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sábado, 4 de mayo de 2013

Consagración a María

Fuente: www.virgendemedjugorje.org

Consagración al Inmaculado Corazón de María

“Mujer ahí tienes a tu hijo” “Ahí tienes a tu madre” (Jn 19,26)

Jesús Cruz antes de morir en la Cruz se dirigió a su Madre y Juan su discípulo:  “Madre, ahí tienes a tu hijo” y diciéndole a San Juan: “ahí tienes a tu Madre”. Desde aquel momento, el discípulo la acogió en su casa.

Es ese hermoso gesto de amor profundo de Jesús hacia la Virgen María y a su discípulo, nos deja a su Madre como Madre nuestra y a ella nos deja a su pueblo a su cuidado maternal como hijos suyos, representados en ese momento por Juan.

De esta manera Jesús nos ofrece a su Madre,  nosotros, hermanos de Cristo nos hace hijos de María y como tales, como buenos hijos a ejemplo de San Juan recibamos ese amor maternal y aceptémosla también como nuestra Madre, pongámonos en manos de la Virgen, a su servicio, a su disposición, como lo hizo en su día el discípulo al acoger a la Virgen en su casa. Y en esa disposición tengamos la firme voluntad de entregarnos a ella como sus verdaderos hijos y en ese sentido consagrémonos a su Inmaculado Corazón tal como Ella nos lo ha solicitado en sus apariciones.

Una de las principales peticiones de Nuestra Señora en Medjugorje. La Reina de la Paz nos pide que nos consagremos al Corazón Inmaculado de María. Entregarnos plenamente a Ella. De esta manera, Ella actuará en nosotros, entraremos en unión total con María, y que como toda Madre que lleva a sus hijos a donde ella va, así María, nuestra Madre nos llevará con su hijo Jesucristo. Al dejarnos guiar por la Madre conoceremos al Hijo y al conocerlo aprenderemos a amarlo verdaderamente y entonces ocurrirá lo que experimentó San Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”. (Gal 2,20) Y entonces salgamos a las calles y anunciemos al mundo: “¡Cristo vive! ¡Cristo vive en mí!. Será hermoso sentir la llama ardiente de Cristo arden en nuestro Corazón como María y los discípulos de Jesús la sintieron el Día de Pentecostés.

Este acto de Consagración que nos solicita nuestra amorosa Madre, es un acto de abandono, que cuanto más puro es , alcanza una mayor unión con María, para que Ella ejerza su papel de Madre espiritual, de Mediadora de todas las Gracias, Corredentora de toda la humanidad, de Abogada nuestra. Según San Luis María Grignion de Montfort es el camino más rápido para llegar a la santidad y el consagrarse a María como hijos verdaderos, es decir, entregarnos totalmente a Ella, es el medio que tiene Ella para que seamos totalmente de Jesús.

Así, este acto de Consagración permitirá a la Virgen Santísima usar libremente su poder de intercesión y de santificación para el crecimiento de nuestra alma. Gozaremos su protección y su amor. Nos sentiremos plenamente hijos suyos y podremos participar de esta batalla contra el maligno y obtener la victoria para Gloria de Dios. Una victoria que ya está asegurada desde el principio y cuya arma poderosísima son: El Santo Rosario, el ayuno y el sacrificio.

En diversas ocasiones Nuestra Señora en Medjugorje ha manifestado su deseo que nos consagremos a Ella:

“Queridos hijos: Vengo entre vosotros porque deseo ser vuestra Madre, vuestra intercesora. Deseo ser un vínculo entre vosotros y el Padre celestial, vuestra mediadora. Deseo tomaros de las manos y caminar con vosotros en la lucha contra el espíritu impuro. Hijos míos: consagraos totalmente a mí. Yo tomaré vuestras vidas en mis manos maternas y os enseñaré la paz y el amor, y entonces las entregaré a Mi Hijo. A vosotros os pido que oréis y ayunéis, porque solamente así sabréis testimoniar, de manera correcta, a mi Hijo por medio de mi Corazón materno. Orad por vuestros pastores: para que unidos en mi Hijo puedan siempre, anunciar alegremente, la Palabra de Dios. ¡Os lo agradezco! (Mensaje anual del 18 de Marzo de 2012 a Mirjana)

Consagremos esa unión que Jesús hizo al pie de la Cruz, con nuestra Madre, con la oración que la Virgen dictó a la vidente del corazón Jelena Vasilij en noviembre de 1983.

Oración de Consagración:

Oh, Corazón Inmaculado de María, desbordante de bondad, muestra tu amor por nosotros. Que la llama de tu corazón, oh María, descienda sobre todos los pueblos. Te amamos inmensamente.

Imprime en nuestros corazones un verdadero amor. Que nuestro corazón suspire por ti. Oh María, dulce y humilde de corazón, acuérdate de nosotros cuando caemos en el pecado. Tú sabes que nosotros, los hombres, somos pecadores.

Con tu santísimo y maternal corazón, sánanos de toda enfermedad espiritual. Haznos capaces de contemplar la bondad de tu maternal corazón, para que así nos convirtamos a la llama de tu corazón. Amén.

En estos tiempos  en que la maldad ha entrado a nuestras casas en forma de odio, rencor, violencia (pleitos, golpes, asesinatos, ofensas verbales), robo, desobediencia, pereza,  mentira, rechazo, desamor, amasiato, divorcio, inmoralidad, explotación, el aborto y muchos otros males; es momento de renovar esa consagración que nos solicita la Virgen como Madre afligida por sus hijos perdidos en el pecado y para agradarla más me atrevo a consagrarme a Ella con la oración que nos dio a través de Jelena agregando una segunda oración de consagración que me inspira su amor:

Consagración al Inmaculado Corazón de María, Madre de todos.    

Yo, (Nombre), humilde sierva Tuya, con el corazón desbordante de alegría porque en el momento más doloroso de tu vida cuando perdías a Tu Hijo amado al pie de la Cruz por nuestros pecados, nuevamente dijiste Sí y aceptaste ahora la solicitud de Tu Hijo de tomarnos como Hijos Tuyos; me consagro servicial y amorosamente a tu Inmaculado Corazón, porque quiero así hacerlo por libre voluntad, porque creo en Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo y porque creo en Ti que eres Madre de Dios Hijo y Madre Nuestra, por amor de Jesús a nosotros que nos ama como hermanos. Me consagro con corazón sinceros y te entrego mi voluntad para que guíes mis pasos y mis acciones, para que seas dueña absoluta de todo mi ser y hagas de mí lo que sea necesario para Gloria de Dios. Te consagro mi vida entera, a mi familia y a toda mi descendencia para que dispongas de ella a tu servicio. Te consagro a mi Patria y al mundo entero y te pido que ofrezcas a Tu Hijo todas mis oraciones, sacrificios y ayunos por la conversión de los pecadores que tanto ofenden a Tu Inmaculado Corazón y que siguen flagelando y crucificando a Cristo nuestro Redentor.

Yo prometo ser siempre fiel a tus deseos y solo te pido fortaleza para no caer ante las dificultades y ayudarte en la batalla contra el maligno y todos sus agentes  por medio del santo Rosario. Amén

 

  Una de las  inmoralidades de estos tiempos es la práctica constante de los antivalores (pecados) que se experimentan en el seno familiar. Los niños de hoy no viven el respeto, sino fracciones de ello. Hoy es muy común escuchar como responden sus tiernas voces a sus padres y ese acto es un gran dolor en el corazón y oídos de María nuestra Madre. Las graserías, el desorden, la indisciplina, irresponsabilidad, pereza, bulling desde muy temprana edad son permitidos por nosotros los padres. Esa conducta permisiva que tenemos hoy es parte de la modernidad-vida pecaminosa. La Iglesia no entrará a la modernidad, lo que hoy es “común” en la sociedad, es pecado en la Iglesia desde el principio. El amasiato en el noviazgo, el adulterio, el divorcio, son pecados y no dejarán de serlo nunca para Dios. Dios dijo: “Lo que Dios une, no lo separe el hombre” por ende quienes se divorcian, confirman que no quieren servirle a Dios en familia. Al divorciarse quedamos al servicio de Dios sin caer en la tentación del adulterio o amasiato. Quien no cumple esto, no cumple los mandamientos y sobre todo: NO AMA A DIOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS. Aprendamos a amar a Dios verdaderamente y seamos obedientes a sus leyes: seamos hijos obedientes y mansos como Jesús.

 

Que Dios te de fortaleza para continuar en su camino. Bendiciones.

 

 

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