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sábado, 26 de septiembre de 2015

Obedecer la Palabra de Dios: La Biblia.

“Quien se llame cristiano tendría que conocer la historia de la salvación y la Palabra de Dios, interpretadas auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia." Juan Pablo II

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“Quien se llame cristiano tendría que conocer la historia de la salvación y la Palabra de Dios, interpretadas auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia." Juan Pablo II

Para conocer a Dios, dejarnos moldear y guiar por Él leamos la Biblia:

Antes de leer la Biblia hacer lo siguiente:

1. La señal de la Cruz

2. Credo

3. Oración para antes de leer la Sagrada Biblia:

ORACION PARA ANTES DE LEER LA SAGRADA BIBLIA.

Espíritu Santo, abre mi entendimiento en la lectura de la Sagrada Palabra de Dios; dispón mi corazón para escuchar lo que Él quiere decirme; y sobre todo que sirva para mi conversión y crecimiento espiritual. Dame un corazón dócil y generoso para que sepa practicar tus divinas enseñanzas y al conocer la verdad pueda ser libre. Te lo suplico por los méritos del que es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida, Jesucristo tu único Hijo y Señor nuestro, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la gracia, el que Contigo y el Espíritu Santo vive y reina, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

Leer la Biblia como el libro Sagrado que es, con amor pues la Palabra de Dios, es Él mismo.

Al terminar de leer un capítulo de la Biblia:

1. Reflexionar el mensaje que Dios nos transmite.

2. Establecer propósitos para vivir el mensaje de la Palabra de Dios.

3. Tratar con la mayor fidelidad posible cumplir los propósitos.(E iniciarás una vida de santidad)

Al final de leer lo que corresponde al día dar gracias a Dios por el don de entendimiento y santiguarse.

Lo primero que le gusta a Dios de nosotros es la obediencia. La desobediencia es rebelión, es rechazar la Palabra de Dios. Y la rebelión es un pecado tan grave como la brujería; la desobediencia es un crimen tan grave como la idolatría. Para Dios la obediencia tiene mayor valor que los holocaustos y sacrificios y la fidelidad (1 Samuel 15:22-23). Si obedecemos a Dios, lo amamos como nuestro Padre Creador que es y así cumplimos el Primer Mandamiento:

1. Amarás a Dios por sobre todas las cosas: Reconociendo que Dios es lo más importante en nuestra vida, amándolo y respetándolo, viviendo cerca de El con la oración y sobre todo ¨cumpliendo su voluntad¨ haciendo lo que Él nos pide, imitando de Jesús su forma de actuar para aprender a amarlo.

El pecado es desobediencia a la voluntad de Dios, la persona que es perdonada no debe pecar más, debe empezar una nueva vida (Jn. 5:14; 8:11), obedeciendo la voluntad de Dios. "Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre". (Marcos 3:35) Eso nos dice el Señor. "Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor." (Efesios 5:17) Y guardar en nuestro corazón sus Palabras para no pecar contra Dios (Salmo 119:11) Pues a través de las Escrituras de los profetas, por mandamiento de Dios, se nos da a conocer para que obedezcamos a la fe. (Romanos 16:26). Sin la fe es imposible agradar al Señor, pues nadie se acerca a Él sino cree que existe y que recompensa a los que lo buscan (Hebreos 11, 6)

La Ley de Dios es inflexible; toda falta o desobediencia recibe un castigo y nadie escapará de ser castigado si se desprecia la salvación que Dios nos ofrece. (Hebreos 2,2-3) más bien anunciemos a Dios a nuestros hermanos y celebrémoslo en medio de la asamblea. Mantengamos nuestra confianza en Dios y enseñemos a nuestros hijos lo mismo. (Hebreos 2.12-13) Y sigamos firmes en la fe; acerquémonos con corazón sincero, con la fe plena, limpios interiormente de todo lo que mancha la conciencia y con el cuerpo lavado con agua pura. Sigamos profesando nuestra fe y tratemos de incitarnos el uno al otro para amar y hacer el bien. Porque a quien peca voluntariamente solo le espera el juicio y el fuego que devorará a los rebeldes. Dios dará a cada uno de nosotros nuestro merecido según nuestras obras, Él nos juzgará y es espantoso caer en las manos del Dios Vivo. (Hebreos10,22-24,26-27, 30-31) Mejor aún es aceptar la corrección del Señor y quitarse las ataduras al pecado para correr el camino de la fe, fijos los ojos en Jesús, en sus enseñanzas y cumpliendo su ley para llegar al final de la prueba victoriosos y así ser premiados por Cristo que nos espera. (Hebreos 12, 1-2)

Es necesario estar en paz con todos y progresar en la santidad pues sin ella nadie verá al Señor. (Hebreos 12, 14)

Mantengamos el amor fraterno, practiquemos siempre la hospitalidad, ayudemos a los presos y a los que sufren. Que todos respeten el matrimonio y nadie manche la unión conyugal, Dios castigará a los licenciosos y a los que cometen adulterio. No corramos tras el dinero, más bien conformémonos con lo que Dios nos da. No nos dejemos engañar con otras doctrinas, no nos alimentemos de aquellos alimentos de los que nadie ha sacado provecho. Compartamos siempre lo que tengamos y hagamos siempre el bien. Obedezcamos toda Palabra de Dios que nos transmiten nuestros sacerdotes, quienes deberán rendir cuentas a Dios de nuestras almas. (Hebreos 13)

En el «Sermón de la montaña», que constituye la carta magna de la moral evangélica, Jesús dice: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5, 17).

Jesús cumple a plenitud los mandamientos de Dios que resume en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo, y de amarnos como Cristo nos ha amado. Y lo hace bajo «la ley de la libertad» (St 1, 25), que lo lleva a actuar espontáneamente bajo el impulso de la caridad guiado por el Espíritu Santo. La Ley nueva a la que Jesús viene a dar cumplimiento se encuentra en toda su vida y su predicación y en la catequesis moral de los Apóstoles; el Sermón de la Montaña es su principal expresión (Mt 5, 6 y7).

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