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jueves, 6 de marzo de 2014

ROSARIO O CORONA DE LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARIA

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Los sufrimientos de la Madre de Dios no pueden ser comprendidos, son inconcebibles. Toda su vida fue, como la de su Divino Hijo, una continua serie de sufrimientos y tribulaciones. El objeto de la devoción a Nuestra Señora de los Dolores consiste en una compasión sincera desde el fondo de nuestro corazón por los Dolores que la Santísima Virgen soportó a lo largo de toda su vida. La Devoción a los dolores de María debe de ser practicada especialmente por aquellas almas que deseen deshacerse de hábitos pecaminosos.

Esta devoción alimenta el espíritu de compunción, nos da gran consuelo, fortalece la confianza en la misericordia de Dios, nos da la especial protección de Nuestra Santísima Madre a la hora de la tentación y preserva al pecador convertido de volver a caer.

La Madre de Dios le dijo en una ocasión a Santa Brígida: "No importa que tan numerosos sean los pecados de una persona. Si se vuelve a mí con un sincero propósito de enmienda, Estoy preparada para recibirle con mis gracias, porque Yo no tomo en cuenta el número de pecados que ha cometido, sino que me fijo únicamente en la disposición con que viene a mí; Yo ya no siento aversión en curar sus heridas, porque Yo soy llamada y soy en realidad la Madre de la Misericordia".

En recompensa a su fidelidad en permanecer cerca de Jesús cuando murió en la Cruz, Nuestra Señora de los Dolores ha recibido de Él un poder especial para asistir a las almas en su última agonía y sin duda ella ejercitará este poder especialmente por aquellos que han llorado con ella y que le han tenido compasión.

La Iglesia honra con dos fiestas los Siete Dolores de María; una de ellas es el Viernes anterior al Viernes Santo, y la otra es el 15 de Septiembre.

La Santísima Virgen concede siete gracias a las almas que la honren diariamente rezando siete Aves Marías y que mediten en sus lágrimas y dolores. Esta devoción fue dictada a Santa Brígida por Nuestra Señora.

Las Siete Gracias

1. Les concederé paz a sus familias.

2. Serán iluminados sobre los Divinos Misterios.

3. Los consolaré en sus dolores y los acompañaré en su trabajo.

4. Les concederé todo lo que me pidan siempre y cuando esto no se oponga a la adorable voluntad de Mi Divino Hijo o a la santificación de sus almas.

5. Los defenderé en sus batallas espirituales con el enemigo infernal y los protegeré en cada instante de su vida.

6. Los ayudaré visiblemente en la hora de su muerte; verán la cara de Su Madre.

7. He obtenido de mi Divino Hijo, que todos aquellos que propagan esta devoción a mis lágrimas y dolores, serán llevados directamente de esta vida terrenal a la eterna felicidad ya que todos sus pecados serán perdonados y mi Hijo y Yo seremos su eterno consuelo y alegría.

ROSARIO O CORONA DE LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN MARIA

Por la señal de la santa cruz de nuestro enemigos líbranos Señor Dios nuestro en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Acto de contrición

Oh, único y amabilísimo Señor mío, aquí me tienes en vuestra Divina Presencia, lleno de confusión, al considerar las muchas gravísimas injurias que te he hecho. Te pido perdón de ellas con todo mi corazón, arrepentido sólo por amor tuyo, y reflexionando sobre Tu infinita bondad, las detesto y abomino sobre todo mal... Quisiera haber muerto mil veces antes de haberte ofendido; estoy resuelto a perder la vida de mil maneras, antes de volver a ofenderte. Oh Jesús mío Crucificado, propongo lavar mi alma, cuanto antes, con Tu preciosa sangre, por medio de la confesión sacramental. Y Tu piadosísima Virgen, Madre de Misericordia y refugio de pecadores, por Tus acerbos Dolores, alcánzame el suspirado perdón de mis culpas, mientras que yo, rogando a intención de los Sumos Pontífices, para ganar las santas indulgencias concedidas a Tu Corona, espero alcanzar con ella, la remisión de las penas debidas por mis pecados.

Con esta confianza en el corazón, meditemos el Primer Dolor:

Los Siete Dolores y su meditación

1er. Dolor: La Profecía de Simeón, en la presentación del Niño Jesús. Lc 2, 22-35

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo corredentora sería a base de dolor, te acompañamos en este dolor ... Y, por los méritos del mismo, has que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

2º. Dolor: La huida a Egipto con Jesús y José.

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor .... Y, por los méritos del mismo, has que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

3er. Dolor: La pérdida de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor .... Y, por los méritos del mismo, has que los jóvenes no se pierdan por los malos caminos.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

4º. Dolor: El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino al Calvario.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu hijo cargando la cruz, como cargando con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; ¨ Él que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor ... Y, por los méritos del mismo, has que seamos dignos vasallos de tan gran Rey, sepamos ser humildes como Él lo fue; aprendamos a cargar nuestra cruz con verdadero arrepentimiento y sigamos el camino que nos lleva al encuentro con Él.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

5º. Dolor: La crucifixión y la agonía de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor .... Y, por los méritos del mismo, no permitas  que lo sigamos crucificando con nuestros pecados, no nos dejes morir por el pecado y has que podamos recibir los frutos de la redención.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

6º. Dolor: La lanzada y el recibir en brazos a Jesús muerto.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirás como si la hubiera dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor ... Y, por los méritos del mismo, has que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

7º. Dolor: El entierro de Jesús y la Soledad de María.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; Él, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento: y aunque tú supieras que al tercer día resucitaría , el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor ... Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia de consolarte con la oración, enterrando nuestros pecados  y no volver a pecar.

Guía: Padre Nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, en la tierra como en el Cielo.

Todos: Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos de todo mal. Amén.

Avemaría de la Dolorosa (7 veces).

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Todos: Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén

Al terminar los siete misterios:

Te ofrecemos Madre dolorosa tres Avemarías en honor a las lágrimas que derramaste y para que intercedas ante Tu Divino Hijo por las intenciones del Santo Padre, nuestro Obispo y sacerdotes.

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Guía: Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.

Todos: Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Letanías

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santa Trinidad y un solo Dios, ten piedad de nosotros

Santa María Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios Ruega por nosotros
Santa Virgen de las Vírgenes Ruega por nosotros
Madre crucificada Ruega por nosotros
Madre dolorosa Ruega por nosotros
Madre lacrimosa Ruega por nosotros
Madre afligida Ruega por nosotros
Madre abandonada Ruega por nosotros
Madre desolada Ruega por nosotros
Madre privada de Hijo Ruega por nosotros
Madre traspasada por la espada Ruega por nosotros
Madre abrumada de dolores Ruega por nosotros
Madre llena de angustias Ruega por nosotros
Madre clavada a la cruz en su corazón Ruega por nosotros
Madre tristísima Ruega por nosotros
Fuente de lágrimas Ruega por nosotros
Cúmulo de sufrimientos Ruega por nosotros
Espejo de paciencia Ruega por nosotros
Roca de constancia Ruega por nosotros
Ancora del que confía Ruega por nosotros
Refugio de los abandonados Ruega por nosotros
Escudo de los oprimidos Ruega por nosotros
Derrota de los incrédulos Ruega por nosotros
Consuelo de los míseros Ruega por nosotros
Medicina de los enfermos Ruega por nosotros
Fortaleza de los débiles Ruega por nosotros
Puerto de los náufragos Ruega por nosotros
Apaciguadora de las tormentas Ruega por nosotros
Auxiliadora de los necesitados Ruega por nosotros
Terror de los que incitan al mal Ruega por nosotros
Tesoro de los fieles Ruega por nosotros
Inspiración de los profetas Ruega por nosotros
Sostén de los apóstoles Ruega por nosotros
Corona de los mártires Ruega por nosotros
Luz de los confesores Ruega por nosotros
Flor de las vírgenes Ruega por nosotros
Consuelo de las viudas Ruega por nosotros
Alegría de todos los Santos Ruega por nosotros


Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros


Oración
Oh Dios, en cuya Pasión fue traspasada de dolor el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre María, según la profecía de Simeón; concédenos propicio, que cuantos veneramos sus dolores y hacemos memoria de ellos, consigamos el feliz efecto de tu sagrada Pasión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén

Stabat Mater

(Estaba la Madre)

Firme junto a la Cruz Sacrosanta

En pié estaba la Madre doliente,

Contemplando de aquella pendiente,

A Jesús, su delicia y amor.

Y en profundo sollozos y en tanta,

fiera angustia apenada gemía,

que pasado su pecho sentía

por la espada cruel del dolor.

Cuál sería el horrible tormento,

de aquella alma tan cándida y pura,

como el cáliz de atroz amargura

del Dios Hijo, la Madre agotó.

Ver a un Hijo y a un Dios el aliento,

con fatiga exhalando y que expira,

de esta Madre el penar que le mira,

decid madres ¿qué madre probó?

¿Quién el raudo llorar contendría,

aunque el pecho de tigre encerrara,

si a la Madre de Cristo observara

abismada en tan hondo sufrir?

Vio la Madre a Jesús en tortura,

por las culpas de un pueblo, que ingrato,

a su Dios sacrifica insensato,

viole objeto de llanto y pesar.

Viole sobre el Calvario, por dura

mano vil en el leño clavado,

el aliento exhalar desolado

y la Faz moribunda inclinar.

Madre dulce, Purísima fuente,

de magnánimo amor, de amor santo,

por piedad no desdeñes mi llanto,

llegue al mar tu fiero dolor.

Sienta al menos mi pecho ferviente,

en la Llama Divina abrasarse,

y del fango brutal despegarse,

para ser agradable al Señor.

Las heridas del Hijo cruentas

en mi fiel corazón ¡ay! imprime;

que las penas sin fin en que gime,

todas juntas se deben a mí.

Yo merezco las crudas afrentas,

fieros golpes, agudos garfios,

si los yerros, oh Madre son míos,

¿no podré yo llorar junto a Ti?

A tu lado podré dolorido

y pegada a la tierra mi frente,

ya que no condolerme inocente,

adorar al que expira en la Cruz.

Y expiar en contrito gemido,

cabe Ti mis injustas ofensas,

y plañir en tus penas inmensas,

la agonía cruel de Jesús.

Y ora Tú, que de vírgenes santas,

en los cielos el coro presides,

no en tu gloria, a este mísero olvides

que desea contigo gemir.

Haz que siempre, postrado a las plantas,

del pendiente Jesús, yo suspire,

y que siempre presente le mire,

en su leño sangriento sufrir.

De sus llagas, mi pecho llagado,

por su Cruz Sacrosanta oprimido,

de su Sangre Divina teñido,

haz que parta con el penar.

Para que por tu ruego, aplacado

pueda hallarle en el último día,

cuando el mundo estará en agonía,

pueda entonces en Él esperar.

Oh Jesús, al salir del desierto,

no abandones un alma que llora,

para quien piadosa te implora,

tu fiel Madre, la palma inmortal.

Cuando salga por fin de su encierro,

mi alma pobre, y remonte su vuelo,

no le niegues su entrada en el cielo,

y el gozar de tu gloria eternal.

Esta Corona, fue elegida por la Santísima Virgen, como parte del Rosario de la Armada, que se reza los días 25 de cada mes.

Indulgencias:

1.- Se concede por el Papa Benedicto XIII, en su breve "Redentoris" del 26 de Septiembre de 1724, 200 días de indulgencia por cada Padrenuestro y 200 días por cada Avemaría, si se reza en alguna Iglesia de la Orden de los Siervos de María. La misma indulgencia en cualquier lugar en los siguiente días:

a) Los viernes.

b) Cualquier día durante la Cuaresma.

c) En la Fiesta y Octava de los Siete Dolores de la Santísima Virgen.

En cualquier día del año y en cualquier lugar: 100 días.

Finalmente al que la rece sólo o acompañado, le concede 7 años y las cuarentenas.

2.- El Papa Clemente XII, con el objeto de que los fieles se acordasen de los Dolores de la Santísima Virgen y le fuesen agradecidos, el 12 de diciembre de 1734, ratifica las indulgencias de Benedicto XIII y agrega lo siguiente:

Indulgencia Plenaria y remisión de todos los pecados, a quienes recen la Corona diariamente por un mes continuo y luego confesado y comulgado. rogase por la Santa Iglesia, al que verdaderamente arrepentido y confesado, o al menos con firme propósito de confesarse, rezare esta Corona, por cada vez 100 años de indulgencia. Al que confesado y comulgando, la rezase los lunes, miércoles y viernes y en las fiestas de preceptos de la Iglesia; 150 años de indulgencia. Y al que acostumbrase rezarla cuatro veces por semana, indulgencia plenaria, en un día del año a su elección, confesando y comulgando y rezándola en aquel mismo día ( es decir, confesión, comunión y la corona, todo en el mismo día, una vez en el año).

3.- 100 días de indulgencia, cada vez que se recite en honor de los dolores, el Stabat Mater compuesto por el Papa Inocencio III. El mismo otorga la indulgencia.

Mensaje de la Virgen María el 13 de mayo de 1990:

–“La humanidad no ha acogido mi invitación maternal de volver al Señor por el camino de la conversión del corazón y de la vida, de la oración y de la penitencia…–Satanás ha sido el dominador indiscutible en los acontecimientos de este vuestro siglo, llevando a la humanidad entera al rechazo de Dios y de su Ley de Amor, difundiendo en todas partes la división y el odio, la inmoralidad y la maldad y haciendo legitimar en todas partes el divorcio, el aborto, la obscenidad y la homosexualidad, y el uso de todos los medios para impedir la vida.” La humanidad vivirá el momento de su gran castigo, será de este modo preparada para recibir al Señor Jesús, que volverá a vosotros en gloria.-… hoy, Yo desciendo todavía del cielo… para disponeros a vivir los acontecimientos que ya están a punto de cumplirse, para llevaros de la mano a recorrer el trecho más difícil y doloroso de este segundo adviento y para preparar las mentes y los corazones de todos a recibir a Jesús en el próximo momento de su retorno glorioso.”

En los innumerables mensajes que nos da nuestra Madre del cielo nos insiste en hacer penitencia (reconciliación o confesión al tener verdadero arrepentimiento de nuestros pecados), sacrificio (ayuno y obras de misericordia) y oración (rosarios y otras oraciones).

Cuando Dios perdona quita nuestros pecados y restaura nuestra alma.

Reconcíliate con el Señor y con el prójimo.

El pecado es lo que te esclaviza al mal, te enferma y te hace infeliz.

El pecado nos esclaviza. El perdón nos libera de todas las ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo.

“Busquen la paz con todos, , sin la cuál nadie verá al Señor. Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos.”Hebreos 12: 14-15

No dejes que la amargura haga un pozo de hiel en tu corazón, deja que Dios te libere del pecado. Cuando Jesús te perdona, no hay quien te condene. Ten verdadero arrepentimiento de tus pecados y confiésate, cumple tu penitencia y NO VUELVAS A PECAR.

“Cuando Dios está en nuestro corazón, perdonar es posible” 1 Corintios 13: 4-8

Deja a Dios entrar en tu corazón, siéntelo vivo en tu interior. Comulga, deja entrar a Dios por medio de la Eucaristía. Ora…y deja que su Palabra entre en tus sentimientos y resplandezca en tu lengua, se asome en tu mirada y se sienta en tu mano al tocar. Deja, simplemente, que Él entre en ti, se apodere de ti y brille en ti. Lo demás solo serán resplandores del Señor.

Perdona a todo el que tengas que perdonar.

“Por el contrario, sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo” Efesios 4:32

Se bueno como quiere el Señor, se compasivo como Jesús nos lo mostró con Dimas en la cruz del Calvario, que siendo un delincuente que reconoció sus pecados aceptaba su crucifixión. El Señor fue muy compasivo con él y lo perdonó; así también Él te perdona a ti, pues entonces tú perdona y libérate. Perdona, rompe con esa atadura, cancela para siempre esa afrenta, Si Dios perdonó a sus verdugos: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen” Lucas 23;34 Cuanto más tu por algo mas simple, perdona, olvida y empieza de nuevo.

“Sopórtense y perdónense unos a otros si uno tiene motivo de queja contra otro. Como el Señor los perdonó, a su vez hagan ustedes lo mismo. Por encima de esta vestidura pondrán como cinturón el amor, para que el conjunto sea perfecto.” Colosenses 3:13-14 Simplemente perdona, perdona, no te quedes con mal sentimiento, muestra el amor que tienes a Dios y perdona. Aún a tu peor enemigo, o al que cree que tu eres tu peor enemigo. Perdónalo, perdónalo de corazón y perdona por amor. Perdona y ama que tu Padre que está en lo alto verá lo que haces y te lo tomará en cuenta.

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