

imagePatrono de los sacerdotes y párrocos. Su dirección se caracterizaba por el sentido común, su notable perspicacia, y conocimiento sobrenatural. A veces adivinaba pecados no revelados en una confesión imperfecta. Fue un buen confesor buscado para la confesión por los pecadores de todas partes que llegaban a Ars desde lejos.

Practicó la mortificación. Tenía una fe y amor grandes a Dios. Trabajaba incesantemente, con inagotable humildad, amabilidad, paciencia, y buen humor, hasta que tuvo más de setenta y tres años.

Pidamos al Santo Cura que interceda ante Dios por nuestros sacerdotes para que sean buenos pastores de su pueblo y a ejemplo suyo sean también caritativos, humildes y amen fielmente a Jesús.

El Santo Cura de Ars, San Juan Vianney nos invita a amar a Dios de manera muy íntima y en la oración:

" TE AMO, OH MI DIOS "
Autor: San Juan María Vianney
Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios, si mi lengua no puede decir cada instante que te amo,
por lo menos quiero que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro, y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.

Amén.
La mejor forma de comunicarnos con nuestro Padre es la oración y este santo nos dice que: “El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo” pues “el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro”: Dios que nos ama y nos espera de regreso.

Explica que “La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable.” Esos son los brazos de amor de Dios, es resplandecer en su amor y gozar de la felicidad que es Dios mismo. Es hablar amorosamente con Él que es Amor y Bondad infinita, es el incienso que le agrada de nuestras almas. La oración hace que nuestro pequeño corazón se hinche de amor a Dios y podamos gozar de “una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo” quitando toda pena de nuestras almas y que el tiempo transcurra con embriagante deleite, aún en las jornadas más duras o en las esperas más largas.

Estos deleites se gozan al hacer diario las oraciones que más agradan a María y a Jesús: el Rosario Mariano y el Rosario de la Sangre de Cristo. El tiempo se alarga y alcanza para todas nuestras actividades y para ofrecer nuestro amor a Dios sumergiéndonos en total entrega a Él. Nos deja con un ánimo hermoso para el trabajo y toda actividad que tengamos diaria. Que en el hueco de tu corazón te dispongas al Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario