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martes, 4 de marzo de 2014

Solemnidad de la Anunciación

25 marzo

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Solemnidad de la Anunciación del Señor, cuando, en la ciudad de Nazaret, el ángel del Señor anunció a María: Concebirás y darás a luz un hijo, y se llamará Hijo del Altísimo. María contestó: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y así, llegada la plenitud de los tiempos, el que era antes de los siglos el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, se encarnó por obra del Espíritu Santo de María, la Virgen, y se hizo hombre. Dios por medio de María dio al mundo un Salvador, al pecador una víctima de propiciación, al virtuoso un modelo, a esta doncella –que debía permanecer virgen- un Hijo y al Hijo de Dios una nueva naturaleza humana capaz de sufrir el dolor y la muerte, afín de que El pudiera satisfacer la justicia de Dios por nuestras transgresiones. En ese momento, el misterio de amor y misericordia prometido al género humano se realizó sobre la tierra.

María nos enseña a ser muy obedientes a la voluntad del Señor. Aunque en el Padre Nuestro digamos: “…hágase tu voluntad en la tierra como…” realmente no dejamos que Dios haga su voluntad en nosotros. Seamos sencillos, humildes y verdaderamente obedientes a la voluntad de Dios, regresando con gran amor al camino que nos conduce a Él.

Esta cuaresma tengamos verdadera obediencia a Dios, escuchemos cuanto nos llama:”Regresa pueblo mío” Nos insiste en volver a Él, así como Él vuelve sus ojos hacia nosotros constantemente para insistirnos que regresemos a Él, así nosotros, obedientes, volvamos a nuestro Creador.

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