Páginas

miércoles, 12 de marzo de 2014

QUEJAS DE JESÚS

En este tiempo es importante reflexionar sobre aquello que hacemos y que no va de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. Más que mostrar amor a Dios buscamos ser campañas que retiñen a los cuatro vientos: “Amo a Dios” ; pero realmente lo amas?

Te dejo una serie de reflexiones que encontré en internet para que las escuches y analices lo que sientes y haces por el Dios que te dio la vida, por el Dios que te redimió de tus pecados, por el Dios que viene a reinar para siempre.

Las quejas de Jesús

Yo soy el camino y no me buscas, (caminas en caminos opuestos)
La verdad y no me crees, (Jesús es Dios, es el Hijo de Dios, el Mesías, cree en Él)
La vida y no la encuentras; ( en Él vives hasta la eternidad, ven a Él)
Soy tu redentor y se te olvida, (Él decidió redimir tus pecados, mis pecados, en la cruz, recuérdalo siempre para que no peques más porque solo vino a ser crucificado una vez y con nuestros pecados lo crucificamos cada vez que pecamos))
Tu salvador y me rechazas, (Él te salvó, me salvó, acéptalo, Él es nuestro Salvador , REGRESA  A JESÚS, VEN A ÉL)
Soy misericordioso y siempre abusas, (Por su infinita misericordia siempre te perdona y abusas pecando a cada rato porque sabes que Él es manantial de misericordia que te va a volver a perdonar, no abuses, porque dice la palabra de Dios que aunque se le hubiere dado le será quitado.
Soy tu guía y no me sigues , (Jesús nos guía si aceptamos que nos guie, síguelo)
Soy justo y desconfías , (Dios sabe por qué hace cada cosa, Él es en verdad justo, nunca desconfíes de su justicia)
Soy amor y no me amas, (Dios es amor infinito, déjalo palpitar en tu corazón, ámalo y ama a los demás)
Soy luz y no me miras, (Jesús es la Luz del mundo, si lo miras Él iluminará tus tinieblas, disipara tu dudas)
Me dices maestro y nunca aprendes,(Vive las enseñanzas de Jesús, Él mismo vino a dárnoslas porque nuestros antepasados hacían las cosas equivocadas y nosotros, las generaciones más modernas, queremos vivir con las enseñanzas de la modernidad cuando en las cosas de Dios sus Leyes, sus Mandamientos, su Sagrada Palabra en las que están todas sus enseñanzas, nunca cambiarán. Más bien lee la Palabra de Dios para que no te equivoques porque mira que Cristo está a la puerta y te llama. Ya está muy cerca su segunda venida y no es para volver a salvarte, ahora te toca salvarte a ti cumpliendo las enseñanzas de Jesús. Él ahora vendrá como el Juez y juzgará si aprendiste su enseñanza y la practicaste)
Me dices pastor y no me oyes, (El pastor viene por sus ovejas, ¿Estarás entre su rebaño? Escucha su llamado y acude presuroso a su encuentro)
Me dices Señor y no obedeces, (¿Cuántas veces dices Señor,,,? y en verdad eres obediente a su Ley, a sus Mandamientos? Obedece si quieres que Él sea verdaderamente tu Señor)
Soy Rey, y de Mí te burlas; (Jesús, Rey de Reyes viene en su segunda venida a Gobernarnos, espéralo si quieres que te gobierne, sino, al menos, no te burles y no te quejes del destierro en que tu decides)
Me llamas eterno y no me esperas,(No te preparas para esperar a Dios, ya no tienes mucho tiempo, apresúrate a prepararte para recibirlo)
Bueno y no me estimas, (Aunque sabes que es muy bueno, por esa bondad quiérelo en cada uno de tus actos y se bueno con los demás)
Santo y no me imitas,( Él es verdaderamente Santo y nos invita a ser santos como Él, pues solo siendo santos entraremos al reino de los cielos. Esta cuaresma sigue tu camino de conversión y santifícate)
Amigo y me traicionas, (Presumes que Dios es tu amigo, pero lo traicionas cada ves que lastimas a uno de sus hermanos, cada vez que ofendes y así sigues traicionándolo, ya no lo hagas)
Dueño y no me sirves, (Si aceptas a Dios como dueño de ti, de tu vida, entonces imita a María, se su esclavo humilde y sírvele con amor, humildad y absoluta obediencia)
Dulce y te repugno, (La dulzura de Dios es incomparable, acércate a él, no albergues amargura en tu corazón, cámbiala por la dulzura de Dios)
Soy rico y no me pides; (rico en amor, en misericordia, en bondad, en dones,, en todo, solo pídele y hazlo en oración y Él te dará)
Te di memoria y te olvidas que existo, ( se nos olvida que Dios existe, que todo ve y que todo lo que somos y tenemos es por Él
Inteligencia y no me entiendes, (Dios te dio el don de la inteligencia para que puedas entender su Sagrada Palabra y puedas conocerlo bien y hacer aquello que solo es agradable a sus ojos
Voluntad y me resistes; ( entrégale tu voluntad a Dios, que se cumpla esa parte del Padre Nuestro donde dices: “hágase tu voluntad”, )
Te perdono y más me ofendes, (Cada vez que pecas, Dios te perdona y tú sigues pecando, cada pecado es una ofensa al Señor, ya no peques)
Te espero y nunca llegas, (Él está solo encerrado en el Sagrario por nuestras culpas, por redimirnos y quedándose en entre nosotros como Eucaristía, Él te espera siempre, llega a adorarlo)
Te ayudo y me críticas, (Dios siempre te ayuda en todas tus cosas y tú siempre críticas a Dios diciendo que lo que logras es por ti, pero te equivocas, es por la ayuda de Dios que te ama)
Te cuido y no me agradeces, ( Él siempre te cuida en todo momento y tú nunca le das las gracias. Cada mañana, cada noche dile: Gracias Señor por este nuevo día, tarde o noche, gracias por cuidarme)
Te busco y tú te escondes, (Dios siempre te busca, te llama pero tú te escondes de Él, no te escondas, ve a su encuentro)
Te hablo y no me escuchas, (Dios te habla en su palabra, en tu hermano y en cada cosa de la vida y tú te pones sorda no quieres escuchar su evangelio, no quieres oir su voz, Termina esa sordera no sea que el día del juicio sigas sin escuchar a Dios entonces Él no podrá reconocerte ese día)
Te pido y no me das, (Dios te pide que valores su coronación de espinas, los insultos que recibió, su flagelación, su pasión, su crucifixión y muerte por salvarte, Él solo te pide que seas la Verónica de estos tiempos y vaya s a consolarle en el Sagrario, te pide que en cuaresma te prepares espiritualmente y tu te vas a la playa, gozas del mar, comida exquisita, paseas y mientras tu Cristo sufriendo por ti. Dale tu compañía, no lo dejes en la soledad, dale tu tiempo)
Te doy y exiges más; (Él siempre te da todo lo que le pides y cada vez le exiges más pero tú nunca le das nada, al menos ya no le exijas tanto)
Te hago fuerte y te doblegas, (Dios te da fortaleza para que soportes todo pero te doblegas ante las cosas que te llevan al mal)
Poderoso y te esclavizas, (Dios te da poder para superar todas las cosas a las que te enfrentes pero te esclavizas por las cosas materiales y por aquellas cosas que te apartan de Dios, no te esclavices ante eso, sino ante tu Dios)
Te hago rico y te corrompes, (Cuando Dios permite que te vaya bien en tu trabajo, en tu negocio, todo sale bien y te vas enriqueciendo y al hacerlo, te corrompes, te ciega la riqueza, mantente humilde siempre y cuando Dios te permita enriquecerte, dale a los que menos tienen)
Te hago pobre y me maldices, ( Cuando Dios nos hace pobres es porque Él sabe qué necesitamos y que no, eso no amerita maldecirlo, sino darle gracias por la oportunidad de vivir de esa manera para aprender a amarle verdaderamente. Nunca maldigas a tu creador, Él sabe por qué es necesario que seas pobre y seguramente tu recompensa será la riqueza celestial)
Te hago sabio y me desprecias,(Dios nos da sabiduría para actuar sabiamente y cuando sabes que eres sabio, desprecias a Dios porque crees que eres superior a Él, pero no es así, ña sabiduría es para que la uses en bien de los demás y para honrar a tu creador)
Te hago Importante y me denigras, (Dios te hace importante porque te creó a su imagen y semejanza, pero tú crees que eres más importante que Dios y lo denigras con tu egoísmo cuando solo eres una pequeñísima parte de Él, reconócete como parte de Dios y honralo)
Te hago sano y te envileces, (Dios te da la salud y por estar sano te envileces enfermando tu corazón con odios, envidias, desamor, etc. Rechaza todo aquello que enferma tu alma y conserva la salud que Dios te dio)
Te hago mi hijo y no me honras; (el mayor regalo que Dios te dio fue hacerte su hijo, hermano menor de Jesús, hijo de María y al vivir santamente deshonran a tu creador. Acepta que eres Hijo de Dios, creado por Él y que nuestro Padre merece ser honrado. Se santo, deja todas las cosas que no te dejan ser santo y santifícate)

En fin

; "Soy tu Dios", y no me temes. (Si tuvieras verdadero temor de Dios no harías lo contrario a sus mandamientos, Teme a Dios tu Señor, enderézate, obedece y se bueno)

Dime Hijo mío:

¿Qué más quieres que haga por ti? (en su infinita misericordia Dios hace cualquier cosa por ti. Te amó al extremo, tanto que dio la vida por ti, ¿acaso hay algo más que pueda dar Dios por ti?

TUYA ES MI GLORIA si la quieres. (Él resucitó y su gloria nos envuelve, la comparte con cada uno de nosotros y tu también puedes resucitar a una vida santa, una vida nueva con Él, Sigue tu camino de conversión esta cuaresma y resucita con Cristo)

Si eres desdichado no me culpes

porque he venido a darte todo esto

y en abundancia (Cada quien es responsable de sus actos y las consecuencias son lo que cada uno merece. Si eres desdichado es porque eso elegiste, Dios te dio todo en abundancia, y si eres desdichado es porque rechazaste todo lo que Él te ofreció. Todo lo puso a tu alcance, te insistió y tú siempre lo rechazaste. Aun siendo desdichado te da otra oportunidad y te pide que regreses a Él. El que todo te lo perdona, te espera, y lo único que no te perdona es que lo rechaces y te alejes de Él para siempre. Vuelve a Él, mira que está a tu puerta y te llama.)

Sigue reflexionando:

jueves, 6 de marzo de 2014

ROSARIO O CORONA DE LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARIA

clip_image002  virgendelos7doloresclip_image004

 

Los sufrimientos de la Madre de Dios no pueden ser comprendidos, son inconcebibles. Toda su vida fue, como la de su Divino Hijo, una continua serie de sufrimientos y tribulaciones. El objeto de la devoción a Nuestra Señora de los Dolores consiste en una compasión sincera desde el fondo de nuestro corazón por los Dolores que la Santísima Virgen soportó a lo largo de toda su vida. La Devoción a los dolores de María debe de ser practicada especialmente por aquellas almas que deseen deshacerse de hábitos pecaminosos.

Esta devoción alimenta el espíritu de compunción, nos da gran consuelo, fortalece la confianza en la misericordia de Dios, nos da la especial protección de Nuestra Santísima Madre a la hora de la tentación y preserva al pecador convertido de volver a caer.

La Madre de Dios le dijo en una ocasión a Santa Brígida: "No importa que tan numerosos sean los pecados de una persona. Si se vuelve a mí con un sincero propósito de enmienda, Estoy preparada para recibirle con mis gracias, porque Yo no tomo en cuenta el número de pecados que ha cometido, sino que me fijo únicamente en la disposición con que viene a mí; Yo ya no siento aversión en curar sus heridas, porque Yo soy llamada y soy en realidad la Madre de la Misericordia".

En recompensa a su fidelidad en permanecer cerca de Jesús cuando murió en la Cruz, Nuestra Señora de los Dolores ha recibido de Él un poder especial para asistir a las almas en su última agonía y sin duda ella ejercitará este poder especialmente por aquellos que han llorado con ella y que le han tenido compasión.

La Iglesia honra con dos fiestas los Siete Dolores de María; una de ellas es el Viernes anterior al Viernes Santo, y la otra es el 15 de Septiembre.

La Santísima Virgen concede siete gracias a las almas que la honren diariamente rezando siete Aves Marías y que mediten en sus lágrimas y dolores. Esta devoción fue dictada a Santa Brígida por Nuestra Señora.

Las Siete Gracias

1. Les concederé paz a sus familias.

2. Serán iluminados sobre los Divinos Misterios.

3. Los consolaré en sus dolores y los acompañaré en su trabajo.

4. Les concederé todo lo que me pidan siempre y cuando esto no se oponga a la adorable voluntad de Mi Divino Hijo o a la santificación de sus almas.

5. Los defenderé en sus batallas espirituales con el enemigo infernal y los protegeré en cada instante de su vida.

6. Los ayudaré visiblemente en la hora de su muerte; verán la cara de Su Madre.

7. He obtenido de mi Divino Hijo, que todos aquellos que propagan esta devoción a mis lágrimas y dolores, serán llevados directamente de esta vida terrenal a la eterna felicidad ya que todos sus pecados serán perdonados y mi Hijo y Yo seremos su eterno consuelo y alegría.

ROSARIO O CORONA DE LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARIA

Por la señal de la santa cruz de nuestro enemigos líbranos Señor Dios nuestro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de contrición

Oh, único y amabilísimo Señor mío, aquí me tienes en vuestra Divina Presencia, lleno de confusión, al considerar las muchas gravísimas injurias que te he hecho. Te pido perdón de ellas con todo mi corazón, arrepentido sólo por amor tuyo, y reflexionando sobre Tu infinita bondad, las detesto y abomino sobre todo mal... Quisiera haber muerto mil veces antes de haberte ofendido; estoy resuelto a perder la vida de mil maneras, antes de volver a ofenderte. Oh Jesús mío Crucificado, propongo lavar mi alma, cuanto antes, con Tu preciosa sangre, por medio de la confesión sacramental. Y Tu piadosísima Virgen, Madre de Misericordia y refugio de pecadores, por Tus acerbos Dolores, alcánzame el suspirado perdón de mis culpas, mientras que yo, rogando a intención de los Sumos Pontífices, para ganar las santas indulgencias concedidas a Tu Corona, espero alcanzar con ella, la remisión de las penas debidas por mis pecados.

Con esta confianza en el corazón, meditemos el Primer Dolor:

Los Siete Dolores y su meditación

1er. Dolor: La Profecía de Simeón, en la presentación del Niño Jesús. Lc 2, 22-35

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo corredentora sería a base de dolor, te acompañamos en este dolor ... Y, por los méritos del mismo, has que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

2º. Dolor: La huida a Egipto con Jesús y José.

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor .... Y, por los méritos del mismo, has que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

3er. Dolor: La pérdida de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor .... Y, por los méritos del mismo, has que los jóvenes no se pierdan por los malos caminos.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

4º. Dolor: El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino al Calvario.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu hijo cargando la cruz, como cargando con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; ¨ Él que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor ... Y, por los méritos del mismo, has que seamos dignos vasallos de tan gran Rey, sepamos ser humildes como Él lo fue; aprendamos a cargar nuestra cruz con verdadero arrepentimiento y sigamos el camino que nos lleva al encuentro con Él.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

5º. Dolor: La crucifixión y la agonía de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor .... Y, por los méritos del mismo, no permitas  que lo sigamos crucificando con nuestros pecados, no nos dejes morir por el pecado y has que podamos recibir los frutos de la redención.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

6º. Dolor: La lanzada y el recibir en brazos a Jesús muerto.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirás como si la hubiera dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor ... Y, por los méritos del mismo, has que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

7º. Dolor: El entierro de Jesús y la Soledad de María.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; Él, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento: y aunque tú supieras que al tercer día resucitaría , el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor ... Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia de consolarte con la oración, enterrando nuestros pecados  y no volver a pecar.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

Al terminar los siete misterios:

Te ofrecemos Madre dolorosa tres Avemarías en honor a las lágrimas que derramaste y para que intercedas ante Tu Divino Hijo por las intenciones del Santo Padre, nuestro Obispo y sacerdotes.

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Letanías

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad y un solo Dios, ten piedad de nosotros

Santa María Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios Ruega por nosotros
Santa Virgen de las Vírgenes Ruega por nosotros
Madre crucificada Ruega por nosotros
Madre dolorosa Ruega por nosotros
Madre lacrimosa Ruega por nosotros
Madre afligida Ruega por nosotros
Madre abandonada Ruega por nosotros
Madre desolada Ruega por nosotros
Madre privada de Hijo Ruega por nosotros
Madre traspasada por la espada Ruega por nosotros
Madre abrumada de dolores Ruega por nosotros
Madre llena de angustias Ruega por nosotros
Madre clavada a la cruz en su corazón Ruega por nosotros
Madre tristísima Ruega por nosotros
Fuente de lágrimas Ruega por nosotros
Cúmulo de sufrimientos Ruega por nosotros
Espejo de paciencia Ruega por nosotros
Roca de constancia Ruega por nosotros
Ancora del que confía Ruega por nosotros
Refugio de los abandonados Ruega por nosotros
Escudo de los oprimidos Ruega por nosotros
Derrota de los incrédulos Ruega por nosotros
Consuelo de los míseros Ruega por nosotros
Medicina de los enfermos Ruega por nosotros
Fortaleza de los débiles Ruega por nosotros
Puerto de los náufragos Ruega por nosotros
Apaciguadora de las tormentas Ruega por nosotros
Auxiliadora de los necesitados Ruega por nosotros
Terror de los que incitan al mal Ruega por nosotros
Tesoro de los fieles Ruega por nosotros
Inspiración de los profetas Ruega por nosotros
Sostén de los apóstoles Ruega por nosotros
Corona de los mártires Ruega por nosotros
Luz de los confesores Ruega por nosotros
Flor de las vírgenes Ruega por nosotros
Consuelo de las viudas Ruega por nosotros
Alegría de todos los Santos Ruega por nosotros


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros


Oración
Oh Dios, en cuya Pasión fue traspasada de dolor el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre María, según la profecía de Simeón; concédenos propicio, que cuantos veneramos sus dolores y hacemos memoria de ellos, consigamos el feliz efecto de tu sagrada Pasión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén

Stabat Mater

(Estaba la Madre)

Firme junto a la Cruz Sacrosanta

En pié estaba la Madre doliente,

Contemplando de aquella pendiente,

A Jesús, su delicia y amor.

Y en profundo sollozos y en tanta,

fiera angustia apenada gemía,

que pasado su pecho sentía

por la espada cruel del dolor.

Cuál sería el horrible tormento,

de aquella alma tan cándida y pura,

como el cáliz de atroz amargura

del Dios Hijo, la Madre agotó.

Ver a un Hijo y a un Dios el aliento,

con fatiga exhalando y que expira,

de esta Madre el penar que le mira,

decid madres ¿qué madre probó?

¿Quién el raudo llorar contendría,

aunque el pecho de tigre encerrara,

si a la Madre de Cristo observara

abismada en tan hondo sufrir?

Vio la Madre a Jesús en tortura,

por las culpas de un pueblo, que ingrato,

a su Dios sacrifica insensato,

viole objeto de llanto y pesar.

Viole sobre el Calvario, por dura

mano vil en el leño clavado,

el aliento exhalar desolado

y la Faz moribunda inclinar.

Madre dulce, Purísima fuente,

de magnánimo amor, de amor santo,

por piedad no desdeñes mi llanto,

llegue al mar tu fiero dolor.

Sienta al menos mi pecho ferviente,

en la Llama Divina abrasarse,

y del fango brutal despegarse,

para ser agradable al Señor.

Las heridas del Hijo cruentas

en mi fiel corazón ¡ay! imprime;

que las penas sin fin en que gime,

todas juntas se deben a mí.

Yo merezco las crudas afrentas,

fieros golpes, agudos garfios,

si los yerros, oh Madre son míos,

¿no podré yo llorar junto a Ti?

A tu lado podré dolorido

y pegada a la tierra mi frente,

ya que no condolerme inocente,

adorar al que expira en la Cruz.

Y expiar en contrito gemido,

cabe Ti mis injustas ofensas,

y plañir en tus penas inmensas,

la agonía cruel de Jesús.

Y ora Tú, que de vírgenes santas,

en los cielos el coro presides,

no en tu gloria, a este mísero olvides

que desea contigo gemir.

Haz que siempre, postrado a las plantas,

del pendiente Jesús, yo suspire,

y que siempre presente le mire,

en su leño sangriento sufrir.

De sus llagas, mi pecho llagado,

por su Cruz Sacrosanta oprimido,

de su Sangre Divina teñido,

haz que parta con el penar.

Para que por tu ruego, aplacado

pueda hallarle en el último día,

cuando el mundo estará en agonía,

pueda entonces en Él esperar.

Oh Jesús, al salir del desierto,

no abandones un alma que llora,

para quien piadosa te implora,

tu fiel Madre, la palma inmortal.

Cuando salga por fin de su encierro,

mi alma pobre, y remonte su vuelo,

no le niegues su entrada en el cielo,

y el gozar de tu gloria eternal.

Esta Corona, fue elegida por la Santísima Virgen, como parte del Rosario de la Armada, que se reza los días 25 de cada mes.

Indulgencias:

1.- Se concede por el Papa Benedicto XIII, en su breve "Redentoris" del 26 de Septiembre de 1724, 200 días de indulgencia por cada Padrenuestro y 200 días por cada Avemaría, si se reza en alguna Iglesia de la Orden de los Siervos de María. La misma indulgencia en cualquier lugar en los siguiente días:

a) Los viernes.

b) Cualquier día durante la Cuaresma.

c) En la Fiesta y Octava de los Siete Dolores de la Santísima Virgen.

En cualquier día del año y en cualquier lugar: 100 días.

Finalmente al que la rece sólo o acompañado, le concede 7 años y las cuarentenas.

2.- El Papa Clemente XII, con el objeto de que los fieles se acordasen de los Dolores de la Santísima Virgen y le fuesen agradecidos, el 12 de diciembre de 1734, ratifica las indulgencias de Benedicto XIII y agrega lo siguiente:

Indulgencia Plenaria y remisión de todos los pecados, a quienes recen la Corona diariamente por un mes continuo y luego confesado y comulgado. rogase por la Santa Iglesia, al que verdaderamente arrepentido y confesado, o al menos con firme propósito de confesarse, rezare esta Corona, por cada vez 100 años de indulgencia. Al que confesado y comulgando, la rezase los lunes, miércoles y viernes y en las fiestas de preceptos de la Iglesia; 150 años de indulgencia. Y al que acostumbrase rezarla cuatro veces por semana, indulgencia plenaria, en un día del año a su elección, confesando y comulgando y rezándola en aquel mismo día ( es decir, confesión, comunión y la corona, todo en el mismo día, una vez en el año).

3.- 100 días de indulgencia, cada vez que se recite en honor de los dolores, el Stabat Mater compuesto por el Papa Inocencio III. El mismo otorga la indulgencia.

Mensaje de la Virgen María el 13 de mayo de 1990:

–“La humanidad no ha acogido mi invitación maternal de volver al Señor por el camino de la conversión del corazón y de la vida, de la oración y de la penitencia…–Satanás ha sido el dominador indiscutible en los acontecimientos de este vuestro siglo, llevando a la humanidad entera al rechazo de Dios y de su Ley de Amor, difundiendo en todas partes la división y el odio, la inmoralidad y la maldad y haciendo legitimar en todas partes el divorcio, el aborto, la obscenidad y la homosexualidad, y el uso de todos los medios para impedir la vida.” La humanidad vivirá el momento de su gran castigo, será de este modo preparada para recibir al Señor Jesús, que volverá a vosotros en gloria.-… hoy, Yo desciendo todavía del cielo… para disponeros a vivir los acontecimientos que ya están a punto de cumplirse, para llevaros de la mano a recorrer el trecho más difícil y doloroso de este segundo adviento y para preparar las mentes y los corazones de todos a recibir a Jesús en el próximo momento de su retorno glorioso.”

En los innumerables mensajes que nos da nuestra Madre del cielo nos insiste en hacer penitencia (reconciliación o confesión al tener verdadero arrepentimiento de nuestros pecados), sacrificio (ayuno y obras de misericordia) y oración (rosarios y otras oraciones).

Cuando Dios perdona quita nuestros pecados y restaura nuestra alma.

Reconcíliate con el Señor y con el prójimo.

El pecado es lo que te esclaviza al mal, te enferma y te hace infeliz.

El pecado nos esclaviza. El perdón nos libera de todas las ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo.

“Busquen la paz con todos, , sin la cuál nadie verá al Señor. Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos.”Hebreos 12: 14-15

No dejes que la amargura haga un pozo de hiel en tu corazón, deja que Dios te libere del pecado. Cuando Jesús te perdona, no hay quien te condene. Ten verdadero arrepentimiento de tus pecados y confiésate, cumple tu penitencia y NO VUELVAS A PECAR.

“Cuando Dios está en nuestro corazón, perdonar es posible” 1 Corintios 13: 4-8

Deja a Dios entrar en tu corazón, siéntelo vivo en tu interior. Comulga, deja entrar a Dios por medio de la Eucaristía. Ora…y deja que su Palabra entre en tus sentimientos y resplandezca en tu lengua, se asome en tu mirada y se sienta en tu mano al tocar. Deja, simplemente, que Él entre en ti, se apodere de ti y brille en ti. Lo demás solo serán resplandores del Señor.

Perdona a todo el que tengas que perdonar.

“Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo” Efesios 4:32

Se bueno como quiere el Señor, se compasivo como Jesús nos lo mostró con Dimas en la cruz del Calvario, que siendo un delincuente que reconoció sus pecados aceptaba su crucifixión. El Señor fue muy compasivo con él y lo perdonó; así también Él te perdona a ti, pues entonces tú perdona y libérate. Perdona, rompe con esa atadura, cancela para siempre esa afrenta, Si Dios perdonó a sus verdugos: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen” Lucas 23;34 Cuanto más tu por algo mas simple, perdona, olvida y empieza de nuevo.

“Sopórtense y perdónense unos a otros si uno tiene motivo de queja contra otro. Como el Señor los perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo. Por encima de esta vestidura pondrán como cinturón el amor, para que el conjunto sea perfecto.” Colosenses 3:13-14 Simplemente perdona, perdona, no te quedes con mal sentimiento, muestra el amor que tienes a Dios y perdona. Aún a tu peor enemigo, o al que cree que tu eres tu peor enemigo. Perdónalo, perdónalo de corazón y perdona por amor. Perdona y ama que tu Padre que está en lo alto verá lo que haces y te lo tomará en cuenta.

martes, 4 de marzo de 2014

EL PERDÓN

image

Cuaresma es el tiempo del perdón y de reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con los demás.

Debemos arrancar de nuestros corazones: el odio, rencor, celo, soberbia y envidia que nos alejan de Dios y de los demás.

El pecado nos esclaviza. El perdón nos libera de todas las ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo.

Busquen la paz con todos, , sin la cuál nadie verá al Señor. Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos.”Hebreos 12: 14-15

No dejes que la amargura haga un pozo de hiel en tu corazón, mejor deja que Dios suelte esas ataduras y te libere del pecado. Cuando Jesús te perdona, no hay quien te condene. Por lo tanto, haz un examen de conciencia, reflexiona sobre rus actos, ten verdadero arrepentimiento de aquello que has hecho de malo; ve con el sacerdote y confiésate. Luego ya liberado, cumple tu penitencia pero sobre todo NO VUELVAS A PECAR. No vuelvas a encadenarte al pecado que te oprime y te hace infeliz y enfermo.

Cuando Dios está en nuestro corazón, perdonar es posible” 1 Corintios 13: 4-8

Deja a Dios entrar en tu corazón, siéntelo vivo en tu interior. Comulga, deja entrar a Dios por medio de la Eucaristía. Ora…y deja que su Palabra entre en tus sentimientos y resplandezca en tu lengua, se asome en tu mirada y se sienta en tu mano al tocar. Deja, simplemente, que Él entre en ti, se apodere de ti y brille en ti. Lo demás solo serán resplandores del Señor. 

Perdona a todo el que tengas que perdonar.

“Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo” Efesios 4:32

Se bueno como quiere el Señor, se compasivo como Jesús nos lo mostró con Dimas en la cruz del Calvario, que siendo un delincuente que reconoció sus pecados aceptaba su crucifixión. El Señor fue muy compasivo con él y lo perdonó; así también Él te perdona a ti, pues entonces tú perdona y libérate. Perdona, rompe con esa atadura, cancela para siempre esa afrenta, Si Dios perdonó a sus verdugos: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen” Lucas 23;34 Cuanto más tu por algo mas simple, perdona, olvida y empieza de nuevo.

“Sopórtense y perdónense unos a otros si uno tiene motivo de queja contra otro. Como el Señor los perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo. Por encima de esta vestidura pondrán como cinturón el amor, para que el conjunto sea perfecto.” Colosenses 3:13-14 Simplemente perdona, perdona, no te quedes con mal sentimiento, muestra el amor que tienes a Dios y perdona. Aún a tu peor enemigo, o al que cree que tu eres tu peor enemigo. Perdónalo, perdónalo de corazón y perdona por amor. Perdona y ama que tu Padre que está en lo alto verá lo que haces y te lo tomará en cuenta.

Cristo derramó su sangre para limpiar mis pecados y tus pecados. Su sangre borra todo pecado si se lo pides. Pero si tu perdonas a alguien, el cura tus heridas.Si no condenaras no tendríamos necesidad alguna de perdonar, sino lastimáramos tampoco tendríamos por qué pedir perdón. Perdona y no dañes más.

Regresa a Dios que te ama. Regresa lleno de amor al encuentro con Jesús.

Perdona y alégrate en tu Salvador.

Que sea la Palabra de Dios quien guie tu corazón. Deja que la buena Palabra de Dios te gobierne, se esa semilla buena que cae en tierra fértil, crece, da buen fruto (Lucas 8, 4-15) pese a todas las dificultades. Deja que la Palabra de Dios eche raíces en tu interior y que seas cuerpo y templo vivo de Dios. Que tu bondad  te permita no caer en pecado y perdonar siempre. Se obediente a lo que dice el Señor y ve manso al encuentro con el Buen el Pastor que está reuniendo a su rebaño. No te alejes de Él. Perdona y regresa a Él que se alegra por tu buen proceder.

Aunque la persona a la que tengas que perdonar sea tan mala a los ojos de todo mundo y a los ojos de Dios, aún a esa; perdónala. Otórgale tu perdón y apártate de ella para que no te contagie su maldad. Perdónala y ora por ella, si Dios quiere la convertirá, pero si esa persona sigue opacándose con su maldad, ya Dios cumplirá sus planes en ella; pero aún así tu insiste y ora por su alma. Que el amor de tu corazón la perdone siempre y ore por ella siempre.

Ante todo, ten paz paz en tu corazón porque perdonaste a tu hermano y a tu hermana. Que eso es lo que cuenta con Dios.






CORONA DE LA DIVINA MISERICORDIA

"JESÚS, CONFÍO EN TI"

"Los rayos que salen de mi Corazón son el símbolo de la Sangre y del Agua que brotaron el día de mi Sacrificio en la Cruz. El pálido significa el Agua, que purifica las almas. El rojo, la Sangre que les da la vida"

"A los que alaben y difundan mi gran Misericordia, a la hora de la muerte les trataré según mi infinita Misericordia".

"Antes que yo venga como Justo Juez, abro de par en par las puertas de Mi Misericordia. Pero el que no quiere entrar por las puertas de mi Misericordia, tendrá que pasar por las puertas de mi Justicia."

"Cuanto más grande el pecado, tanto más grande el derecho a Mi Misericordia. Invito a todas las almas que tengan esperanza en la infinita profundidad de Mi Misericordia, porque yo quiero redimir a todos. La Fuente de Mi Misericordia fue abierta ampliamente para todas las almas en la Cruz por la lanza. A nadie tengo Yo excluido".

"A las 3 de la tarde implora mi Misericordia especialmente para los pecadores y, aunque sea un momento, contempla mi Pasión; sobre todo el abandono en el momento de mi agonía. Esta es la hora de la gran Misericordia para todo el mundo. En esta Hora no negaré nada al alma que lo pida en recuerdo de mi Pasión".

Cómo rezar la coronilla de la DIVINA MISERICORDIA:


  La coronilla de la Divina Misericordia es rezada, usando un Rosario común, de cinco decenas. La coronilla de la Divina Misericordia es precedida por dos oraciones de apertura, del diario de Santa Faustina y seguida por una oración final.


Cruz:

Señal de la Cruz:
"Por la señal de la Santa Cruz, líbranos Señor Dios de todos nuestros enemigos. Amén


En la cuenta grande:

Inicio (Dos oraciones opcionales)


1.- Expiraste Jesús, pero la fuente de la vida brotó para las almas y un océano de misericordia se abrió para el mundo entero. Oh Fuente de Vida, Misericordia Divina inagotable, envuelve a todo el mundo y vacíate sobre nosotros.


2.- Oh Sangre y Agua que brotaron del Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Jesús en ti confío.


Cuenta pequeña 1:

Padre Nuestro
Padre Nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tú Nombre, venga a nosotros Tú Reino, hágase Tú Voluntad así en la Tierra como en el Cielo. Danos hoy el pan de cada día, perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén. (Así como se decía antes, deudas y deudores).


Cuenta pequeña 2:

Ave María
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


Cuenta pequeña 3:

Credo
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén


En las cinco cuentas grandes de cada decena:


Padre Eterno, yo te ofrezco el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Tú Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, como expiación de nuestros pecados y los del mundo entero.


En las 10 cuentas pequeñas de cada decena:
Por su dolorosa pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero


Terminar con Santo Dios (Repetir 3 veces)
(Donde normalmente rezamos el “Gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo…”)
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.


Oración final (opcional)
Eterno Dios, en quién la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, Míranos compasivamente y aumenta tu misericordia en nosotros. Que en los momentos difíciles, no nos desesperemos, ni nos desalentemos, pero con gran confianza, nos sometamos a tu Santa Voluntad, que es amor y la misericordia en sí misma. Amén.

ORACIÓN

Oh Dios cuya Misericordia es infinita y cuyos tesoros de compasión no tienen límite, míranos con Tu favor y aumenta Tu Misericordia dentro de nosotros, para que en nuestras grandes ansiedades no desesperemos, sino que siempre con gran confianza nos conformemos con Tu Santísima Voluntad, la cual es idéntica con Tu Misericordia, por Nuestro Señor Jesucristo, Rey Misericordia. Quien con Vos y el Espíritu Santo manifiesta Misericordia hacia nosotros por siempre. Amén.

ORACIÓN DE LA MISERICORDIA DIVINA


¡Oh Dios de gran misericordia!, bondad infinita, desde el abismo de su abatimiento, toda la humanidad implora hoy Tu misericordia, Tu compasión, ¡Oh Dios!; y clama con la potente voz de la desdicha.
¡Dios de Benevolencia, no desoigas la oración de este exilio terrenal! ¡Oh señor!, Bondad que escapa nuestra comprensión, que conoces nuestra miseria a fondo y sabes que con nuestras fuerzas no podemos elevarnos a Ti, Te lo imploramos: Adelante con Tu gracia y continúa aumentando Tu misericordia en nosotros, para que podamos, fielmente, cumplir Tu santa voluntad, a lo largo de nuestra vida y a la hora de la muerte. Que la omnipotencia de tu misericordia nos escude de las flechas que arrojan los enemigos de nuestra salvación, para que con confianza, como hijos Tuyos, aguardemos la última venida (día que Tú solo sabes). Y esperamos obtener lo que Jesús nos prometió a pesar de nuestra mezquindad.

JACULATORIA


El Salvador ordenó a Sor María Faustina que escribiera, y la rezara con frecuencia, esta pequeña jaculatoria:
"Oh Sangre y Agua, que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, yo confío en vos"." Por el rezo de este Rosario, me complace dar todo lo que me pidan. Quien lo rece, alcanzará gran Misericordia en la hora de su muerte. Aunque sea un pecador empedernido, si reza este Rosario, aunque sea una sola vez, logrará la gracia de mi infinita Misericordia".

ORACIONES BREVES PARA REZAR A LAS TRES DE LA TARDE


Oración Nº1
Expiraste, Jesús, pero Tu muerte hizo brotar un manantial de vida para las almas y el océano de Tu misericordia inundó todo el mundo. Oh, Fuente de Vida, insondable misericordia divina, anega el mundo entero derramando sobre nosotros hasta Tu última gota de sangre. (IV, 59).


Oración Nº2
Oh, Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, manantial de misericordia para nosotros, en Ti confío. (1, 35)

"Cuando los pecadores recen este Rosario, llenaré sus almas de tranquilidad, y será feliz la hora de su muerte: No les afectará el temor. Mi Misericordia les amparará en esta última lucha".

"Si se reza este Rosario delante de los moribundos, se calma la ira de Dios, y su insondable Misericordia se apodera de su alma. Cuando recen este Rosario al  lado del moribundo, me pondré entre el Padre y el alma moribunda, no como justo Juez, sino como Redentor Misericordioso".

Si el agonizante puede, mejor que rece el Rosario. Si ya no puede, continúen rezándolo los que están con él.

"Los sacerdotes ofrezcan este rosario a los pecadores, como el último socorro".

Jesús promete conceder todo lo que se le pida, la gracia de la conversión y de una muerte feliz y en gracia. Pero es necesario rezarlo con arrepentimiento de los pecados cometidos, humildad, perseverancia, devoción y confianza.

Los siete dolores del Corazón de Jesús

Primer dolor del Corazón de Jesús

Comunión indigna y traición de Judas

Estando ellos cenando, tomó Jesús el pan y lo bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomad y comed: este es mi cuerpo (Mat., cap 26)

1er preludio. Entra alma mía, respetuosamente en el cenáculo y contempla a Jesús sentado en la mesa con sus discípulos, dándoles por comida su mismo cuerpo, aun al traidor Judas.

2do preludio. ¡Oh Jesús! Haz que comprenda la necesidad que hay de probarse a sí mismo para no recibir indignamente el don eucarístico; y presérvame de la desdicha de la mala comunión.

Consideración

Jesús sabía que Judas había formado designio de hacerle traición y de ponerlo en manos de sus más crueles enemigos para darle muerte; sin embargo: sin embargo, este bondadoso Salvador lo admite a su mesa y al mismo convite en que iba instituir el adorable sacramento de s cuerpo y de su sangre; por el cual, antes de morir, había de dar a sus apóstoles la última prueba de su ardiente amor.

En efecto, habiendo instituido el sacramento de la Eucaristía, da la Sagrada Comunión a sus apóstoles, sin exceptuar al alevoso profanador, no queriendo por su excesiva bondad escandalizarlo con una ruidosa repulsa y a fin de darle tiempo a que se arrepintiese de su horrendo crimen a la vista de tal miramiento.

¡Cuales serían los sentimientos y el dolor de este adorable Salvador, cuando llevándose a sí mismo, en sus propias manos, se depositó en la boca sacrílega de aquel traidor! ¡Y qué morada tan triste no hizo en el corazón de este pérfido, después de haber pasado por su detestable lengua, con la cual, dentro de un momento, debía tratar su muerte y vender su sangre a un vil precio! Así es, que a pesar de su extrema caridad, lanza al tránsfuga esta aterradora palabra: ¡Oh hombre desgraciado! Mas ¿quién es este hombre, sino el que come el Pan de los Ángeles con el corazón aun manchado por sus pasiones, sin humildad, sin arrepentimiento, sin amor, y en cierto modo volviendo luego a entregar a las profanaciones del mundo a Dios, que acaba de recibir: “no sabiendo discernir el cuerpo del Señor, come y bebe su propio juicio”.

Coloquio. ¿Quién no temblará, Señor, a vista del traidor Judas? ¡Un discípulo, un apóstol, el confidente de tus secretos, te recibe indignamente! ¡Dios mío, yo no soy digno de que entres en mi pobre morada, pero te diré con las hermanas de Lázaro: el que amas esta enfermo. Heme aquí, ¡oh médico divino! Cubierto de las heridas que me han hecho mis pecados! Y yo vengo a Ti para que me sanes; Tú lo puedes y creo que esta es tu voluntad.

Propósito: Acercarse siempre al banquete eucarístico con el corazón purificado por la gracias de la absolución; prepararse cuidadosamente a la comunión y examinar a menudo los frutos que sacan de ella.

Ramillete espiritual. Que el hombre se pruebe a sí mismo.

Oración

Acuérdate, ¡Oh dulcísimo y amado Jesús ¡ que nunca se oyó decir a cuantos han recurrido a tu benignísimo corazón, pedido sus auxilios e implorado su misericordia, que hayan sido desamparados. Animado con esta misma confianza, ¡Oh Rey de los corazones! Corro y vengo a ti y, gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro ante T; oh divino Corazón, no desoigas mis oraciones; ante bien, dígnate acceder a ellas. Muéstranos oh amorosisimo Jesús, que tu adorable Corazón es el corazón del Padre más tierno, y que aquel que se dignó enviarte para obrar nuestra Salvación, acepte por Ti nuestras plegarias. Amén.

La traición de Judas

Acercándose Judas a Jesús, le dijo: Dios te guarde, Maestro, y le beso. Díjole Jesús: amigo ¿a qué has venido?

1er preludio. Figúrate, alma mía que ves el jardín de los Olivos donde reina un silencio profundo. Es cerca de la media noche cuando llegaron los enemigos de Jesús. Judas se acerca a él y lo abraza.

2do preludio. Haz, ¡oh Salvador mío! Que comprenda cuán culpable es el alma que te traiciona, abusando de tus gracias, y los formidables castigos que le están reservados.

Consideración

Judas, discípulo de Jesús,  revestido de la dignidad soberana del apostolado, admitido a su mesa, y teniendo toda su confianza, se deja dominar por una vil pasión y se hace el guía de los enemigos de su Salvador. Vende a su divino Maestro y comete la más negra traición, sirviéndose del ósculo de paz para entregarlo en manos de los príncipes de los sacerdotes. Este mansísimo cordero lo recibe, no obstante que conocía la horrenda intención de aquel pérfido, y lo trata con el dulce nombre de amigo. ¿Amigo, a que has venido? ¡Que herida tan penetrante no sería esta en su amante Corazón! ¡Oh Dios mío, si has manifestado tanta bondad  a un enemigo, a un servidor infiel; si has hecho tan grandes cosas para desviarle de su pecado, ¿qué no deben esperar de ti los que, después de haber tenido la desgracia de ofenderte, te buscan de todo corazón?. Judas, después de haber consumado su crimen, lleno de desesperación se da la  muerte. Este pérfido apóstol había cerrado sus oídos a las amistosas palabras por las cuales Jesús había querido ablandar su duro corazón, y, creyendo superado irremisible, consuma su eterna reprobación. He aquí lo que obra la tentación en las personas que, después de haber sido colmadas de gracias, vuelven a las infidelidades: acostumbradas a las bondades del Señor, de las cuales han abusado, nada les conmueve, ni el lenguaje de la fe, ni las piadosas exhortaciones, ni los caritativos avisos. La voz de Dios bondadoso que las llama y que desea perdonarlas no es oída; de modo que estas almas infieles se persuaden de que su salvación es imposible. ¡Cuan peligrosos son estos pensamientos de desesperación! Temamos y evitemos la ocasión de caer en el pecado; pero, si olvidando la justicia de Dios, tuviésemos la desgracia de cometer alguna falta, recurramos a su infinita misericordia.

Coloquio, ¡Oh Salvador mío! No pernitas jamás que yo renueve, abusando de  tus gracias, la traición que detesto en el pérfido discípulo: antes haz que recordando los beneficios con que me has colmado, o sea siempre constante y fiel; más si yo por fragilidad, alguna vez tuviese la desdicha de ofenderte, haz que me arroje, lleno de confianza, en los brazos de tu excesiva caridad para recibir de Ti el perdón.

Propósito. A menudo recordaré la bondad de Jesús, al recibir el ósculo del traidor Judas; me compadeceré del acerbo dolor que sintió entonces el amante Corazón del que experimenta aun parte de los que le traicionan de nuevo en el sacramento de la Eucaristía.

Ramillete espirtual: ¿Amigo mío a qué has venido?

Padre Nuestro y Ave María

Segundo dolor del Corazón de Jesús

Previsión

Comenzó a atemorizarse y a angustiarse, diciendo: Triste está mi alma hasta la muerte… Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz… Mas no se haga mi voluntad sino la tuya… (Mateo, cap. 26).

1er preludio. Figúrate aun, alma mía, que estás en el jardín de los Olivos, y cerca de ti a Jesús, triste, agonizante y un ángel que le conforta.

2do preludio. ¡Oh Salvador mío! Haz que, tomando parte en el profundo dolor en que fuiste sumergido, obtenga el favor especial de ser asociados a los tres discípulos testigos de tu agonía.

Considera, alma mía, que si las afrentas y suplicios que nuestro divino redentor iba a padecer atormentaban y afligían su amante Corazón, no eran estas las penas que más sentía, pues siempre había deseado apasionadamente el dar la vida por los hombres, y muchas veces lo había significado diciendo: Con un bautismo de sangre yo he de ser bautizado. ¡Oh! ¡Y cómo traigo en prensa el Corazón mientras que no lo veo cumplido! Mas lo que causó en su alma una tristeza mortal fue la ingratitud y desprecio con que los hombres mirarían este beneficio, el poco fruto que sacarían de su pasión y muerte, y que siendo esta bastante para salvar infinitos mundos, con todo, pocos serían los que se aprovecharían de ella. Esta idea es la que lo aflige y lo acongoja y le hace entrar en agonía; este es el amargo cáliz de que pedía ser librado, y no de la muerte ni de los acerbos tormentos. Es posible, diría entre sí el afligido Señor, ¡Oh hombres este es el pago que me han de dar! ¿Es así como corresponderán al amor con que por ustedes muero? ¡Ah! Si yo supiera que al ver lo mucho que padezco, dejarían de ofenderme y empezarían a mamarme, entonces sí que me ofrecería gustoso, no a una sino a mil muertes: mas que después de tantas penas sufridas por ustedes con tanto amor, me correspondan con nuevos pecados, y que la sangre que voy a derramar por salvarlos sirva, por el abuso que de ella harán, para su mayor condenación, este es un tormento que a mi corazón se hace insufrible.

Agobiado el divino Redentor con esta terrible representación, se postró con el rostro por tierra, con aquel rostro que es gloria de los ángeles, y rogaba a Dios, con tanto mayor fervor, cuanto era mayor su congoja y aflicción. Tanto llego a ésta a oprimirlo, que comenzó a sudar sangre por todos los poros de su cuerpo con tal abundancia, que bañó con ella la tierra.¡Oh amor!, ¡O tormento!, ¡Oh Sangre de mi divino Redentor!

Coloquio. ¡Qué es esto, adorable Jesús! Yo no veo en este huerto ni los azotes, ni espinas, ni clavos que te hieran. ¿Cómo pues te veo todo ensangrentado? ¡Ah! Sí lo sé, Salvador mío, mis pecados han sido el lagar que exprimió de tu Corazón toda esa sangre y los crueles verdugos que más te atormentaron. Perdóname, Jesús mío; y ya que de otro modo no puedo consolarte, sino por un verdadero arrepentimiento, dame por tu afligido Corazón un dolor tan grande por haberte disgustado, que me haga llorar día y noche por mi ingratitud.

Propósito. Ir varias veces al día, por lo menos de corazón, al pie del tabernáculo a hacer actos de desagravio para reparar la ingratitud de los hombres y corresponder en cierto modo a las excesivas finezas del amantísimo Corazón de Jesús.

Ramillete Espiritual. Padre mío, si es posible, aleja  de mí este cáliz, sin que yo lo beba; mas no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Tercer dolor del Corazón de Jesús

Huída de los apóstoles

Meditación

Entonces todos los discípulos abandonándolo, huyeron (Mat. C. 26)

1er Preludio. Figúrate, alma mía, a Jesús que ha quedado solo entre las manos de los soldados, porque todos sus discípulos huyeron sobrecogidos de temor.
2do Preludio. Señor, presérvame de mi propia debilidad y no permitas que jamás yo traicione tu causa, ya sea por respeto humano o por amor propio.

Consideraciones

Mira, alma mía, como preso y atado este mansísimo Cordero se deja arrastrar por aquellos lobos. ¿Y sus discípulos, dónde están? ¿Qué Hacen? Si no pueden liberarlo de las manos de sus enemigos, ¿por qué no lo siguen para atestiguar a lo menos, delante de los jueces su inocencia, y consolarlo con su compañía? Todos huyeron y lo dejaron solo, después de tantas promesas que le habían hecho de morir con él. ¡Ah! ¡Cuán sensible debió ser esta fuga al amante corazón de su buen Maestro! Pues no sólo les había hecho la gracia de admitirlos en su compañía y de que lo siguiesen a todas partes, sino que después de haberles dado las mayores pruebas de su singular amor, había puesto el colmo a sus beneficios, instituyendo por ellos algunas horas antes el más augusto de los Sacramentos, después de haberles hablado con toda efusión de su Corazón como lo haría un buen padre en el momento de dejar a sus hijos; y sin embargo, ellos le abandonan a la primera apariencia del peligro.

¡Oh adorable Jesús! ¡Cuánto debió sufrir tu Corazón en esta ocasión al verse tan ingratamente abandonado de sus escogidos! En este punto s ele presentaron, para afligirlo más todas aquellas almas más favorecidas y privilegiadas por él, que lo habían de abandonar después. Una estas he sido yo Jesús mío, que después de tantas gracias, luces y favores que he recibido de ti; después de tantas promesas que en tiempo de tranquilidad te había hecho; llegado el tiempo de la tentación, te he abandonado por seguir un apetito, por no privarme de un gusto, por condescender con una pasión Perdóname, Redentor divino, y recíbeme ahora que, arrepentido, a Ti me vuelvo para no abandonarte más.

Aquel fino corazón siente vivamente la injusticia hecha a su ternura, pero siempre dulce, paciente y constante en su caridad inmensa, se entrega a la muerte por aquellos mismos que se mostraban tan indignos de su amor. Después de su resurrección, se dignará mostrarse a ellos, llamarlos sus hermanos y colmarlos de nuevos favores “¡Oh caridad inagotable! ¡Oh amor infinito de un Dios!
Coloquio. Cuando veo ¡Oh Jesús mío! Conmoverse las más firmes columnas de la Iglesia a la primera tentación, ¿cómo me fiaré en mis resoluciones? ¡Cuán grande es la debilidad del hombre y cuán poca cosa es preciso para hacerlo caer! Yo sobre todo siento toda mi fragilidad; mas cuento con tus fuerzas a las cuales recurriré, uniéndome íntimamente a tu santísimo Corazón; de este modo tu amor será mi sostén en las flaquezas y me dará como a los apóstoles, no sólo valor para reparar mis negligencias pasadas, sino también la gracia de imitar tu ejemplo cuando reciba alguna ingratitud de las personas queme so deudoras.

Propósito: En la tentación, procurarme unirme fuertemente a Jesús para alcanzar la gracia de serle constantemente fiel.

Ramillete espiritual. ¡Oh mi buen Maestro, primero morir que abandonarte!

Cuarto dolor del Corazón de Jesús

La negación de Pedro

Y pedro le iba siguiendo de lejos hasta llegar al palacio del Sumo Pontífice. Y Habiendo entrado, estaba sentado con los sirvientes para ver el fin (Mat. C. 26)

1er preludio. Ve, alma mía, a San Pedro que después de haber seguido a Jesús a lo lejos se asienta cerca del fuego con los criados del gran sacerdote.

2do preludio. ¡O Jesús, fuerza de los débiles! Haz que, desconfiando siempre de mí mismo, me una constantemente a ti para que me preserves a la desgracia de ofenderte.

Consideración

La primera causa de la caída de San Pedro fue, sin duda su presunción. Advirtiéndole su divino Maestro que desconfiase de su extrema debilidad, no teme el peligro, presumiendo demasiado en el amor sensible que la tenía. ¡Feliz esta grande alma, si desconfiando de ella misma, hubiese buscado constantemente en Jesús su sostén y su apoyo! Pero, no contando más que con sus propias fuerzas, bien pronto se intimida al ver a los enemigos de su buen Maestro; sin embargo, como no quiere abandonarlo, lo sigue; mas desgraciadamente, no lo hace sino a lo lejos: de este modo, a la primera ocasión habrá una deplorable caída. ¡Ah! ¿Qué somos sin la asistencia divina? Ante la presencia de una sirvienta que cree reconocerlo como discípulo de Jesús, el temor se apodera de él, y el ligero soplo de una simple palabra derriba la roca que no ha mucho tiempo se prometía arrostrar las olas del mar y sus furiosas tempestades…

¡O debilidad espantosa de la naturaleza humana! ¿No desconfiaré constantemente de ti? Pedro, el príncipe de los apóstoles, el jefe de la Iglesia, niega a su divino Maestro, asegura con juramento que no lo conoce. ¡Ah! Cuán hondo y cuán amargamente penetró este ultraje en el Corazón de Jesús. Pero, ¿yo no he tenido también la desgracia de renovar la dolorosa llaga que recibió del mismo de quien debía esperar más lealtad? Sin embargo, en lugar de lanzar contra él algún terrible anatema, se apiada de su debilidad, le dirige una mirada llena de dulzura que penetra su corazón, le convierte sinceramente y le hace derramar un torrente de lágrimas.

Coloquio. ¡Oh mi buen Maestro! Si como Pedro, ingrato e infiel, he ultrajado mil veces tu generoso Corazón, también como él he sido movido por la dulzura y el poder de tu gracia, y así quiero lavar mis ingratitudes con las lágrimas de mi arrepentimiento. Haz que a ejemplo de este célebre penitente, mis ojos se conviertan en dos fuentes de lágrimas; más, que sean lágrimas de amor y que pueda mezclarla con la sangre preciosa que has derramado por mí.

Propósito. Rogar a menudo a Jesús, que penetre nuestras almas de la verdadera compunción, y que las anime del espíritu de penitencia.

Ramillete espiritual. Señor, no me dejes caer en tentación.

Quinto dolor del Corazón de Jesús

Su doloroso encuentro con su santísima madre

1er Preludio. Figúrate, alma mía, ver la calle de la Amargura donde se agolpa la multitud, y donde María encuentra a su divino hijo.

2do Preludio: sagrados Corazones de Jesús y de María háganme la gracia de participar en su dolor y la de ser abrasado en su divino amor.

Consideración

¿Quién podrá expresar el acerbo dolor que experimentó el amante Corazón de Jesús al volverse a ver con su afligidísima Madre? ¿Qué sentiría aquel clementísimo Señor cuando alzando los ojos s encontraron con los de su santísima Madre que la miraban? Oye los tristes gemidos de la desconsolada  Señora, y el grande amor que le tiene revive. Por decirlo así, en aquel momento. Su corazón queda tan traspasado con el dolor mortal que le ocasiona la vista lastimosa de su tierna Madre, y su afligida imagen s ele imprime con tal viveza que detiene algo sus pasos y le hace experimentar las angustias de la muerte. Pero lo que más agrava su tormento interior es saber que lo que seguirá paso a paso aun hasta el lugar del suplicio. Por eso, este doloroso encuentro, dejos de calmar el dolor de ambas víctimas, no sirvió sino para aumentarlo. María sufre al ver sufrir a Jesús; Jesús sufría al ver a María; de este modo, por una recíproca comunicación de dolor y de amor, estos dos corazones, unidos tan estrechamente, experimentaron de antemano los rigores de la crucifixión. Oh sufrimientos incomprensibles, de los cuales los corazones más afligidos apenas pueden formarse una ligera idea. Ah, y ¿seré insensible a tantos padecimientos, cuando es por mi amor que se cumplen estos dolorosos misterios? ¿No me compadeceré de un Salvador y de una Madre que han hecho tan grandes sacrificios por mi salvación? Sí, a ejemplo suyo, quiero seguir los pasos de mi Redentor, es preciso que me una a sus trabajos y reciba con paciencia y resignación las penas que se dignará enviarme. Dios no me prohíbe que sienta cuando pesa sobre mí su paternal severidad: lo único que desea es que mi voluntad esté siempre sometida a la suya y que permanezca constantemente fiel a su servicio, a pesar de la repugnancia que manifestará nuestra viciada naturaleza.

Coloquio: ¡Oh amantísimo Redentor mío! Si yo debiera caminar sin vos, por el áspero camino del Calvario, me amedrentaría mi debilidad y poco valor; sin Ti la Cruz es demasiado pesada; es un mal sin consolación y sin fruto mas, en tu compañía, ¡Oh amor de mi alma! No sólo se vuelve ligera y amable, sino que también encierra un tesoro infinito. Haz, Oh Dios que me sirva para unirme íntimamente a ti; entonces, como mi Madre Santísima, te seguiré con fidelidad, y uniéndome a tus dolores participaré ampliamente de los méritos de tu pasión.

Propósito: sufrir de buena gana todas las penas y aflicciones que sobrevengan en unión de Jesús y de María.

Ramillete espiritual: ¡Oh Jesús! ¡Por los acerbos dolores de tu herido Corazón, ten piedad de nosotros!

Sexto dolor del Corazón de Jesús

María al pie de la Cruz

Y la madre de Jesús estaba en pie cerca de cruz (Juan cap 19)

1er Preludio. Figúrate alma mía a Jesús crucificado sobre la montaña del Calvario y a María en pie cerca de la cruz.
2do preludio. Oh Jesús, rey de los mártires, haz que mi corazón, conmovido por la aflicción del tuyo, renuncie para siempre al pecado, pues sólo él es la causa de nuestros dolores

Consideración

Mira, alma mía a tu divino Redentor, como, en medio de tantos tormentos, inclina la cabeza hacia la tierra y pone sus moribundos ojos en su santísima Madre que, llena de amargura y de dolor, estaba al pie de la cruz. Esta vista traspasó de parte a parte su afligido Corazón y le fue más insoportable que la misma cruz; siendo aquella Virgen purísima la más amante, la Más fiel, la más agradecida, la más santa, y por ser la más semejante a Él, era más digna de su amor que todos los ángeles del cielo, que todos los hombres de la tierra, y, por consecuencia la más amada. Así, es imposible el dar una justa idea del acerbo dolor que experimentó aquel fino Corazón, viendo que sus padecimientos herían profundamente el de su Madre santísima, viendo lo que sufría y lo que aun le quedaba por sufrir, para cumplir los designios de su Eterno Padre. Por eso, olvidando sus propios tormentos, quiso darle algún consuelo: cuidando de ella y dirigiéndole la palabra, hizo que adoptara por Hijo al discípulo que él amaba, diciéndole: Ahí tienes a tu hijo; y al discípulo: Ahí tienes a tu Madre, de este modo, nos mandó a todos en la persona de san Juan, el servirla y honrarla como a nuestra madre. ¡Mira qué mayor muestra  e amor, pues no sólo nos perdona, sino que, antes de exhalar el último suspiro, nos deja la rica herencia de su Santísima Madre!

Oigamos ahora lo que esta Señora reveló a Santa Brígida, de la cruel aflicción que experimentaba el Corazón de Jesús al verla tan angustiada: “Mi hijo, era de milagrosa complexión, y así batallaba en él la muerte con la vida. Estando en este combate de infinitas agonías, volvió hacia mí la vista, y conociendo la grandeza del tormento que padecía mi alma, fue tanta la amargura y tribulación de su amantísimo Corazón, que rindió a la inefable angustia de la muerte, según la humanidad, clamó a ese Eterno Padre diciendo: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. ¿No eres tú, pecador abominable el que con tus crímenes te has hecho el verdugo de estos dos corazones tan puros e inocentes?

Coloquio. Oh Jesús, amor de mi alma, Oh María esperanza y refugio mío, quítenme las dulzuras de la vida; y ya que pasaron la suya en el dolor, no permitan que yo acabe la mía sin haber gustado la amargura saludable de la cruz, pues soy su esclavo, Oh Dios mí, y el hijo de tu sierva, a quien Tú mismo me diste por madre. Quisiera, amorosísimo Jesús, para darte las debidas gracias por este singular beneficio, tener una la lengua y un corazón de serafín. Bendito seas, Dios de misericordia, que para usarla conmigo me has dado una protectora y una abogada tan poderosa como María.

Propósito: Fijar constantemente nuestra vista en modelos de perfección; consagrar a su servicio  lo que nos queda de vida y persuadirnos que para ser agradables a Dios, es preciso imitar a Jesús y María.

Ramillete espiritual.  Jesús dijo a su Madre. Ahí tienes a tu hijo, y al discípulo: ahí tienes a tu Madre.

Séptimo dolor del Corazón de Jesús

Abandono y desamparo de su Eterno Padre

Y cerca de la hora nona, exclamó Jesús en alta voz, diciendo Eloí, Eloí, Lamma sabacthani? Esto es, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mat 27).

1er Preludio. Figúrate aun, alma mía, la montaña del Calvario y a Jesús pendiente de cruz.
2do Preludio. ¡Oh mi adorable Salvador! Yo te suplico, por el completo abandono en que quedaste sobre la cruz, que desprendas mi corazón de todo apego a la criatura, para que, uniéndome estrechamente al tuyo, Tú solo me bastes.

Consideración

Contempla alma mía, a tu divino Redentor en la mayor  aflicción y abandono en que se había visto hombre alguno en esta vid, y en aquella extremidad en que más se necesita amparo y consuelo: lo busca en la tierra y no lo encuentra. Sus discípulos y amigos lo habían abandonado: sólo uno de entre ellos, algunas santas mujeres y su santísima Madre le acompañaban en su padecer; pero esto no podía darle ningún consuelo; antes bien, con sus internos dolores aumentaba s aflicción. Mira a otras partes, y se ve cercado d enemigos que lo burlan, insultan y blasfeman; alza los ojos y clama al cielo, y el cielo se hace de bronce. En la agonía había venido a confortarlo un mensajero celestial; más aquí estos espíritus bienaventurados parecen insensibles a los sufrimientos de su rey… El Eterno Padre, viéndolo cubierto de nuestros pecados, lo desconoce, por decirlo así, y lo abandona al furor de sus enemigos; este abandono fue para su Corazón santísimo el mayor de sus tormentos. De ningún modo se había quejado; mas este fue tan vehemente y le oprimió de tal modo el Corazón, que no pudo menos que clamar en alta voz diciendo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Como si dijera ¿Es posible, Señor, que hasta Tú me abandones y conjures contra mí? Que mis discípulos y mis amigos me abandonen; que los hombres me persigan, eso no me sorprende; porque son frágiles e ingratos, que no me conocen, ni saben lo que hacen, pero Tú, Señor, que me amas, que sabes que soy Hijo tuyo, que padezco por tu gloria y por satisfacer tu justicia, y que muero en esta cruz para obedecerte, ¿por qué me desamparas?
Afligidísimo y abandonado Redentor mío, ¿por qué, siendo Dios, quisiste padecer tan cruel tormento? Y si este era tu deseo, ¿por qué te quejas tan amargamente? ¡Ah! Bien mío, ya te entiendo, quisiste enseñarme, con tu ejemplo, que no debo desesperar de tu infinita misericordia cuando me vea privado de las dulzuras que causa en mi alma tu amabilísima presencia; que debo sufrir con paciencia la privación de las gracias sensibles y los rigores aparentes de Dios hacia nosotros: pues es para enseñarnos a renunciar a nosotros mismos, que así lo haces. Señor, seas para siempre bendito porque quisiste también sufrir este misterioso abandono a fin de reparar nuestra ingratitud; y bendito sea tu amante Corazón a quien únicamente debo no haber sido eternamente abandonado de mi Dios.

Coloquio. Adorable Salvador, me avergüenzo de mí mismo, al verte soportar con una dulzura admirable ese completo abandono. Con tal que por tus más crueles dolores, Dios sea glorificado y tus hijos arrancados al infierno, esto te basta: te olvidas de ti mismo y consientes en ser abandonado del cielo y de la tierra; y yo, ¡Oh Jesús mío! Dominado por el amor propio, no pienso sino en mí; la más leve contradicción me abate y me hace prorrumpir en quejas. Mas desde ahora, ¡Oh Dios mío! Tú sólo me bastarás, y mi única felicidad será hacer tu santísima voluntad.

Propósito. En las penas interiores, en el olvido y abandono de las criaturas, unirnos estrechamente a Jesús y soportar con él sobre la cruz este abandono de Dios y de los hombres.

Ramillete espiritual. ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?

______________

¡Oh Dios todopoderoso y eterno! Mira al Corazón de tu Santísimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que te tributa en nombre de los pecadores, y a éstos concédeles el perdón en nombre del mismo Jesucristo, tu Hijo y Salvador nuestro. Amén.

Para obtener las gracias que hemos pedido, saludaremos al Corazón de Jesús con las siguientes invocaciones:

1) ¡Oh Corazón de Jesús, coronado por la Santa Cruz! Me pesa de los pecados que he cometido contra ti con mi soberbia y desobediencia a tu Santa Ley.
Padrenuestro ....

2) ¡Oh Corazón de Jesús, ceñido de corona de punzantes espinas! Me pesa de los pecados que contra ti he cometido con mis sensualidades, y poca mortificación.
Padrenuestro ...

3) ¡Oh Corazón de Jesús, rasgado por el hierro de la lanza! Me pesa de los pecados que he cometido contra ti con mi apego y afición a los bienes de la tierra.
Padrenuestro ...

Al Divino Corazón de Jesús, venid y adorémosle.
Al bondadoso Corazón de Jesús, venid y amémosle.
Al ultrajado Corazón de Jesús, venid y desagraviémosle.
Oración final. Oh Dios omnipotente, te pedimos que mires el inmenso amor del Corazón de tu amado Hijo Jesús, para que te dignes aceptar cuanto hacemos para tu mayor honra y gloria y en satisfacción de nuestros pecados. Te lo pedimos por los méritos infinitos de tu Hijo, que contigo vive y reina en unión del Espíritu Santo. Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Rosario de las Llagas de Jesús

Aprobado por el Papa San Pío X

clip_image002

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro, En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Oh! Jesús, Redentor Divino, sé misericordioso con nosotros y con el mundo entero.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.
Perdón y misericordia, Jesús mío cúbrenos de los peligros con tu preciosa Sangre.
Eterno Padre, ten misericordia de nosotros por la Sangre de Jesucristo, tu único Hijo.
Por el Padrenuestro se dice:
Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, para curar las llagas de nuestras almas.
Por el Avemaría (10 veces) se dice: Jesús mío, perdón y misericordia: por los méritos de tus Santas Llagas.
Al terminar el rosario en las tres cuentas finales:
Eterno Padre, yo te ofrezco las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, para curar las llagas de nuestras almas.

ORACIÓN DE REPARACIÓN POR LA CORONA DE ESPINAS

Dada a Bernabé por Santa Cecilia el 14 de julio de 2000)

HIMNO

Estoy solo, estoy abandonado

me han dejado con la corona de espinas

que penetran Mi cabeza

y Mi pueblo me ha abandonado.

Amados Míos, ¿dónde estáis?

Esta corona de espinas ha penetrado Mi alma.

Retiren las espinas, tengan misericordia de Mí.

Por amor a vosotros

Morí en la Cruz con la corona de espinas.

Estoy nuevamente viviendo con las espinas.

Yo Soy el Agonizante Jesucristo.

ORACIÓN

¡Mi amado Jesucristo Agonizante, Hijo del Altísimo! Me postro a Tus pies en medio de mi nada. Recuerdo todas mis ofensas hacia Ti. Te ruego, Señor, ten misericordia de mí. Mis pecados te han mantenido en agonía por estos miles de años.

Te contemplo aún vivo, colgado en la Cruz, con esa terrible corona de espinas, la sangre bañando Tu Rostro y las espinas punzando Tu Santa Faz. Me arrepiento por ese regalo que te di: la corona de espinas. Deseo quitarte la corona de espinas y ofrecerte con amor una corona de oro.

(Besando la corona y apretándola contra su corazón Santa Cecilia oró así:)

Jesús mío, yo laceré Tu Sagrada Cabeza con una corona de espinas…

Ten misericordia de mí, y perdona al mundo.

Jesús mío, que sufres místicamente el dolor y la agonía de mi terrible corona de espinas en Tu Sagrado Corazón…

Ten misericordia de mí, y perdona al mundo.

Jesús mío, que sufres la ignominia de mi terrible corona de espinas…

Ten misericordia de mí, y perdona al mundo.

(Apretando la corona de espinas contra su cabeza, Santa Cecilia besó los pies de Jesucristo Agonizante en la Cruz, y oró:)

Mi Agonizante Jesús, recuerdo cómo yo golpeé Tu Sagrada Cabeza con varilla de hierro para que te penetraran aún más las espinas en Tu cerebro. Sentiste un dolor como si fuera un rayo que estremeciera todo Tu Cuerpo virginal. ¡Oh cuánto te ha hecho sufrir mi maldad!

Cuando medito en Tu terrible caminar hacia el Calvario, lloro amargamente porque mi maldad colocó esa corona de espinas en Tu Sagrada Cabeza, sede de la Divina Sabiduría. Te veo cayéndote bajo el peso de la Cruz, que hacía que las espinas penetraran más profundamente en Tu Cabeza.

Me veo arrastrándote y golpeándote la Cabeza con una vara. ¡No hubiera querido ser yo quien hizo todo esto a mi amado Salvador!

Jesús mío, te he tratado cruelmente, perdóname, perdóname, perdona a Tu pueblo. Haré todo lo que pueda para retirar esas espinas, cambiando de vida de ahora en adelante.

Mi maldad mantuvo la corona de espinas en Tu cabeza hasta Tu muerte para que así no pudieras tener ni un poco de alivio en Tu Pasión. ¡Señor, ten misericordia de mí! ¡Cristo, ten misericordia de mi maldad!

Contemplo Tu Sagrada Cabeza recostada sobre el regazo de Tu Madre dolorosa estando ya muerto. Puedo ver las manos de Juan el amado, de María Magdalena y de Tu Madre dolorosa desprendiendo, con lágrimas de amor, la corona de espinas de Tu Sagrada Cabeza. Desearía ser uno de ellos para retirar la corona y ofrecerte a cambio una corona de oro, como muestra de mi amor hacia Ti.

(Sosteniendo la corona de espinas y meditando en silencio,

Santa Cecilia oró así:)

Te ofrezco todo mi ser y te prometo cargar mi cruz tras de Ti, con alegría y amor, todos los días de mi vida. Recibe los méritos de mis sufrimientos y persecuciones que prometo aceptar con amor en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Queridísimo Jesús Agonizante, con este humilde ofrecimiento, deseo retirar la corona de espinas que te coloqué y ofrecerte una corona de oro. Recibe con amor esta corona de oro que te ofrezco. Amén.

Padre Eterno, te he ofendido gravemente al lacerar la Sagrada Cabeza de Tu Hijo Unigénito a Quién tanto amas. Ten misericordia de mí. Perdóname y perdona al mundo. Amén.

(Tres veces) 33

PROMESAS DE NUESTRO SEÑOR SOBRE LA CORONA DE ESPINAS

1. Yo sanaré las heridas de los corazones de aquéllos que adoren Mi Sagrada Cabeza a través de esta Corona.

2. Yo consolaré a los que Me consuelen con estas oraciones.

3. Yo derramaré el océano de la Divina Misericordia sobre aquéllos que adoren las Heridas de Mi Sagrada Cabeza a través de estas oraciones.

4. Todos los que adoren la Preciosísima Sangre de Mi Sagrada Cabeza a través de esta Corona, recibirán la gracia de la Divina Sabiduría.

5. Yo custodiaré sus cinco sentidos.

6. Cuando toquen esta Corona con amor, Yo permitiré que una gota de Mi Sangre caiga sobre sus cabezas.

7. Yo renovaré el amor de un pecador arrepentido que adore misericordiosamente Mi Sagrada Cabeza con esta Corona.

8. Siempre hay un rocío de Mi Preciosísima Sangre dondequiera que estén estas Espinas. No estoy lejos, estoy cerca.

9. Yo coronaré la cabeza de los que adoren las Sagradas Heridas y la Sangre de Mi Sagrada Cabeza a través de esta Corona, con una corona de victoria.

10. Yo prometo mostrar Mi Sagrada Cabeza un día antes de su muerte a todos los que amen su Corona y adoren Mi Sagrada Cabeza por medio de ella, de manera que tengan perfecto conocimiento de sus pecados y se arrepientan.

El 15 de septiembre de 2001, Nuestra Madre dijo que Ella le había pedido a su Hijo Jesús bendecir la Corona de Espinas con poder sanador.

ORACIONES DE REPARACIÓN A JESUCRISTO AGONIZANTE LLAMADOS ANGUSTIOSOS

ORACIÓN INICIAL

Señor Jesucristo, a través de la historia Tú nos conduces de regreso al Padre Todopoderoso. Te damos gracias y apreciamos Tu amor. Recordamos, con dolor en el corazón nuestra debilidad, nuestros pecados y todo Tu sufrimiento en esta noble tarea.

¿Cómo aminorar Tu sufrimiento? Ayúdanos a hacerlo, te lo pedimos. Haremos lo que sea necesario, si Tú así lo quieres. Muéstranos Tu amor si esa es Tu voluntad.

Hacemos esta oración en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con el Padre, en unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Padre Eterno, te ofrezco todas las Heridas de Tu Amadísimo Hijo Jesucristo, los dolores y las agonías de Su Sacratísimo Corazón, y Su Preciosísima Sangre que brotó de todas Sus Heridas, en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Amén.

(Tres veces)

Credo

PRIMER LLAMADO ANGUSTIOSO

“¿Dónde estás, hijo Mío? ¡Tu Señor te busca…! ¡Ven a Mí! ¡Ven, acércate más y escucha Mi angustioso llamado!

Hijo Mío, había una vez un Hombre que tenía muchas ovejas…, las cuidaba y pastoreaba bien. Cuando tenía sed, las conducía a un manantial de agua fresca para que pudieran satisfacer su sed. No permitía que pasaran hambre. Las llevaba a verdes praderas. Ellas comían y engordaban y se fortalecían. El hombre fortificó la tierra donde pastaban para que ningún lobo entrara y dañara el rebaño.

Un día las ovejas planearon una rebelión, y a la fuerza escaparon del campo y se adentraron en el bosque. Allí fueron capturadas por animales salvajes. Eran como esclavas sin esperanzas. Sus cuerpos y sangre eran utilizados para festivales y sacrificios de animales a sus dioses.

A pesar de todo esto, el Hombre no se olvidó de su rebaño. Envió a sus sirvientes, y a todos los mataron. Por último, envió a Su Hijo, Quien al fin ganó la batalla.

El Hijo del Hombre condujo al rebaño día y noche a través del desierto. En este caminar, surgieron muchas dificultades, que no podían soportar. Se quejaron al Hijo del Hombre, profirieron toda clase de palabras crueles contra Él, y finalmente lo mataron.

Hijo, ¿qué piensas que hará el Padre del Hijo del Hombre cuando se entere de la muerte de Su Hijo?

Hijo, ustedes son el rebaño. Mi Padre es el dueño del rebaño, Quien envió muchos profetas a Su pueblo que vivió en un desierto terrible. Yo soy el Hijo, a Quien ustedes persiguieron y mataron. ¿Qué les he hecho? A pesar de todos vuestros pecados, Mi Padre aún los está llamando para que regresen a Él, pero ustedes no prestan atención a Su llamado.

¡REGRESEN! ¡OH, ISRAEL, PUEBLO MÍO!

Hagan reparación por sus pecados y los pecados que el mundo entero comete contra Mi Padre y contra Mi Preciosa Sangre. ¡YO SOY EL AGONIZANTE JESUCRISTO!

(Silencio)

ORACIÓN 1

Dios mío, Dios mío, yo creo firmemente con todo mi corazón, espero y confío sinceramente en Ti. Solamente a Ti adoraré por siempre. Con verdadero arrepentimiento y amor, me postro a Tus Pies; te pido perdón por aquellos que no creen y no quieren creer, por aquellos que no Te adoran y no quieren adorarte y por aquellos que Te crucificaron y Te están crucificando diariamente.

Querido Jesús, yo te consolaré durante toda mi vida. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Dios mío, yo me arrepiento de todo corazón por haber pecado contra Ti, por ser Tú tan bueno. Con la ayuda de Tu gracia, no pecaré nuevamente. Amén.

Padre Nuestro – Ave María – Gloria al Padre

(Tres veces)

Señor Nuestro, Jesucristo Agonizante, Tú sufriste y pagaste por nosotros…

Que se haga Tu voluntad en la tierra.

Aplaca el fuego de Tu cólera, oh Señor, perdón porque hemos pecado…

No pecaremos nunca más.

Jesús Sacramentado, perdónanos, te rogamos, oh Señor. 26

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te ofrezco la Palabra hecha carne, Jesucristo, Su carne cubierta de Heridas y Sangre, Su agonía en el Huerto, Su flagelación, Su Coronación de espinas, el repudio que sufrió, Su condena, Su crucifixión y muerte en unión con todos los sufrimientos de Tu Santa Iglesia y la sangre de los mártires, en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Amén.

ORACIÓN AGONIZANTE

Jesús Agonizante, yo te ofrezco mi corazón para unirlo a Tu Corazón Agonizante y compartir Tu agonía. Jesús, yo deseo permanecer en agonía Contigo para apresurar Tu glorioso Reino de Paz. Amén.

SEGUNDO LLAMADO ANGUSTIOSO

“Hijo Mío, acércate a Mí, escucha MI angustioso llamado. Por amor a ti ofrezco Mi Cuerpo como sacrificio vivo, Pan de Vida para todos los hombres. Mi Sangre, Preciosa Bebida, Bebida de los Ángeles del Cielo, entregada con amor a los hombres.

Hijo Mío, permanezco por ti en el Sacramento del Amor…, esperando pacientemente por ti en el Tabernáculo, donde estoy prisionero por ti. Tú raras veces te acercas a Mí, porque no te acuerdas de Mí, que estoy prisionero por ti.

Hijo Mío, Mi agonía es grande cuando veo la frialdad, la indiferencia y la negligencia con que te acercas a la Santa Trinidad, cuya Presencia llena el Santuario Santo. Yo estoy aquí, hijo Mío… Yo estoy aquí en plenitud. Teme la Presencia de tu Dios. Acércate con respeto y reverencia. Hijo Mío, ¿sabes tú lo que sufro cuando entro en el santuario de tu corazón a través de la Sagrada Comunión? Tus pecados me amarran y me flagelan sin misericordia. En tu corazón no hay nadie que Me consuele. Luego de haberme flagelado insensiblemente, Me arrastras fuera y cierras con llave la puerta de tu corazón con iniquidad. Esto es lo que Me haces con tu vida de pecado. Yo Soy el Pan de Vida para todos los hombres que me reciben en estado de santidad. Vengo a darles vida, no muerte. Limpia las iniquidades de tu corazón. Ábreme la puerta de tu corazón. Haz de tu corazón un tabernáculo de consuelo para Mí.

Hijo, que Yo viva en tu santuario de una Comunión a otra. ¡Acógeme, hazme sentir bienvenido!

Hijo Mío, todos los que Me acogen, acogen a Mi Padre y al Espíritu Santo que viven en Mí. Todos los que Me rechazan, ¡rechazan a la Santísima Trinidad!

Hijo, aun cuando otros Me rechacen, haz de tu corazón un tabernáculo de consuelo para Mí.

¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, llamándote para que REGRESES!” (Silencio)

ORACIÓN 1

Dios mío, Dios mío, yo creo firmemente con todo mi corazón, espero y confío sinceramente en Ti. Solamente a Ti adoraré por siempre. Con verdadero arrepentimiento y amor, me postro a Tus Pies; te pido perdón por aquellos que no creen y no quieren creer, por aquellos que no Te adoran y no quieren adorarte y por aquellos que Te crucificaron y Te están crucificando diariamente.

Querido Jesús, yo te consolaré durante toda mi vida. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Dios mío, yo me arrepiento de todo corazón por haber pecado contra Ti, por ser Tú tan bueno. Con la ayuda de Tu gracia, no pecaré nuevamente. Amén.

Padre Nuestro – Ave María – Gloria al Padre

(Tres veces)

Señor Nuestro, Jesucristo Agonizante, Tú sufriste y pagaste por nosotros…

Que se haga Tu voluntad en la tierra.

Aplaca el fuego de Tu cólera, oh Señor, perdón porque hemos pecado…

No pecaremos nunca más.

Jesús Sacramentado, perdónanos, te rogamos, oh Señor. 26

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te ofrezco la Palabra hecha carne, Jesucristo, Su carne cubierta de Heridas y Sangre, Su agonía en el Huerto, Su flagelación, Su Coronación de espinas, el repudio que sufrió, Su condena, Su crucifixión y muerte en unión con todos los sufrimientos de Tu Santa Iglesia y la sangre de los mártires, en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Amén.

ORACIÓN AGONIZANTE

Jesús Agonizante, yo te ofrezco mi corazón para unirlo a Tu Corazón Agonizante y compartir Tu agonía. Jesús, yo deseo permanecer en agonía Contigo para apresurar Tu glorioso Reino de Paz. Amén.

TERCER LLAMADO ANGUSTIOSO

“Hijo Mío: Yo estoy en tu corazón, un Getsemaní solitario donde estoy velando y nadie viene a velar Conmigo, ni siquiera por una hora. Te prefieres ir tras la posesión de bienes terrenales, aun a riesgo de tu perdición, dejándome sufrir solo.

El enemigo se aproxima rápidamente…, está conquistando terreno para ganar muchas almas, mientras tú duermes.

Hijo, ¿no puedes levantarte y velar Conmigo siquiera una hora? Yo estoy en el santuario de tu alma, un Getsemaní solitario, esperando que vengas. Muchas almas, muchas almas van al infierno a causa de los pecados de la carne. Hijo, mira cómo tú conduces muchas almas a la perdición a través de tu forma de vestir. Yo Soy Aquél a Quien tú expones desnudo públicamente.

Hijo, consuélame. Hijo, ten misericordia de Mí.

¡Nunca debe un hombre imitar a una mujer! ¡Nunca debe una mujer imitar a un hombre! Sé tal como Yo te hice, hijo; sé tal como Yo te hice. Te digo, aléjate de esta moda mundana. Ese es el plan del enemigo: destruir el templo del Espíritu Santo que es tu cuerpo. Vive una vida modesta.

Mi hijo amado, porque te amo y deseo que me muestres amor, te suplico me ofrezcas todo tu ser, que lo guardes para Mí y solamente para Mí. Que él me glorifique siempre, que me consuele siempre. No hago este llamado al mundo, sino a ti a quien amo. Ofrécemelo… Ofrécelo para salvación. ¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, llamándote para que REGRESES!

(Silencio)

ORACIÓN 1

Dios mío, Dios mío, yo creo firmemente con todo mi corazón, espero y confío sinceramente en Ti. Solamente a Ti adoraré por siempre. Con verdadero arrepentimiento y amor, me postro a Tus Pies; te pido perdón por aquellos que no creen y no quieren creer, por aquellos que no Te adoran y no quieren adorarte y por aquellos que Te crucificaron y Te están crucificando diariamente.

Querido Jesús, yo te consolaré durante toda mi vida. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Dios mío, yo me arrepiento de todo corazón por haber pecado contra Ti, por ser Tú tan bueno. Con la ayuda de Tu gracia, no pecaré nuevamente. Amén.

Padre Nuestro – Ave María – Gloria al Padre

(Tres veces)

Señor Nuestro, Jesucristo Agonizante, Tú sufriste y pagaste por nosotros…

Que se haga Tu voluntad en la tierra.

Aplaca el fuego de Tu cólera, oh Señor, perdón porque hemos pecado…

No pecaremos nunca más.

Jesús Sacramentado, perdónanos, te rogamos, oh Señor.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te ofrezco la Palabra hecha carne, Jesucristo, Su carne cubierta de Heridas y Sangre, Su agonía en el Huerto, Su flagelación, Su Coronación de espinas, el repudio que sufrió, Su condena, Su crucifixión y muerte en unión con todos los sufrimientos de Tu Santa Iglesia y la sangre de los mártires, en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Amén. 27

ORACIÓN AGONIZANTE

Jesús Agonizante, yo te ofrezco mi corazón para unirlo a Tu Corazón Agonizante y compartir Tu agonía. Jesús, yo deseo permanecer en agonía Contigo para apresurar Tu glorioso Reino de Paz. Amén.

CUARTO LLAMADO ANGUSTIOSO

“Hijo Mío: ¿Es así como traicionas a tu Señor y Salvador? Solamente por el dinero mundano y perecedero, escogiste traicionar a tu Señor y entregarme a esos hombres crueles para que Me crucificaran. Hijo, te estás convirtiendo en el Judas de este último tiempo. ¡Cuán terrible será todo para aquellos que traicionan al Hijo del Hombre y lo entregan a hombres pecadores para ser crucificado! Mira cuán lamentablemente va a la eternidad a sufrir por siempre.

Aun entre los Sacerdotes de Mi Corazón hay muchos Judas que prefieren los bienes terrenales a cambio de su Señor, Quién está en agonía.

Esto me causa mucho dolor, hijo Mío, porque están haciendo de la casa de Mi Padre un mercado. Mi Padre está grandemente molesto. Miren bien cómo ustedes me están sacando de Mi Santo templo. Hijo, ¿deseas la presencia de tu Dios? Ofréceme tu vida.

Yo Soy Aquél a Quien ustedes están traicionando solamente por cosas terrenales. Hijo, ya que todas esas cosas por las que estás trabajando serán destruidas por el fuego, ¿por qué estás trabajando en vano?

Regresa a Mí, hijo Mío, ten misericordia de Quien vino a salvarte. Que Mis Sacerdotes regresen a Mí. ¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, llamándoles para que REGRESEN!

(Silencio)

ORACIÓN 1

Dios mío, Dios mío, yo creo firmemente con todo mi corazón, espero y confío sinceramente en Ti. Solamente a Ti adoraré por siempre. Con verdadero arrepentimiento y amor, me postro a Tus Pies; te pido perdón por aquellos que no creen y no quieren creer, por aquellos que no Te adoran y no quieren adorarte y por aquellos que Te crucificaron y Te están crucificando diariamente.

Querido Jesús, yo te consolaré durante toda mi vida. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Dios mío, yo me arrepiento de todo corazón por haber pecado contra Ti, por ser Tú tan bueno. Con la ayuda de Tu gracia, no pecaré nuevamente. Amén.

Padre Nuestro – Ave María – Gloria al Padre

(Tres veces)

Señor Nuestro, Jesucristo Agonizante, Tú sufriste y pagaste por nosotros…

Que se haga Tu voluntad en la tierra.

Aplaca el fuego de Tu cólera, oh Señor, perdón porque hemos pecado…

No pecaremos nunca más.

Jesús Sacramentado, perdónanos, te rogamos, oh Señor.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te ofrezco la Palabra hecha carne, Jesucristo, Su carne cubierta de Heridas y Sangre, Su agonía en el Huerto, Su flagelación, Su Coronación de espinas, el repudio que sufrió, Su condena, Su crucifixión y muerte en unión con todos los sufrimientos de Tu Santa Iglesia y la sangre de los mártires, en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Amén.

ORACIÓN AGONIZANTE

Jesús Agonizante, yo te ofrezco mi corazón para unirlo a Tu Corazón Agonizante y compartir Tu agonía. Jesús, yo deseo permanecer en agonía Contigo para apresurar Tu glorioso Reino de Paz. Amén.

QUINTO LLAMADO ANGUSTIOSO

“Hijo Mío, ¿cuándo terminarán los tormentos de Mi flagelación, causados por tus pecados y los del mundo? ¿Por qué Me están flagelando y al mismo tiempo coronándome de espinas? Y diciendo: ‘DÉJENME PECAR… YA IRÉ DESPUÉS A CONFESARME’. Yo Soy el Agonizante Jesús a Quien tú constantemente torturas. 28

Hijo, ¿ACASO TE DI EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA PARA QUE TE CONVIRTIERAS EN UN POZO DE INIQUIDAD?

Ese es el Sacramento de Mi Amor. Él abre el océano de la misericordia divina. Mi Sangre y Agua Preciosas, que brotaron para salvar y lavar tu iniquidad para que vayas y no peques más.

Hijo, retira la corona de espinas… ten misericordia de Mí, no Me flageles más. Ama a tu Dios, tu Creador. No te hagas falsos dioses de ninguna creatura. Sólo a tu Dios temerás y adorarás. No pronuncies el nombre de tu Dios en vano.

Hijo, recuerda guardar el día obligatorio, santo. Haz respetar Mi Nombre en este mundo corrupto. Haz todas estas cosas para aminorar los dolores de Mi agonía. Ofrece todos tus desengaños, pruebas y persecuciones en reparación por tus pecados y los del mundo entero. ¡Yo Soy el Agonizante Jesucristo, llamándote para que REGRESES!”

(Silencio)

ORACIÓN 1

Dios mío, Dios mío, yo creo firmemente con todo mi corazón, espero y confío sinceramente en Ti. Solamente a Ti adoraré por siempre. Con verdadero arrepentimiento y amor, me postro a Tus Pies; te pido perdón por aquellos que no creen y no quieren creer, por aquellos que no Te adoran y no quieren adorarte y por aquellos que Te crucificaron y Te están crucificando diariamente.

Querido Jesús, yo te consolaré durante toda mi vida. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Dios mío, yo me arrepiento de todo corazón por haber pecado contra Ti, por ser Tú tan bueno. Con la ayuda de Tu gracia, no pecaré nuevamente. Amén.

Padre Nuestro – Ave María – Gloria al Padre

(Tres veces)

Señor Nuestro, Jesucristo Agonizante, Tú sufriste y pagaste por nosotros…

Que se haga Tu voluntad en la tierra.

Aplaca el fuego de Tu cólera, oh Señor, perdón porque hemos pecado…

No pecaremos nunca más.

Jesús Sacramentado, perdónanos, te rogamos, oh Señor.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te ofrezco la Palabra hecha carne, Jesucristo, Su carne cubierta de Heridas y Sangre, Su agonía en el Huerto, Su flagelación, Su Coronación de espinas, el repudio que sufrió, Su condena, Su crucifixión y muerte en unión con todos los sufrimientos de Tu Santa Iglesia y la sangre de los mártires, en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Amén.

ORACIÓN AGONIZANTE

Jesús Agonizante, yo te ofrezco mi corazón para unirlo a Tu Corazón Agonizante y compartir Tu agonía. Jesús, yo deseo permanecer en agonía Contigo para apresurar Tu glorioso Reino de Paz. Amén.

SEXTO LLAMADO ANGUSTIOSO

“Hijo Mío, acércate a Mí y escucha Mi angustioso llamado. Diariamente ando buscando quien Me consuele, y no encuentro a nadie. Mira Mi rostro Agonizante. ¿Dónde está la Verónica de estos tiempos? ¿Dónde está para que Me limpie el rostro y Me consuele? ¿Acaso se ha unido a la multitud gritando: ¡crucifícalo, crucifícalo!?

Se han olvidado que Yo Soy su Mesías, que los sacó de Egipto, que los alimentó con el maná celestial y los acogió bajo Sus alas en seco y ardiente desierto.

Me has rechazado y ya no hay nadie que me ayude. Hijo, así es como tú abandonas tu cruz, y te alejas del camino del Calvario, dejándome sufrir solo.

En verdad te digo, hijo Mío… NO HAY OTRO CAMINO QUE TE CONDUZCA A LA TIERRA PROMETIDA, QUE EL CAMINO DE LA SANTA CRUZ. CARGA CON TU CRUZ Y SÍGUEME TODOS LOS DÍAS DE TU VIDA.

Ayúdame a cargar todas estas cruces que han sido rechazadas, que Mi pueblo ha abandonado para que Yo las lleve. HIJO… VIVE TU VIDA DE CONSAGRACIÓN. Carga tu cruz y sígueme. ¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, que te llamo para que REGRESES!”

(Silencio) 29

ORACIÓN 1

Dios mío, Dios mío, yo creo firmemente con todo mi corazón, espero y confío sinceramente en Ti. Solamente a Ti adoraré por siempre. Con verdadero arrepentimiento y amor, me postro a Tus Pies; te pido perdón por aquellos que no creen y no quieren creer, por aquellos que no Te adoran y no quieren adorarte y por aquellos que Te crucificaron y Te están crucificando diariamente.

Querido Jesús, yo te consolaré durante toda mi vida. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Dios mío, yo me arrepiento de todo corazón por haber pecado contra Ti, por ser Tú tan bueno. Con la ayuda de Tu gracia, no pecaré nuevamente. Amén.

Padre Nuestro – Ave María – Gloria al Padre

(Tres veces)

Señor Nuestro, Jesucristo Agonizante, Tú sufriste y pagaste por nosotros…

Que se haga Tu voluntad en la tierra.

Aplaca el fuego de Tu cólera, oh Señor, perdón porque hemos pecado…

No pecaremos nunca más.

Jesús Sacramentado, perdónanos, te rogamos, oh Señor.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te ofrezco la Palabra hecha carne, Jesucristo, Su carne cubierta de Heridas y Sangre, Su agonía en el Huerto, Su flagelación, Su Coronación de espinas, el repudio que sufrió, Su condena, Su crucifixión y muerte en unión con todos los sufrimientos de Tu Santa Iglesia y la sangre de los mártires, en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Amén.

ORACIÓN AGONIZANTE

Jesús Agonizante, yo te ofrezco mi corazón para unirlo a Tu Corazón Agonizante y compartir Tu agonía. Jesús, yo deseo permanecer en agonía Contigo para apresurar Tu glorioso Reino de Paz. Amén.

SÉPTIMO LLAMADO ANGUSTIOSO

“Hijo Mío, mira cómo tus pecados me han clavado en la Cruz. Estoy sangrando por amor a ti. Estoy dudando por amor a ti. Estoy sediento de amor por este mundo necesitado. Ninguno de ustedes desea consolarme… más bien me ofrecen vinagre para calmar Mi sed.

Todos ustedes se mantienen alejados, se burlan y Me critican. Hijo Mío, mira cómo hablas falsedades de tu prójimo. En vez de orar por Mi Santa Iglesia, continúan criticándola. Yo Soy Jesucristo Agonizante, a Quien ustedes critican. La Iglesia es Mi Cuerpo, al que están crucificando.

HIJO MÍO… PÁRATE AL PIE DE MI SANTA CRUZ Y OFRÉCEME, JUNTO CON MI MADRE, EL MUNDO ENTERO.

Yo lo aceptaré, y lo ofreceré a Mi Padre. Ellos serán Sus hijos y obedecerán Sus mandatos.

La ira del Padre Eterno se aplacará. Mis Santas Llagas serán sanadas. Entonces Mi Reino vendrá sobre la tierra.

Hijo, has de crucificarte por Mí y Conmigo en la Santa Cruz de la Salvación. Esto es lo que más necesito de ti en reparación por tus pecados y los pecados del mundo entero. Hijo, Yo no he pedido esto al mundo, sino a ti, porque Te amo y deseo que me demuestres tu amor. Yo te prometo que atraeré a ti y a todos los hombres hacia Mí a través de ti. Acepta Mi llamado angustioso, ¡oh amado hijo! Yo ofreceré todos tus sacrificios a Dios para que sean aceptables en reparación por tus pecados y los del mundo entero.

Al final, el mundo entero vivirá en Mí, Conmigo y para Mí. Mi Sagrado Costado se abrirá para ser el refugio de todos los hombres. Sacarán Agua viva de la Fuente de la Vida que brota de Mi Sagrado Costado. Hijo, que se haga Mi voluntad en la tierra. Que se haga Mi voluntad en ti. Sufre por Mí y Conmigo. Muere por Mí y vive en Mí.

Yo Soy el Jesucristo Agonizante, te amo. Yo los bendigo a todos.”

(Silencio) 30

ORACIÓN 1

Dios mío, Dios mío, yo creo firmemente con todo mi corazón, espero y confío sinceramente en Ti. Solamente a Ti adoraré por siempre. Con verdadero arrepentimiento y amor, me postro a Tus Pies; te pido perdón por aquellos que no creen y no quieren creer, por aquellos que no Te adoran y no quieren adorarte y por aquellos que Te crucificaron y Te están crucificando diariamente.

Querido Jesús, yo te consolaré durante toda mi vida. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh Dios mío, yo me arrepiento de todo corazón por haber pecado contra Ti, por ser Tú tan bueno. Con la ayuda de Tu gracia, no pecaré nuevamente. Amén.

Padre Nuestro – Ave María – Gloria al Padre

(Tres veces)

Señor Nuestro, Jesucristo Agonizante, Tú sufriste y pagaste por nosotros…

Que se haga Tu voluntad en la tierra.

Aplaca el fuego de Tu cólera, oh Señor, perdón porque hemos pecado…

No pecaremos nunca más.

Jesús Sacramentado, perdónanos, te rogamos, oh Señor.

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te ofrezco la Palabra hecha carne, Jesucristo, Su carne cubierta de Heridas y Sangre, Su agonía en el Huerto, Su flagelación, Su Coronación de espinas, el repudio que sufrió, Su condena, Su crucifixión y muerte en unión con todos los sufrimientos de Tu Santa Iglesia y la sangre de los mártires, en reparación por mis pecados y los pecados del mundo entero. Amén.

ORACIÓN AGONIZANTE

Jesús Agonizante, yo te ofrezco mi corazón para unirlo a Tu Corazón Agonizante y compartir Tu agonía. Jesús, yo deseo permanecer en agonía Contigo para apresurar Tu glorioso Reino de Paz. Amén.

(Inclinando la cabeza)

Gloria al Padre

(Siete veces)

PROMESAS DE NUESTRO SEÑOR A LOS QUE RECEN O ESCUCHEN LAS ORACIONES DE REPARACIÓN (LLAMADOS ANGUSTIOSOS)

1. Hijos, cada vez que las Oraciones de Reparación se recen con amor, Yo prometo convertir 12 de los más empedernidos pecadores en el mundo.

2. Yo permitiré que Mi Sangre Preciosa se derrame sobre cada alma que escuche decir estas Oraciones. Su amor por Mí crecerá.

3. Yo perdonaré los pecados de una nación que se vuelva a Mí a través de estas oraciones.

4. Ellos no sufrirán el peso de la condena debida por sus pecados.

(Por favor, envíen testimonios de favores recibidos a través de esta Devoción al apostolado de Nigeria)