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viernes, 13 de noviembre de 2015

LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA.

27 de noviembre

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María es nuestra madre corredentora por expreso deseo de Jesucristo Redentor, que nos la legó en firme testamento firmado y sellado con su Preciosa Sangre desde la Cruz Redentora.
El día 27 de noviembre de 1830 nuestra bondadosa Madre del Cielo, le mostró a santa Catalina Labouré, con una visión, grabada con letras de oro, la jaculatoria ¡OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS!, Esta jaculatoria, junto con llevar colgada al cuello la Medalla Milagrosa, por promesa de la Virgen, garantiza vivir bien, morir en paz con Dios y salvarte. Como Nuestra Madre amorosa nos escucha pidiéndole: “no desoigas nuestras súplicas en nuestras necesidades”, ella con maternal cuidado nos envía a través de la vidente Santa Catalina, la Santa de la Humildad y el Silencio, un rosario con el que ella satisface nuestras necesidades. Nosotros pedimos, Ella nos responde, entonces hagamos las oraciones que nos da con todo su amor para nuestro bien y salvación.

El áncora de salvación que la Santísima Virgen nos tiende a nosotros y ahora para nuestra santificación y posterior felicidad en el cielo, es:

1º. El rezo diario y devoto del Santo Rosario. (Todos los días del año)

2º. La consagración personal y sincera de todo nuestro ser al Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen.

3º. Llevar puesta la medalla de la Santísima Virgen Milagrosa, como señal externa de la consagración.

Si lo cumplimos como la Santísima Virgen lo pide y desea, el éxito final del bien sobre el mal está asegurado. Lo ha prometido la Virgen, que nunca deja de cumplir sus promesas, con estas proféticas palabras:

"AL FINAL, MI CORAZÓN INMACULADO TRIUNFARÁ."

LA SANTÍSIMA VIRGEN PIDE LA CONSAGRACIÓN A SU INMACULADO CORAZÓN.

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SANTO ROSARIO DE JACULATORIAS DE LA MEDALLA MILAGROSA.

Por la señal de la Santa Cruz...

Felicitemos a la Santísima Virgen por el singular Privilegio de su Concepción Inmaculada
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea.
Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti celestial Princesa, Virgen sagrada María
Te ofrezco, en este día, alma, vida y corazón.
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

Atendiendo el deseo de la Virgen Santísima Milagrosa recemos con confianza y fervor las siguientes Oraciones...
1ª INVOCACIÓN: Madre mía amantísima, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, miserable pecador.
Padre nuestro
Decir 10 jaculatorias:

GUÍA: ¡OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA

TODOS: RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS!
Gloria

2ª INVOCACIÓN: Acueducto de las divinas gracias, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, concededme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados.
3ª INVOCACION: Reina de cielos y tierra, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos.
4ª INVOCA CIÓN: Inmaculada, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación.
5ª INVOCACIÓN: Abogada y refugio de nosotros pobres pecadores, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, asistidme en el trance de la muerte y abridme las puertas del cielo.
PEDIDO DE GRACIA Y FINAL: Pídase la gracia que por intercesión de la Santísima Virgen se desee alcanzar...
Y denle gracias por las ya obtenidas.

Ruega por nosotros Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN
Señor nuestro Jesucristo, que quisisteis honrar con innumerables milagros a vuestra Madre la beatísima Virgen María, inmaculada desde el primer instante de su concepción, concédenos que, implorando siempre su patrocinio, consigamos los goces eternos. Por Jesucristo nuestro Señor. Así sea.

SÚPLICA DE SAN BERNARDO

Acudamos a la maternal protección y amparo de la Santísima Virgen con la siguiente súplica (de San Bernardo):

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, hayan sido abandonados de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen Madre de las vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh purísima Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y atendedlas favorablemente.

LA SALVE REZADA 0 CANTADA

Dios Te salve Reina y Madre de Misericordia…

Se reza a las 5 de la tarde del 27 de Noviembre, Fiesta de la Medalla Milagrosa, y en las necesidades urgentes, cualquier día, a esa hora.
Oh Virgen Inmaculada, sabemos que siempre y en todas partes estás dispuesta a escuchar las oraciones de tus hijos desterrados en este valle de lágrimas, pero sabemos también, que tienes días y horas en los que te complaces en esparcir más abundantemente los tesoros de tus gracias. Y bien, oh María, henos aquí postrados delante de Ti, justamente en este día y hora bendita, por Ti elegida para la manifestación de tu Medalla. Venimos a Ti, llenos de inmensa gratitud y de ilimitada confianza en esta hora por Ti tan querida, para agradecerte el gran don que nos has hecho dándonos tu imagen, a fin que sea para nosotros testimonio de afecto y prenda de protección. Te prometemos, que según tu deseo, la santa Medalla será el signo de tu presencia junto a nosotros, será nuestro libro en el cual aprenderemos a conocer, según tu consejo, cuánto nos has amado, y lo que debemos hacer para que no sean inútiles tantos sacrificios tuyos y de Tu Divino Hijo. Sí, Tu Corazón traspasado, representado en la Medalla, se apoyará siempre sobre el nuestro y lo hará palpitar al unísono con el tuyo. Lo encenderá de amor a Jesús y lo fortificará para llevar cada día la cruz detrás de Él.

Ésta es tu hora, oh María, la hora de tu bondad inagotable, de tu misericordia triunfante, la hora en la cual hiciste brotar, por medio de tu Medalla, aquel torrente de gracias y de prodigios que inundó la tierra. Haz, oh Madre, que esta hora que te recuerda la dulce conmoción de Tu Corazón, que te movió a venirnos a visitar y a traernos el remedio de tantos males, haz que esta hora sea también nuestra hora, la hora de nuestra sincera conversión, y la hora en que sean escuchados plenamente nuestros votos.

Tú, que has prometido justamente en esta hora afortunada, que grandes serían las gracias para quienes las pidiesen con confianza: vuelve benigna tu mirada a nuestras súplicas.

Nosotros te confesamos no merecer tus gracias, pero, a quién recurriremos oh María, sino a Ti, que eres nuestra Madre, en cuyas manos Dios ha puesto todas sus gracias? Ten entonces piedad de nosotros. Te lo pedimos por tu Inmaculada Concepción, y por el amor que te movió a darnos tu preciosa Medalla. Oh Consoladora de los afligidos, que ya te enterneciste por nuestras miserias, mira los males que nos oprimen.

Haz que tu Medalla derrame sobre nosotros y sobre todos nuestros seres queridos tus benéficos rayos: cure a nuestros enfermos, dé la paz a nuestras familias, nos libre de todo peligro. Lleve tu Medalla alivio al que sufre, consuelo al que llora, luz y fuerza a todos. Especialmente te pedimos por la conversión de los pecadores, particularmente de aquéllos que nos son más queridos. Recuerda que por ellos has sufrido, has rogado y has llorado. Sálvanos, oh Refugio de los pecadores, a fin de que después de haberte todos amado, invocado y servido en la tierra, podamos ir a agradecerte y alabarte eternamente en el Cielo. Amén

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