Los siete dolores del Corazón de Jesús
En una de las apariciones de Jesús (16 de junio de 1675) a la monja María Margarita de Alacoque le dijo: "Mira el Corazón que tanto ha amado a los hombres... en vez de gratitud, de gran parte de ellos yo no recibo sino ingratitud". Ese mismo dolor lo vuelve Jesús a mencionar al vidente nigeriano Bernabé Nwoye en el segundo llamado angustioso: “Hijo Mío, ¿sabes tú lo que sufro cuando entro en el santuario de tu corazón a través de la Sagrada Comunión? Tus pecados me amarran y me flagelan sin misericordia. En tu corazón no hay nadie que Me consuele. Luego de haberme flagelado insensiblemente, Me arrastras fuera y cierras con llave la puerta de tu corazón con iniquidad. Esto es lo que Me haces con tu vida de pecado. Yo Soy el Pan de Vida para todos los hombres que me reciben en estado de santidad. Vengo a darles vida, no muerte. Limpia las iniquidades de tu corazón. Ábreme la puerta de tu corazón. Haz de tu corazón un tabernáculo de consuelo para Mí.
Hijo, que Yo viva en tu santuario de una Comunión a otra. ¡Acógeme, hazme sentir bienvenido!
Hijo Mío, todos los que Me acogen, acogen a Mi Padre y al Espíritu Santo que viven en Mí. Todos los que Me rechazan, ¡rechazan a la Santísima Trinidad!
Hijo, aun cuando otros Me rechacen, haz de tu corazón un tabernáculo de consuelo para Mí. ¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, llamándote para que REGRESES!”. En el tercer llamado angustioso Jesús nos sigue insistiendo: “Hijo Mío: Yo estoy en tu corazón, un Getsemaní solitario donde estoy velando y nadie viene a velar Conmigo, ni siquiera por una hora. Te prefieres ir tras la posesión de bienes terrenales, aun a riesgo de tu perdición, dejándome sufrir solo.
El enemigo se aproxima rápidamente…, está conquistando terreno para ganar muchas almas, mientras tú duermes…. Mi hijo amado, porque te amo y deseo que me muestres amor, te suplico me ofrezcas todo tu ser, que lo guardes para Mí y solamente para Mí. Que él me glorifique siempre, que me consuele siempre. No hago este llamado al mundo, sino a ti a quien amo. Ofrécemelo… Ofrécelo para salvación. ¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, llamándote para que REGRESES!”
Acto de consagración y desagravio al Sagrado Corazón de Jesús
¡Oh Corazón de Jesús! Yo quiero consagrarme a ti con todo el fervor de mi espíritu. Sobre el ara del altar en que te inmolas por mi amor, deposito todo mi ser; mi cuerpo que respetaré como templo en que tú habitas; mi alma que cultivaré como jardín en que te recreas; mis sentidos, que guardaré como puertas de tentación; mis potencias, que abriré a las inspiraciones de tu gracia; mis pensamientos, que apartaré de las ilusiones del mundo; mis deseos, que pondré en la felicidad del Paraíso; mis virtudes que florecerán a la sombra de tu protección; mis pasiones, que se someterán al freno de tus mandamientos; y hasta mis pecados, que detestaré mientras haya odio en mi pecho, y que lloraré sin cesar mientras haya lágrimas en mis ojos. Mi corazón quiere desde hoy ser para siempre todo tuyo, así como tú, ¡oh Corazón divino! has querido ser siempre todo mío. Tuyo todo, tuyo siempre; no más culpas, no más tibieza. Yo te serviré por los que te ofenden; pensaré en ti por los que te olvidan; te amaré por los que te odian; y rogaré y gemiré, y me sacrificaré por los que te blasfeman sin conocerte. Tú, que penetras los corazones, y sabes la sinceridad de mi deseo, comunícame aquella gracia que hace al débil omnipotente, dame el triunfo del valor en las batallas de la tierra, y cíñeme la oliva de la paz en las mansiones de la gloria. Amén.
Hoy ¿Cuántos dolores le causamos a Nuestro Salvador?
- Hemos desobedecido sus mandamientos.
- No vivimos según nos lo indican las Sagradas Escrituras (Leer libro de Eclesiastés y Proverbio)
- No amamos a Dios por sobre todas las cosas, solo queremos tener más de las cosas materiales y las espirituales no nos importan y serán nuestra condenación.
- No educamos en la fe ni con las leyes de Dios a nuestros hijos, ahora es la Policía Preventiva quien está llegando a las escuelas para controlar a nuestros hijos violentos ¿Qué padres somos? ¿Qué cuentas entregaremos al Señor?
- No cuidamos nuestro cuerpo como Templos Vivos de Dios, ni en el vestir ni en el actuar.
- Seguimos flagelando a Jesucristo Agonizante y crucificándolo con nuestros pecados
JESÚS DICE: !PARA! !ya no me sigas flagelando ni crucificando!
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