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martes, 4 de marzo de 2014

San José de Arimatea

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Fiesta 17 de marzo

Patrón de embalsamadores y sepultureros

José de Arimatea, según los Evangelistas era Miembro del Sanedrín, hombre recto y justo, que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios (Lucas), o sea «que era también discípulo de Jesús» (Mateo), «pero clandestino, por miedo a las autoridades judías» (Juan). Un discípulo vergonzante que ahora, «armándose de valor», precisa Marcos, reclama el cuerpo del Maestro. Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús y darle sepultura. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado.

Este personaje nos enseña que debemos reconocer en Jesús al Mesías que esperamos en una segunda venida, pero sobre todo armarnos de valor y de amor para reconocerle y no avergonzarnos de creer en Él.  En José pudo más la muestra de amor que Cristo le ofreció a la humanidad, a cada uno de nosotros y a él mismo en su pasión y al morir en la cruz para salvarnos, que el miedo a las autoridades de su tiempo que le podían crucificar de igual forma.

Bueno fuera para nosotros mismos tener el valor de amarlo por sobre todas las cosas y a la luz del día, sin miedos, sin avergonzarnos, sin temores. Libres de amar a Dios con todo el corazón y sacar la cara por el que dio su vida por mí, por ti y por todos.

Festejar el día de un santo no es por el personaje mismo sino por las cualidades que lo santificaron y que se nos invita a imitar para que un día también podamos ser santos, pues solo siendo santos hemos de poder entrar en el reino de Dios.

Esta cuaresma toma mucho en cuenta iniciar ese camino de santidad.

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