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miércoles, 4 de junio de 2014

Sagrado Corazón de Jesús

Del Corazón de Jesús nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción a su Sagrado Corazón nos lleva a amar a Jesús que nos ama tanto; pagar amor con amor. Más aún, cuando lo despreciamos y airamos, sobre todo en la Eucaristía. Para reparar ese desamor nuestro hacia quién por amor dio su vida por nosotros hacemos los actos de desagravio, como la comunión de reparación, y la compasión por Jesús sufriente. Todo el tiempo estamos ofendiendo al corazón de Jesús con nuestros actos, al hacer aquellas cosas que no son agradables a los ojos de Dios, al no cumplir fielmente las leyes y mandamientos que Él mismo vino a explicarnos y en especial el mandamiento más importante que nos dejó: “Ámense los unos a los otros”, el cual no cumplimos y al tiempo le provocamos el mayor dolor de su corazón. Reflexionemos en los dolores que Jesús sufrió en su corazón cuando estuvo entre nosotros y evitemos seguir dándole más dolores, démosle lo que Él nos dio: amor.

Los siete dolores del Corazón de Jesús

1er dolor: Comunión indigna y traición de Judas: (Mat., cap 26)

No seamos Judas traidores, que comiendo y bebiendo del cuerpo y la sangre de Cristo lo traicionemos con nuestros actos y nuestras palabras. Preparémonos de corazón a recibir con sacralidad (acto sagrado) la comunión, libre de pecado.

2do. dolor: Previsión Jesús, triste y angustiado clamó al Padre: si es posible, pase de mí este cáliz… Más no se haga mi voluntad sino la tuya… (Mateo, cap. 26). Dejemos que realmente se cumpla la voluntad de Dios en nosotros para sea Él quien nos de fortaleza ante cualquier situación o sacrificio. Hagamos actos de desagravio para reparar la ingratitud de los hombres y corresponder a los deseos del amantísimo Corazón de Jesús.

3er. dolor: Huída de los apóstoles (Mat. C. 26) En la tentación, hay que agarrarse fuertemente de Jesús para serle constantemente fiel y salvarse de caer en pecado.

4to dolor: La negación de Pedro (Mat. C. 26) No negar a Cristo antes bien dar a conocer la buena nueva: Cristo viene por segunda vez!

5to dolor: Su doloroso encuentro con su santísima madre: Rogar a Jesús, que penetre nuestras almas de la verdadera compunción, y que las anime del espíritu de penitencia.

6to dolor: María al pie de la Cruz (Juan cap. 19) Imitar a María, modelo de perfección; consagrarnos a su servicio  lo que nos queda de vida.

7mo dolor: Abandono y desamparo de su Eterno Padre (Mat 27). En las penas interiores, en el olvido y abandono de las criaturas, unirnos estrechamente a Jesús y soportar con él sobre la cruz este abandono de Dios y de los hombres

En una de las apariciones de Jesús (16 de junio de 1675) a la monja María Margarita de Alacoque le dijo: "Mira el Corazón que tanto ha amado a los hombres... en vez de gratitud, de gran parte de ellos yo no recibo sino ingratitud". Ese mismo dolor lo vuelve Jesús a mencionar al vidente nigeriano Bernabé Nwoye en el segundo llamado angustioso: “Hijo Mío, ¿sabes tú lo que sufro cuando entro en el santuario de tu corazón a través de la Sagrada Comunión? Tus pecados me amarran y me flagelan sin misericordia. En tu corazón no hay nadie que Me consuele. Luego de haberme flagelado insensiblemente, Me arrastras fuera y cierras con llave la puerta de tu corazón con iniquidad. Esto es lo que Me haces con tu vida de pecado. Yo Soy el Pan de Vida para todos los hombres que me reciben en estado de santidad. Vengo a darles vida, no muerte. Limpia las iniquidades de tu corazón. Ábreme la puerta de tu corazón. Haz de tu corazón un tabernáculo de consuelo para Mí.

Hijo, que Yo viva en tu santuario de una Comunión a otra. ¡Acógeme, hazme sentir bienvenido!

Hijo Mío, todos los que Me acogen, acogen a Mi Padre y al Espíritu Santo que viven en Mí. Todos los que Me rechazan, ¡rechazan a la Santísima Trinidad!

Hijo, aun cuando otros Me rechacen, haz de tu corazón un tabernáculo de consuelo para Mí. ¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, llamándote para que REGRESES!”. En el tercer llamado angustioso Jesús nos sigue insistiendo: “Hijo Mío: Yo estoy en tu corazón, un Getsemaní solitario donde estoy velando y nadie viene a velar Conmigo, ni siquiera por una hora. Te prefieres ir tras la posesión de bienes terrenales, aun a riesgo de tu perdición, dejándome sufrir solo.

El enemigo se aproxima rápidamente…, está conquistando terreno para ganar muchas almas, mientras tú duermes…. Mi hijo amado, porque te amo y deseo que me muestres amor, te suplico me ofrezcas todo tu ser, que lo guardes para Mí y solamente para Mí. Que él me glorifique siempre, que me consuele siempre. No hago este llamado al mundo, sino a ti a quien amo. Ofrécemelo… Ofrécelo para salvación. ¡Yo Soy Jesucristo Agonizante, llamándote para que REGRESES!”

Acto de consagración y desagravio al Sagrado Corazón de Jesús

¡Oh Corazón de Jesús! Yo quiero consagrarme a ti con todo el fervor de mi espíritu. Sobre el ara del altar en que te inmolas por mi amor, deposito todo mi ser; mi cuerpo que respetaré como templo en que tú habitas; mi alma que cultivaré como jardín en que te recreas; mis sentidos, que guardaré como puertas de tentación; mis potencias, que abriré a las inspiraciones de tu gracia; mis pensamientos, que apartaré de las ilusiones del mundo; mis deseos, que pondré en la felicidad del Paraíso; mis virtudes que florecerán a la sombra de tu protección; mis pasiones, que se someterán al freno de tus mandamientos; y hasta mis pecados, que detestaré mientras haya odio en mi pecho, y que lloraré sin cesar mientras haya lágrimas en mis ojos. Mi corazón quiere desde hoy ser para siempre todo tuyo, así como tú, ¡oh Corazón divino! has querido ser siempre todo mío. Tuyo todo, tuyo siempre; no más culpas, no más tibieza. Yo te serviré por los que te ofenden; pensaré en ti por los que te olvidan; te amaré por los que te odian; y rogaré y gemiré, y me sacrificaré por los que te blasfeman sin conocerte. Tú, que penetras los corazones, y sabes la sinceridad de mi deseo, comunícame aquella gracia que hace al débil omnipotente, dame el triunfo del valor en las batallas de la tierra, y cíñeme la oliva de la paz en las mansiones de la gloria. Amén.

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Promesas que Jesús da para las almas devotas a su Sagrado Corazón:

1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.

2. Les daré paz a sus familias.

3. Les consolaré en todas sus penas.

4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.

5. Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.

6. Los pecadores encontrarán en mi corazón un océano de misericordia.

7. Las almas tibias se volverán fervorosas.

8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.

9. Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.

10. A quienes se ocupan de la salvación de las almas les otorgaré el don de mover los corazones más endurecidos.

11. Grabaré por siempre en mi corazón los nombres de aquellos que propaguen esa devoción. “Yo te prometo en la excesiva misericordia de mi corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán sin mi gracia, ni sin recibir los sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquel último momento.

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